El Gobierno italiano conoce desde hace más de un año la desaparición de miles de niños refugiados

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Mónica Bernabé *

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Niños refugiados sirios en el campamento de Qab Elias, en Líbano. / Wael Hamzeh (Efe)

ROMA.– Europol ha dado la voz de alarma. La semana pasada alertó de que hasta 10.000 menores extranjeros que inmigraron solos a Europa podrían haber caído en manos de mafias o simplemente han desaparecido. Muchos, en Italia. Sin embargo, el dato no es nuevo. Era un secreto a gritos, que ya no se podía ocultar más.

El Ministerio de Trabajo y Políticas Sociales italiano publica cada mes un informe con el número de menores extranjeros no acompañados registrados en su territorio, en el que especifica cuántos de esos niños están en sus centros de acogida y a cuántos les ha perdido la pista. A principio del año pasado el ministerio facilitaba estas estadísticas disgregadas por sexos y los datos ya eran bochornosos. La mitad de las niñas que llegaba a Italia desaparecía irremediablemente, sin que las autoridades supieran qué ocurría con ellas. Las cifras globales tampoco eran nada halagüeñas. El 31 de enero de 2015 había 13.369 menores no acompañados registrados en Italia, pero el 26% no se sabía dónde estaba.

En abril del año pasado el ministerio modificó sus estadísticas. Dejó de separarlas por sexos, y cambió el formato de su informe para que quedara más camuflado el número global de menores a quienes había perdido la pista. ¿Por qué? En tan sólo un mes, el número de niños perdidos había aumentado del 26% al 38,5%. En diciembre pasado, la situación ya era una bomba de relojería: de 18.056 menores registrados, se desconocía el paradero de 6.135.

"El problema es que la acogida que se realiza es pésima y lleva mucho tiempo abrir un procedimiento de tutela", explica la abogada Alessandra Ballerini, de la asociación Terre des Hommes, que ofrece apoyo psicológico y formativo a menores inmigrantes en Italia. "Esto hace que estos niños y jóvenes pongan su vida en manos de cualquiera para que les lleve a otra parte. A Alemania o Suecia, donde creen que serán tratados mejor", sigue relatando. "Es vergonzoso lo que ocurre en Italia", insiste Ballerini. "En la isla de Lampedusa, los menores deben estar encerrados en una especie de jaula en el centro de acogida durante dos o tres semanas junto a centenares de adultos, sin ningún tipo de separación y con sólo seis retretes para todos", describe la abogada. Además, con la crisis de refugiados en los Balcanes, el foco internacional ha desapareciendo de Italia, y esto ha aumentado la situación de impunidad en el país.

Save the Children publicó en agosto en Italia el informe Pequeñas esclavas invisibles. Jóvenes víctimas de tráfico y explotación, cuyo título pone en evidencia la realidad de la que Europol ahora se hace eco. La organización ya alertaba en dicho informe sobre el destino de las menores de Nigeria, país de donde proceden la mayoría de niñas que llegan a Italia. "Las mafias las utilizan para que ejerzan la prostitución", asegura Michele Prosperi, de Save the Children. "La mayoría llegan engañadas, con la esperanza de encontrar un trabajo", apunta. Un total de 1.006 menores nigerianas llegaron a Italia en 2015, según cifras facilitadas por esta asociación. Ballerini da más detalles: "Muchas de estas niñas desembarcan con un número de teléfono que les facilitaron en Nigeria. Cuando llegan a Roma, llaman pensando que les van a dar un empleo, pero no es así. Las fuerzan a prostituirse". Y una vez dentro de ese círculo, es difícil salir. Sea como sea, las autoridades italianas les pierden el rastro, y tampoco hay ningún adulto que reclame por ellas.

Existen otros datos surrealistas. Según estadísticas del 31 de diciembre de 2015, el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales italiano conocía el paradero de 686 menores no acompañados somalíes, pero había perdido la pista a 1.459, el 68% del total. Lo mismo le ocurrió con afganos, eritreos y egipcios. Ignoraba qué había sucedido con el 66% de los menores de Afganistán (en total 649 niños), el 57% de los eritreos (1.571), y el 32% de los egipcios (1.325). Habían desaparecido de los centros de acogida por arte de magia y, como nadie se hace responsable de su tutela, todo el mundo se lavó las manos.

Los menores afganos suelen llegar a Italia por el norte, a través de la ruta balcánica, aunque algunos también lo hacen escondidos en barcos que atracan en los puertos de Venecia y Ancona, o en la región de Puglia. En cambio, los somalíes, eritreos y egipcios siempre alcanzan Italia por mar, en una peligrosa travesía por el Mediterráneo. Excepto los egipcios, todos estos niños o adolescentes tienen como objetivo llegar a un país del norte de Europa, donde disponen de un familiar o un conocido que los espera, explica el representante de Save the Children. "Lo más lógico sería facilitar esta reunificación familiar", declara Prosperi. De hecho, el resultado está a la vista. Estos menores siguen su camino en solitario, a menudo a merced de grupos criminales. "Si fácilmente engañan a un inmigrante adulto, más aún a un menor. Se convierten en personas especialmente vulnerables", lamenta la abogada de Terre des Hommes, que considera urgente que Italia modifique su legislación para ofrecer una protección real a estos menores y deje de mirar hacia otro lado.

(*) Mónica Bernabé es periodista.
4 Comments
  1. rosa says

    ¿Cómo no existen mecanismos de control que eviten estos casos? ¿Es posible que esto suceda en Italia y su Gobierno y la UE no investiguen?
    Y los países vecinos,como el nuestro, ¿no tienen nada que decir ?
    ¿Unicef está haciendo algo al respecto?

  2. Carlos A m says

    Tienen que ayudar a buscar los niños
    Desaparecidos

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