No es ninguna exageración afirmar que la jornada electoral de este domingo tiene un carácter histórico para la República fundada por Mustafá Kemal Ataturk hace 90 años. La impresionante victoria del HDP (Partido Democrático de los Pueblos) no solamente pone fin al proyecto presidencial e islamista de Tayip Erdogán, sino que traspasa las fronteras turcas para convertir al pueblo kurdo en un factor político internacional de primer orden, si se tienen también en cuenta sus victorias frente a los islamistas, en este caso militares, en Siria e Irak.
Erdogán, que gobierna este país desde hace más de una década, necesitaba 276 parlamentarios para modificar la Constitución a su imagen y semejanza, introduciendo cambios políticos acordes con ese proyecto presidencialista. Pero, para ello, necesitaba que el HDP no rebasara el 10 por ciento de los votos a nivel nacional, requisito imprescindible para tener representación parlamentaria.
La realidad es que resultaba verdaderamente difícil superar ese listón ya que la fuerza de la lista kurda se concentra, lógicamente, en las provincias situadas en el extremo suroriental de la Anatolia. Salvando las distancias, es como si Bildu o Esquerra Republicana intentaran tener más del 10 por ciento del electorado en el conjunto de España.
Por esta razón, las candidaturas kurdas en las anteriores elecciones lo eran a título individual y como candidatos independientes, lo que siempre les había asegurado una horquilla de representación entre los 20 y los 30 diputados, llegando hasta ahora, en total, al 6 por ciento de los votos a nivel nacional.
La sorpresa del domingo es que prácticamente han duplicado ese porcentaje no solo superando el 10 por ciento sino llegando al 13, tras una campaña en que los candidatos del HDP no solo ha sufrido ataques a sus sedes sino también detenciones por parte de la Policía e incluso atentados en sus mítines, como el que dejó en Diyarbakir varios muertos y cientos de heridos.
De esta forma, el HDP podrá formar un poderoso grupo de 80 parlamentarios -31 de ellos mujeres- en la Asamblea Nacional, parlamentarios que, de no haber superado el mínimo del 10 por ciento estatal, habrían ido a parar, fundamentalmente, al gubernamental e islamista AKP (Partido del Desarrollo y la Justicia).
Así, Erdogán no solamente ve bloqueado su camino hacia una Presidencia con grandes poderes que se comparaba con un nuevo “sultanato”, sino que se ve obligado a gobernar en minoría, teniendo serias dificultades para formar un gobierno de coalición con las otras dos grandes fuerzas: el socialdemócrata CHP, con 131 escaños, y los nacionalistas turcos del MHP, con 82 diputados.
Pero de estas elecciones se desprenden otras consecuencias de calado no solo para Turquía sino para todo Oriente Medio.
La primera de ellas es que el AKP se ha desplomado en las provincias del Kurdistán, donde siempre ha tenido un gran peso debido a su componente rural y a una población profundamente religiosa y tradicional. En Diyarbakir, por ejemplo, el voto islamista ha bajado del 32 al 15 por ciento; en Van del 40 al 22, en Sirnak, del 20 al 10 y en Agri del 47 al 18 por ciento. Esto ha hecho que en el caso de Diyarbakir –un millón de habitantes- el HDP se llevara 10 de los 11 parlamentarios en juego, y en la también y turísticas Van, 6 de los 8 que se disputaban.
En las provincias, a nivel general, el voto no es menos sorprendente. En el conjunto de los distritos de Diyarbakir, Sirnak y Hakkari, el voto pro-kurdo ha superado nada menos que el 80 por ciento, y en las de Mardin, Batman, Van y Mus, el 70 por ciento.
Esto indica que el Kurdistán turco, compuesto por una veintena de provincias, ha quedado fuertemente consolidado en torno al HDP, partido al que el Gobierno acusa de ser el brazo político de la guerrilla del PKK, quedando los partidos turcos sin margen de maniobra. Debido a ello, resulta del todo imposible que Ankara siga ahora poniendo obstáculos a un proceso de paz con la guerrilla que, indudablemente, debe culminar en el establecimiento de algún grado de autonomía para esta región.
Asimismo resulta difícil desvincular los resultados de la forma en que Erdogán ha gestionado la guerra siria, en la que, de forma descarada, ha respaldado las opciones islamistas frente a las organizaciones kurdas. Las sucesivas victorias militares en Siria e Irak frente al Estado Islámico –Kobani, Sinyar, zona de Mosul, montes Abdulaziz, cuenca del río Khabur y ahora avances hacia el feudo yihadista de Tel Abyad-, sumada con esta victoria política en Turquía, convierten al factor kurdo en una pieza clave a la hora de reordenar políticamente Oriente Medio.
Pero los analistas turcos elevan todavía un peldaño más el significado político de lo ocurrido el domingo. Buena parte de ellos indican que la superación de ese “imposible” 10 por ciento –colocado precisamente en el sistema electoral para impedir la representación de partidos kurdos- muestra el cansancio de importantes segmentos del electorado hacia la tradicional forma de hacer política en Turquía.
Hartos de que no haya una verdadera alternativa de izquierda, hartos de la deriva autoritaria de Erdogán, el apoyo de una parte de la población turca al HDP es lo más parecido en Turquía al fenómeno de Podemos en España. Incluso hay quien asegura que, si, ante la imposibilidad de gobernar, se adelantan las elecciones, por ejemplo, dentro de un año, los resultados podrían ser mejores y tal vez convertir al HDP en la segunda fuerza del país.
Esta es la razón por la que las candidaturas del HDP han contado con el apoyo de quienes lideraron la llamada “revuelta de Taksim”. Y también por este motivo la copresidenta del HDP, Figen Yuksekdag, se dirigió a sus seguidores al celebrar los resultados con una de las consignas que más se oyeron en Taksim: “Esto solo es el principio; la lucha continúa”.
Una buena noticia en una región del planeta muy necesitada de ellas. Los kurdos son el grupo menos sectario de los existentes en aquellos países, por lo que pueden ser los que encabecen una solución al problema del fanatismo religioso.
Bravo por esa victoria. Siempre recordaré una pequeña manifestación democrática en Bodrum, laica y progresista, en la que se notaba el temor de los manifestantes a posibles represalias. Me encanta ver que podrán estar más tranquilos en un futuro. Ojalá tengan la suerte necesaria para ello.