Un cuento chino como arma de guerra

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Trailer oficial de la serie china de dibujos animados 'Princesa Fragante'. / soku.com

Seguramente sea una de las creaciones animadas destinadas al público infantil con más sensibilidad política de los últimos tiempos. Princesa Fragante, la serie de dibujos animados en 3D que desarrolla la compañía china Shenzhen Qianheng Cultural Communications por encargo por las autoridades de Pekín y que se espera que vea la luz en 2015, no es sólo una historia de guerreros y princesas sino parte de un proyecto de las autoridades para mantener la paz social entre las comunidades Uigur, turcoparlante, y Han, mayoritaria en China, en la región autónoma de Xinjiang, donde las tensiones entre ambas etnias y las acusaciones mutuas de discriminación enrarecen la convivencia.

Hay quien lo califica de instrumento de guerra ideológica aunque, a simple vista, se trata de un inocente cuento. Con un diseño que recuerda poderosamente a la factoría Disney, Princesa Fragante se basa en la leyenda sobre una niña con el mismo nombre cuya historia difiere profundamente según quién la relate. Para la etnia Han, mayoritaria en China, la figura representa a Iparhan, una cría uigur del siglo XVIII originaria de la ciudad de Kashgar que llegó a la corte tras ser ‘regalada’ al emperador Qianlong (en realidad de etnia manchú, en el poder hasta ser derrocado por la dinastía Ming, ésta Han), quien habría quedado prendado de su belleza y de la fragancia que desprendía su cuerpo. Con el tiempo, y pese a la nostalgia de su distante región natal, su familia y su tradición, llegaría a enamorarse de su marido tras la ardua campaña lanzada por éste para agradar a su amada y ganarse sus favores, que pasaría por construirle una mezquita o reconstruir la aldea en plena corte imperial.

Para los uigures (etnia de origen turco asentada en Xinjiang, que profesa la religión musulmana y a lo largo de la Historia ha buscado la independencia de China), sin embargo, Iparhan era una revolucionaria secuestrada por el emperador, que llegaba a esconder dagas entre sus ropajes para asesinar a Qianlong en el caso de que se acercase y que terminaría siendo asesinada por órdenes de la madre del emperador ante su resistencia a los avances sexuales del mismo. Esa versión no es la que refleja Princesa Fragante, encargada por las autoridades chinas con el propósito de desactivar las ínfulas separatistas de una región, Xinjiang, donde la convivencia entre la comunidad Uigur (musulmanes, con un 45% de población) y Han (un 41% de los habitantes del citado territorio autónomo, que aspira a república) está marcada por la violencia.

Para el director de la serie, Deng Jianglei, Iparhan “es una figura que ha contribuido mucho a la comunicación intercultural”. Es un hecho que la ópera más famosa de China está dedicada precisamente a la leyenda con tintes históricos –readaptados por el Partido Comunista chino- de la Princesa Fragante.De ahí que las autoridades consideren que su promoción pueda ser beneficiosa, especialmente tras los últimos acontecimientos.

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Imagen de Iparhan, el personaje protagonista de la la serie china 'Princesa Fragante'. / Efe

El independentismo Uigur (que califica las políticas centralistas chinas sobre la provincia de Xinjiang, la más grande del gigante asiático con el tamaño de Pakistán, de “imperialismo” y denuncia la discriminación de su comunidad por parte de la etnia Han) ha dado lugar a enfrentamientos y a una represión denunciada por las principales ONG dedicadas a velar por el respecto a los Derechos Humanos. Los asaltos policiales contra los domicilios de presuntos separatistas uigures –que acometen ataques esporádicos con arma blanca en estaciones y otros edificios públicos- y las ejecuciones de aquellos considerados “terroristas” han sufrido un alarmante aumento desde el pasado abril. Según un recuento de Associated Press, al menos 323 personas han muerto desde el pasado mes de abril a consecuencia del alarmante incremento de la violencia policial, que tiende a abatir a los sospechosos antes que detenerlos. Un ejemplo: el pasado 1 de agosto, los agentes cercaron a 10 supuestos criminales: abatieron a nueve y sólo arrestaron a uno.

La impunidad de las Fuerzas de Seguridad chinas es parte de una política más amplia para anular el problema separatista. El presidente chino Xi Jinping llegó a sugerir en mayo trasladar a parte de la comunidad Uigur a regiones chinas dominadas por la mayoría étnica Han para facilitar su asimilación social  y desactivar así el separatismo. Recientemente ha ofrecido recompensas económicas a los matrimonios interétnicos en una provincia de Xinjiang con el mismo objetivo. Se estima que sólo un 1% de uigures y un 1,5% de han viven en hogares interétnicos en una región donde conviven 55 comunidades diferentes, un dato muy significativo de las tensiones intercomunitarias.

El incidente más reciente podría haberse producido el pasado 28 de julio en Yarkand, en la región de Xinjiang: según los medios oficiales chinos, al menos 96 personas murieron en vísperas de la fiesta musulmana del Eid al Fitr –que marca el final del mes sagrado del Ramadán- cuando las autoridades arrestaron a 40 mujeres por llevar hijab (velo islámico): los varones de sus familias protestaron, lo que habría dado pie a enfrentamientos que algunos califican de masacre. La versión de las autoridades chinas, sin embargo, habla de un “ataque organizado y premeditado” donde hombres uigures armados con hachas y cuchillos asaltaron coches y camiones en una transitada carretera.

La industria cultural también se ha contagiado de la tensión. Una carta firmada el pasado 13 de agosto por artistas locales criticaba a los separatistas y a los extremistas religiosos por “cercar la cultura moderna ‘uigur’ y destruir nuestro arte y tradición”, en referencia a la introducción de vestimentas islámicas que cubren a la mujer de la cabeza a los pies.

Muchos dudan de que la serie de animación tenga ningún efecto positivo. El investigador de la Universidad La Trobe de Melbourne (Australia) James Leibold explicaba su escepticismo en un intercambio de correos con The New York Times, donde recalcaba la ironía de que la protagonista de la serie (de 104 episodios) vista velo cuando las autoridades chinas prohíben a las uigures llevar dicha prenda. “El equipo de producción [debo recordar que mayormente ‘Han’] admite saber poco sobre la región y sobre sus gentes. Como sabrá, las tensiones étnicas en Xinjiang están en su máximo nivel en décadas, y muchos ‘uigures’ se sienten asediados por parte de un Estado/partido cuyo intrusismo no para de crecer (...) Como otras producciones ‘Han’, sospecho que la mayoría ‘Uigur’ de Xinjiang lo percibirá como la última pieza de “propaganda étnica unitaria”. Ellos tienen sus propias narrativas sobre Iparhan, donde se recalca la resistencia al imperialismo chino de Quing”.

Sin embargo, los creadores insisten en estar siendo asesorados por uigures e incluso haber elegido como compositor de la banda sonora de la serie a un miembro de esta étnia, buen conocedor de la música tradicional. “El músico debe ser aceptado por ambas comunidades, lo que implica que sea familiar con ambas culturas y estilos musicales, lo cual es difícil”, explicaba el director, Deng Jianglei, al Global Times. Según Jianglei, política y religión estarán ausentes de una serie animada que narrará las aventuras de personajes uigures, han y kazajos (una de las principales minorías de Xinjiang) en la Ruta de la Seda. “Es similar a combatir una guerra ideológica. Si no transmitimos energía positiva, lo opuesto podría ocupar el campo de batalla”, afirmó al diario chino oficialista Global Times el vicedirector de la oficina cultural de Xinjiang, Sheng Jun.

2 Comments
  1. celine says

    Buena historia; debo ser ignorante pero desconocía que estas dos etnias estuvieran tan cerca (y tan lejos). Buena travesía por esa enorme región, Mónica. ¡Suerte con el aprendizaje del chino!

  2. albacora says

    Caramba Sra. Prieto, eliminar mi comentario me indica que decia la verdad. gracias por su claridad, ya nsabemos en que bando milita

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