Tsipras logra la segunda oportunidad en medio de una gran apatía

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Alberto Pradilla *

Resultados_Grecia
Resultados oficiales obtenidos por los 10 primeros partidos en las elecciones griegas de ayer, 20-9-15, escrutado el 99,50% de los votos. / Gráfico: Wikipedia con datos del Ministerio del Interior Griego.

ATENAS.– «Dimos una batalla muy difícil y estoy contento, porque el pueblo nos ha dado un mandato claro para seguir luchando en el interior y el exterior». Alexis Tsipras, primer ministro en funciones y futuro jefe de Gobierno de Grecia, lanzaba un discurso de pelea nada más reeditar sus victoria en las urnas. Vangelis Maimarakis, cabeza de lista de Nueva Democracia, había admitido su derrota cuando apenas se llevaba el 30% contabilizado. Así que no había duda: el líder de la Coalición Radical de Izquierdas, el político que pasó de héroe a villano en las semanas que transcurrieron desde el épico referéndum de julio hasta la firma del memorándum con la Troika, seguriá al mando. La histórica abstención del 43,45%, da una idea de la apatía generalizada, que ya se puso de manifiesto durante la campaña.

Ahora Tsipras tendrá que lidiar con los recortes que impone el rescate que él mismo negoció y la discusión de la deuda, pendiente desde verano y que las instituciones europeas siempre quieren posponer. En el recuento final Syriza quedó con 145 escaños, es decir, 4 menos que en enero. A mucha distancia (incrementada por los 50 asientos extra que recibe el partido más votado) se mantuvo Nueva Democracia, que soñaba con un resultado ajustado y terminó mirando de lejos a su rival. En realidad todo se movió para quedar casi igual que como estaba antes, incluido el tercer lugar que han vuelto a ocupar los neonazis de Amanecer Dorado con el 6,99% de los votos y 18 diputados, uno más que en los pasados comicios.

Tras un verano vertiginoso toca gobernar. Y rápido. Por eso es previsible que el nuevo Ejecutivo esté formado esta misma semana. Cambios en el modelo económico para orientarlo hacia la justicia social, lucha contra la corrupción y reforzar los lazos en Europa para cambiar la correlación de fuerzas son las líneas maestras del Gobierno que presidirá Tsipras. Anunció las bases programáticas durante un breve discurso en la plaza Klaftmonos, en el centro de Atenas, donde decenas de personas se habían congregado para celebrar el triunfo. Hay que reconocer que la épica no fue la de enero (primera victoria de Syriza) o julio (referéndum). Aunque también es cierto que la política no siempre se basa en la épica. Lo que Tsipras demostró ayer es que la visión de un líder agotado, cuestionado por su propia población y sin apoyos era falsa. Que, en gran medida, los ciudadanos helenos han valorado sus intentos de hacer frente a la austeridad, aunque no lo haya conseguido. Como explicaba Vassilies Skilias, un sindicalista apoderado de Syriza en uno de los colegios del centro de Atenas, «Tsipras intentó todo hasta el punto de convocar el referéndum. Lo contrario era la bancarrota».

La idea de que el responsable del memorándum es Alemania y su inflexibilidad se extiende en Grecia. Por eso se premia a un jefe de Gobierno que dio la imagen de tipo persistente que tuvo que dar un paso atrás ante los chantajes comunitarios. Es lo que considera José Ayala, grecomexicano que votaba el domingo en el colegio de Neos Kosmos, en el centro de Atenas. En su opinión, el principal riesgo al que se enfrenta Grecia es la sensación generalizada de que se vote lo que se vote las decisiones se adoptan a cientos de kilómetros.

Reedición del pacto de gobierno

No iba desencaminado. En realidad, el Gobierno que se forme entre Syriza y Griegos Independientes (derecha nacionalista), que reeditarán el pacto que funcionó desde hace siete meses, tendrá como principal misión gestionar los recortes incluidos en el memorándum que el propio Tsipras pactó. Para recibir los 86.000 millones de euros del rescate el primer ministro heleno tuvo que comprometerse a nuevos hachazos que van desde el fondo de privatizaciones hasta cambios en las pensiones o el modelo laboral. ¿Tendrá bajo la manga algún as de ingeniería legislativa que evite que estas medidas ahoguen aún más a los griegos o las aplicará tal cual, arriesgándose a perder rápidamente credibilidad?

Parece factible pensar que una de las razones de Tsipras para adelantar los comicios fue que estos llegaron antes de que los votantes pudiesen notar los efectos del memorándum. Pero este stand by no va a durar eternamente. Así que, en caso de que no pueda reducir la aplicación de las medidas antisociales, al primer ministro heleno solo le queda negociar bien su otra baza: la deuda. En principio, los acreedores aseguraron en el momento de firmarse el memorándum que en otoño se discutiría la viabilidad de los números rojos griegos. Aunque también es verdad que esta es una promesa que ya se le hizo en su día a Georgos Papandreu (PASOK) o Antoni Samaras (Nueva Democracia), los otros dos jefes de Gobierno que firmaron un rescate. La pregunta es si Tsipras será capaz de verdad de sentar a los socios europeos y hacerles ver una idea que el propio FMI ya planteó: que la deuda griega es impagable y que el sistema actual solo va a perpetuar el hundimiento económico del país.

Si algo aprendió Tsipras de la experiencia del pasado verano es que solo es muy complicado mover ficha en una UE dominada por la intratable Alemania. Así que una de sus estrategias es la de servir de trampolín para el cambio en otros países. El apoyo recibido de Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, Gregor Gysi, de Die Linke, o Pierre Laurent, del Partido Comunista Francés, evidencia que las alianzas serán un elemento estratégico. No es ningún secreto que el primer ministro griego aspira a ser el ariete que abra un ciclo de cambios: España, con Podemos, o Irlanda, con el Sinn Féin, son dos países en los que Syriza ha puesto sus esperanzas.

Fracaso de Unidad Popular

De cara adentro, si algo han clarificado las elecciones es el fracaso de la estrategia de Unidad Popular, la formación que trató de adelantar por la izquierda a Syriza. Capitaneada por Panagiotis Lafazanis, exministro de Industria, su objetivo era entrar en el Parlamento y usar el grupo como altavoz de un discurso euroescéptico y partidario de dejar la moneda común. No consiguió llegar al 3%, lo que supone un duro golpe tanto para la Plataforma de Izquierdas, que constituía la segunda pata de Syriza, como para figuras clave como Yannis Varoufakis. Aunque no participaba en la plancha, el antiguo ministro de Finanzas contraprogramó a Tsipras el día del gran mitin de Syntagma y apoyó públicamente a los escindidos. De poco ha servido. Es curioso pero, con el 2,8% largo obtenido por esta formación y el 0,8% con el que contó Antarsya, grupo de extrema izquierda extraparlamentario, ambos hubiesen entrado en la cámara con una buena representación. Queda pendiente para dentro de cuatro años.

Aunque los más agoreros preveían una legislatura exprés por falta de estabilidad no parece que ese sueño catastrofista vaya a cumplirse. Tsipras, reforzado, regresa para demostrar que «la izquierda no es un accidente». Confía en establecer alianzas en Europa y poder iniciar un nuevo asalto de una guerra que rechaza haber perdido, aunque asume su derrota en una de las batallas clave.

(*) Alberto Pradilla es periodista.
1 Comment
  1. Tsvietaieva says

    Pasar de tener 35 diputados en syriza a no entraren el parlamento indica en donde están algunos,la salida del euro hay que fundamentarla en algo más que palabras, el salto sin paracaídas es algo más que criticar a tsipras de forma gratuita, la debilidad de la izquierda es notable y creo que es debido aa que lo que algunos llaman la vanguardis

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