Nueva oleada de ataques racistas contra los kurdos en Turquía por la ofensiva del PKK

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Demirtash, en el centro, iniciando la marcha de 90 kilómetros desde Midyat a Cizre en Turquía. / HDP
Demirtash, en el centro, iniciando la marcha de 90 kilómetros desde Midyat a Cizre, en el sureste de Turquía. / HDP

Como consecuencia de la muerte de casi 40 militares en atentados y enfrentamientos con el PKK, Turquía ha vivido durante esta semana una nueva oleada de xenofobia anti-kurda con ataques a los locales del Partido de la Democracia de los Pueblos (HDP), incluida su sede central en Ankara, y, de forma indiscriminada, contra trabajadores temporeros o de la construcción, estudiantes, viviendas, comercios y hasta autobuses de línea, solo por el hecho de pertenecer a familias kurdas o proceder del Kurdistán.

Incluso se han registrado varios casos de linchamiento, especialmente contra miembros del citado partido, que es considerado el brazo político del PKK, llegando a registrarse la muerte de un joven de 21 años, Sedat Akbas, que falleció en el hospital Okmeydani de Istanbul debido a la paliza recibida por el simple hecho de estar hablando en kurdo mientras esperaba en una parada de los autobuses urbanos.

En total, según los datos facilitados por el propio HDP, pero también por los distintos medios de comunicación turcos, unas 130 sedes de este partido habrían sido asaltadas, apedreadas e incendiadas. La impresionante bola de fuego en que se convirtieron los locales de la ciudad de Alanya, en la zona más turística de Turquía del Mediterráneo, dan una idea de lo ocurrido, como se aprecia en las imágenes difundidas por la agencia Jinha de Diyarbakir.

La sede del HDP en Alanya presa de las llamas. / Jinha
La sede del HDP en Alanya presa de las llamas. / Jinha

Una de las personas que se encontraba en la sede de Antalya, otro importante centro turístico muy próximo a la anterior ciudad, recibió varias cuchilladas, mientras que los representantes del HDP en Balikesir y Corlu, Bedri Arik y Sehnaz Kaya, respectivamente, fueron apaleados.

En Mugla también resultó con heridas de arma blanca un estudiante. En esta misma ciudad, otro kurdo que había colgado en su Facebook una foto suya vestido de peshmerga fue localizado y llevado a golpes, con las ropas desgarradas, hasta el busto de Ataturk que suele haber en la plaza central de todas las localidades, para obligarle a besar la efigie del “padre de los turcos” y fundador de la República Turca. Como se aprecia en el vídeo difundido por YouTube, la Policía tuvo que intervenir para rescatarlo y llevarlo al hospital.

De acuerdo con los datos difundidos por la prensa, los principales incidentes se registraron a comienzos de semana en la capital, Ankara, donde manifestantes ultranacionalistas recorrieron los barrios habitados por kurdos y alevis, como Tuzlucayir y Zafer, apedreando viviendas, comercios y destrozando vehículos.

Tanto en Mersin como en Konya, Erzurum y Kaiseri han sido atacados trabajadores temporeros y de la construcción, así como autobuses que procedían de las ciudades kurdas del sureste.

Otros incidentes similares se han registrado en Bursa, Malatya, Nigde, Balikesir, Isparta, Tekirdag, Manavgat, Sakarya y muchas otras zonas del país, mientras en la región del Kurdistán continúan los enfrentamientos armados en varias ciudades, donde el Ejército ha llegado a declarar toques de queda con carácter indefinido. Según publicaba el pasado miércoles el diario Zaman, las fuerzas armadas habrían recibido carta blanca para actuar, transfiriendo a los mandos militares la iniciativa legal de llevar a cabo una operación “antiterrorista”, prerrogativa hasta ese momento exclusiva de los gobernadores civiles.

Ante la grave escalada de violencia, el presidente turco, Tayip Erdogan, ha vuelto a repetir que, si hubiera conseguido en las elecciones de junio los 400 parlamentarios que necesitaba para implantar su sistema presidencialista, todo esto no habría ocurrido, confirmando así la extendida tesis de que el verdadero objetivo para reavivar la guerra contra el PKK consiste en apartar al HDP del juego político responsabilizándole de los enfrentamientos armados y, de esta forma, alcanzar en las elecciones anticipadas del 1 de noviembre los escaños suficientes en la Asamblea Nacional.

Familiares de la niña Cemile Cagirga cubren su cuerpo con hielo en Cizre. / Jinha
Familiares de la niña Cemile Cagirga la cubren con hielo para evitar la descomposición de su cuerpo. / Jinha

Una de las situaciones más críticas del clima de guerra que se vive en las regiones kurdas se ha vivido en Cizre, una ciudad de 120.000 habitantes, próxima a las fronteras de Siria y Turquía que ha quedado totalmente aislada del resto del país bajo un toque de queda que ha durado más de una semana sin que apenas trascendieran noticias de lo que estaba ocurriendo en su interior.

Varias comisiones de la Asociación de Derechos Humanos (IHD), de la Fundación de Derechos Humanos (TIHU) y de la Asociación de Abogados de Mesopotamia (MHD) han intentado infructuosamente durante el toque de queda acceder a su interior ya que eran bloqueados por los controles militares levantados en las carreteras. El presidente del HDP, Selahattin Demirtash, junto a otros dirigentes del partido, también han intentado llegar hasta Cizre y, al no poder continuar por carretera, iniciaron, campo través, una marcha de 90 kilómetros junto a cientos de seguidores para asistir a la población de la ciudad bloqueada por el Ejército, siendo detenidos, en pleno monte, de forma sucesiva por unidades especiales de la Jendarma.

En esta localidad, incluso para enterrar a los civiles muertos, que, de acuerdo con distintas fuentes, podrían sobrepasar la decena, se necesitaba un permiso especial del Ejército. Este hecho ha llevado a la dramática situación de que la familia de Cemile Cagirga, una niña de 13 años, ha tenido que cubrirla con bolsas de hielo y después introducirla en un congelador para que su cuerpo no entre en fase de descomposición debido a las altas temperaturas que generalmente se registran en esta parte del país.

Según informa la agencia Jinha, esta niña es el octavo miembro de la familia que fallece debido a la situación de violencia. En 1992, su casa fue bombardeada por el Ejército, muriendo siete personas. Pese a ello, el padre de Cemile, Ramazan, ha intervenido en las iniciativas para llegar a un acuerdo de paz entre el Gobierno y la guerrilla del PKK, aportando su testimonio a una comisión de parlamentarios. “Mientras nos llaméis terroristas –les dijo- no habrá paz. Venid y aceptar la mano que os ofrecemos a pesar de todo nuestro dolor”.

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