Orhan Pamuk: «Europa ha renunciado a todos sus valores frente al Gobierno turco»

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Refugiados sirios perteneciente a la presente oleada provocada por el avance de las tropas gubernamentales. / Sedat Suna (Efe)
Refugiados sirios de la nueva oleada provocada por el avance de las tropas del régimen al norte de Alepo. / Sedat Suna (Efe)

“Europa ha renunciado a todos sus valores frente al Gobierno de Turquía” y está “haciendo la vista gorda” respecto a la situación de los derechos humanos, “maniatada”, porque la necesita en la lucha contra el ISIS y para resolver la crisis de los refugiados sirios. Quien hizo estas declaraciones no es un radical grupo izquierdista anti-sistema sino Orhan Pamuk, Premio Nobel de Literatura 2006, una de las voces más prestigiosas de Turquía y sus manifestaciones, realizadas al periódico Zaman, representan un amplio estado de opinión en la sociedad turca hacia la actitud de la Unión Europea respecto a lo que está ocurriendo en ese país.

Y la realidad es que, desde que estalló esta crisis, ninguna voz autorizada se ha levantado frente al encarcelamiento de destacados periodistas, como Can Dundar y Erdem Gul, a los que se pide cadena perpetua por denunciar el envío de armas a Siria, o frente al procesamiento de centenares de profesores por exigir el fin de las masacres en el Kurdistán y el retorno a la mesa de negociaciones con el PKK, una guerrilla que lleva más de tres décadas luchando por los derechos del pueblo kurdo de Turquía.

A este valioso aliado de la Alianza Atlántica, como dice Orhan Pamuk, prácticamente se le está permitiendo todo por razones de carácter estratégico, incluidas las ejecuciones sumarias y el bombardeo indiscriminado de núcleos urbanos. La Fundación Turca de Derechos Humanos ha contabilizado, entre el 16 de agosto de 2015 y el pasado 5 de febrero, 224 civiles muertos como consecuencia de estas operaciones militares, entre ellos 42 niños y 31 mujeres. Una treintena de estas personas murió debido a que se impidió que llegara a tiempo la asistencia médica a la que tenían legalmente derecho (en la página en turco de la Fundación  se publican los gráficos y nombres completos de estas personas).

El último de estos casos ha sido denunciado por los partidos BDP y HDP en la ciudad de Cizre, donde el Ejército intenta desalojar, desde hace dos meses, a grupos armados de autodefensa. De acuerdo con las denuncias internacionales de esos dos partidos, decenas de personas habrían muerto en dos edificios cercados desde hace días por el Ejército, que habría impedido el acceso a la zona de las ambulancias medicalizadas para atender a los heridos.

Ahora también se acepta a Turquía la excusa de carecer de medios humanos y económicos suficientes para hacer frente a la nueva oleada de refugiados provocada por el avance de las fuerzas de Bachar al Asad al norte de Alepo. Es lógico que no pueda hacerlo porque buena parte de sus fuerzas militares, policiales y recursos económicos se están concentrando en la vasta ofensiva contra la población kurda que ya dura seis meses y que ha provocado la destrucción de barrios enteros, como el valioso casco histórico de Diyarbakir, además de cientos de miles de desplazados.

Pero lo más sorprendente de esta gravísima situación es que Ankara ha actuado con el explícito respaldo de sus aliados de la OTAN, cuando, paradójicamente, hace un año, concretamente el 28 de febrero de 2015, el Gobierno de Tayip Erdogán  estableció con el PKK el llamado Acuerdo de Dolmabahçe para poner fin de forma definitiva a este largo conflicto.

La última gran concesión a Turquía es aun más grave. Bajo el argumento de que se trata de una organización terrorista, Turquía, con el apoyo de Arabia Saudí, ha amenazado con torpedear las conversaciones de Ginebra para la paz en Siria si participaba el Partido de la Unidad Democrática (PYD), la principal organización kurda de Siria. Como es sabido, el PYD y sus Unidades de Defensa Popular, más conocidas por las siglas YPG, son los principales aliados de EEUU y Francia en lucha contra el Estado Islámico, por lo que ambos países y también otro europeos junto a Rusia, no las califican como organización terrorista. En realidad, dentro del ámbito occidental, solo Turquía, y al parecer el Ministerio Interior de España, utilizan tal catalogación.

Por el contrario y con el mismo empeño, Turquía y Arabia Saudí han defendido la presencia en la mesa de negociaciones de Ginebra de los grupos Jaish al Islam y Ahrar al Sham, ambos de orientación salafista y enemigos de que Siria, en este proceso negociador que se ha abierto bajo los auspicios de la ONU, recupere la diversidad religiosa y cultural que siempre ha caracterizado a este país.

En aras de que las conversaciones pudieran comenzar, finalmente el PYD y las YPG no fueron invitadas al encuentro de Ginebra, manteniendo contactos paralelos con los principales promotores de este proceso de paz. Por ejemplo, justo en esos primeros días de conversaciones, una comisión norteamericana, presidida por Brett McGurk, enviado especial del presidente Obama para la lucha contra el Estado Islámico, se reunió con los dirigentes del PYD en Kobani.

Erdogán, envalentonado por las concesiones de la Unión Europea, incluso se ha atrevido a desafiar a EEUU, exigiéndole elegir entre Turquía y los terroristas de Kobani. Habrá que esperar a la reunión de la Alianza Atlántica de este jueves para comprobar si, a la hora de la verdad, los países europeos y EEUU se deciden por la defensa de los derechos humanos o bien lo hacen, como desgraciadamente suele ocurrir, por los intereses de valor estratégico y económico representadas por la Turquía de Erdogán.

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