Convertida la revuelta popular siria en una cruenta guerra civil, el “bloque occidental”, liderado por Turquía y Arabia Saudí, ante la imposibilidad de una intervención militar directa, armó al Ejército Libre de Siria (ELS), pero sus arsenales cayeron en manos de un ascendente islamismo radical y el envío de armas a la oposición quedó interrumpido indefinidamente. Este verano, Turquía logró convencer a EEUU de que podía formar una nueva fuerza islamista moderada y los suministros se reanudaron, hasta que volvieron a caer en manos de los islamistas radicales. El “bloque occidental” se quedaba así, de nuevo, sin un interlocutor válido dentro de Siria.
El pasado 11 de octubre, en la ciudad de Hasaka y tras haber desalojado al Estado Islámico de los barrios meridionales donde se había hecho fuerte, se presentó en esta capital provincial del noreste del país una nueva alianza opositora integrada por kurdos, cristianos y árabes bajo la denominación de Fuerzas Democráticas Sirias. La nueva alianza está compuesta principalmente por las YPG (Unidades de Defensa Popular, con unos 50.000 combatientes kurdos), a las que se han unido el Consejo Militar Asirio (cristianos), algunos restos del Antiguo ELS, como Jaysh al Thuwar (Ejército Revolucionario) o Burkan al Firat (el Volcán del Éufrates), y varias tribus árabes, especialmente los Sanadid. A todos ellos les une su oposición al islamismo radical, de forma especial al Estado Islámico y la Frente al Nusra (Al Qaeda) y la necesidad de encontrar una alternativa al régimen de Bachar al Asad que respete la diversidad étnica y religiosa de Siria.
Pero, para reanudar el envío de armas, EEUU exigió que demostraran su capacidad de vencer al Estado Islámico, enviándoles, de forma condicionada, 50 toneladas de armamento ante la irritación de Turquía, que ve en la nueva alianza la mano oculta del PKK. Pese a que estos grupos ya habían demostrado su capacidad de derrotar al ISIS en Kobani, Tel Abyad y la propia Hasaka, el pasado 3 de noviembre anunciaron públicamente una ofensiva contra Al Hol, una pequeña localidad vital para la comunicación entre Raqqa (Siria) y Mosul (Irak), los dos principales centros de poder dentro del autodenominado Califato.
A partir de ese momento y sin que los yihadistas pudieran hacer nada para impedirlo, fueron informando en Firat News de sus avances día a día, hasta que, a primera hora de la tarde del 13 de noviembre, proclamaban “la liberación” de Al Hol. En total, las Fuerzas Democráticas Sirias habían arrebatado casi 1.400 kilómetros cuadrados y unas 200 aldeas, aparte de la propia Al Hol, planteándose dirigirse hacia Saadadi, en la ruta a Deir er Zor, otra importante ciudad a orillas del Éufrates. Unos días después, y de nuevo a pesar de las protestas de Turquía, EEUU reanudaba el suministro de armas.
De forma paralela, tras un anuncio igualmente público y al otro lado de la frontera sirio-íraquí, los “peshmergas” kurdos hacían lo mismo con Sinyar, el otro punto clave para controlar esta carretera que une Mosul con Raqqa, proclamando la ocupación de la capital de los yezidis ese mismo 13 de noviembre y amenazando Baaj, bastión yihadista al sur de Sinyar.
La pérdida de esta estratégica carretera, que dificulta considerablemente la comunicación dentro del Califato, ha sido uno de los mayores golpes recibidos por el Estado Islámico, poniendo a merced de las fuerzas kurdas la propia ciudad de Raqqa, en Siria, y Tal Afar, cerca de Mosul, aunque la difusión de estos trascendentales acontecimientos quedaron totalmente solapados por los atentados de París, ocurridos solo unas horas después.
Parece fuera de toda duda que la caída de estas dos ciudades forman parte de una misma operación diseñada en colaboración con los asesores militares norteamericanos, presentes en la zona desde hace meses, y también que los atentados de París, ocurridos solo unas horas después, suponen también una venganza por esta nueva derrota militar.
Cuatro días después de los atentados, otros quince grupos de la oposición siria, con presencia en las provincias de Alepo e Idlib, al otro extremo de Siria, anunciaban su adhesión a la nueva alianza opositora, que se consagra así como una verdadera alternativa tanto al islamismo radical como a la sanguinaria dictadura de Bachar al Asad. Tras este anuncio, la incógnita está de nuevo en la actitud de Turquía, que se niega a que estas fuerzas actúen contra el Estado Islámico en la margen occidental del río Éufrates, volviendo a poner sobre la mesa la necesidad de una “franja de seguridad” bajo su control al norte de Alepo, a riesgo de que esa operación dirigida por Turquía, supuestamente también con apoyo occidental, provoque un nuevo conflicto con las Fuerzas Democráticas Sirias.
Según las declaraciones a la agencia Ara News de uno de sus principales dirigentes, Husein Kocher, la conquista de Al Hol solo es “el primer paso hacia la liberación de toda Siria”, presentándose ante la coalición internacional como la principal fuerza sobre el terreno en la lucha contra el Estado Islámico, como el verdadero interlocutor de la oposición en esta nueva fase de la guerra ante Francia, EEUU y Rusia, en una hipotética negociación con el régimen de Bachar al Asad e incluso como embrión de unas nuevas fuerzas armadas que sustituyan a las hasta ahora controladas por la minoría alawi.
Nunca, jamás, hubo una revuelta popular en Siria. Solo mercenarios yihadistas pagados por el imperialismo para derrocar al -nos guste más o menos- legal y legítimo presidente Bashar Al Assad para acrecentar el poder de Israel y hacerse con sus recursos naturales.
Ningún presidente es legítimo si en el país no hay libertad de prensa, de asociación y elecciones libres. En Siria nunca ha habido elecciones democráticas.
Estoy deacuerdo con en enante. Pero entonces se puede bombardear Arabia saudí egipto Marruecos… Ya que tampoco cumplen los requisitos de enante