Tayip Erdogán culmina su contragolpe retomando el proyecto de la plaza Taksim

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Pancarta pidiendo la pena de muerte contra los "gulenistas" en la plaza de Taksim. / Bianet
Pancarta pidiendo la pena de muerte contra los "gulenistas" en Centro Cultural de la plaza de Taksim (Estambul) / Bianet

Incluso más que las 50.000 personas detenidas o destituidas de sus cargos en el seno de las fuerzas armadas, el sistema judicial, la enseñanza o la Administración, la firme promesa realizada ante una multitud de resucitar el “proyecto Taksim” muestra hasta qué punto Tayip Erdogán está dispuesto a dirigir Turquía con mano de hierro.

Tras la reurbanización de la plaza Taksim, iniciada en junio de 2013, se ocultaba el intento de acabar con un verdadero icono para las fuerzas democráticas y progresistas de Turquía, ya que es epicentro de la zona de Estambul más laica y europeísta, además de tradicional lugar de concentración para las organizaciones de izquierda, especialmente durante las celebraciones del 1º de Mayo.

El citado proyecto suponía acabar con la actual amplitud de esta plaza volviendo a levantar un antiguo cuartel de Artillería, ahora inexistente, sobre los jardines aledaños, construyendo una nueva mezquita y sustituyendo el actual Centro Cultural Ataturk, aglutinador de numerosas actividades cívicas, por un gran Teatro de la Ópera. Cuando hace tres años comenzaron a trabajar las excavadoras, una impresionante movilización popular logró paralizar el proyecto, desencadenando actos de protesta por toda Turquía y, hasta la fracasada intentona golpista, el Gobierno de Erdogán no se había atrevido a resucitar esta frustrada iniciativa urbana.

Ahora, el presidente turco se siente con la fuerza suficiente para asegurar que todas esas obras saldrán adelante, haya o no haya oposición a las mismas, dejando bien claro que utilizará todas las medidas represivas a su alcance para impedir cualquier nuevo movimiento de oposición a sus decisiones, incluida la declaración de tres meses de Estado de Emergencia, como han aprobado este miércoles tanto el Consejo de Seguridad Nacional como el Gobierno de Ankara.

El desafío a quienes estén pensando en contradecir su forma de gobernar es solo equiparable al desprecio que mostró en esa misma alocución hacia la Unión Europea ante sus seguidores, cuando se comprometió a reinstaurar la pena de muerte pese a las explícitas advertencias de Bruselas de que en ningún país miembro o que desee pertenecer a la UE puede existir la pena capital.

Se podría decir, por lo tanto, que la reactivación del “proyecto Taksim” corona la demostración de fuerza que Erdogán está realizando con una depuración generalizada en todas las estructuras del Estado turco, sin respetar siquiera la independencia del Poder Judicial o la necesaria autonomía que debe tener cualquier sistema universitario en un país democrático.

De acuerdo con las distintas informaciones divulgadas por la prensa turca, el número de detenidos, depuraciones, procesamientos o personas investigadas se acercaría ya a los 50.000, afectando a todos los sectores de la Administración, aunque de forma especial al Ejército, la Policía, la Justicia y al sistema educativo. De acuerdo con estos datos, las personas afectadas se distribuirían de la siguiente forma:

  • Ejército: 6.000 militares, entre ellos 118 generales y almirantes, y 262 jueces militares.
  • Ministerio del Interior: 9.000 (incluidos más de 8.000 policías y gendarmes, 30 gobernadores provinciales y 47 gobernadores de distrito)
  • Gabinete del Primer Ministro: 257 funcionarios
  • Sistema judicial: 3.000 jueces y fiscales
  • Sistema educativo: 15.200 profesores
  • Universidad: 4 rectores (universidades Gazi, Dicle, Yalova y Politécnica de Yelci) y 1.577 decanos (1.176 de centros públicos y 401 privados).
  • Ministerio de Finanzas: 1.500 funcionarios
  • Medios de Comunicación: 24 cadenas de televisión y radio cerradas; retirada del carnet de prensa a 34 periodistas.
  • Ministerio de la Familia y Asuntos Sociales: 393 funcionarios
  • Dirección de Asuntos Religiosos: 492 empleados, entre ellos varios muftis (responsables religiosos) provinciales.

Se da la circunstancia de que, entre los depurados, se encuentra Huseyin Avni Mutlu, que era precisamente el gobernador de Estambul cuando estalló la Revuelta de Taksim el año 2013. Tras esta grave crisis, Avni fue apartado de cargos públicos con capacidad ejecutiva y arrinconado en unas oficinas puramente burocráticas.

No menos significativa es la gigantesca pancarta desplegada por los seguidores de Erdogán tapando la fachada del Centro Cultural de esta plaza. Según ha difundido la red de noticias alternativa Bianet, se puede leer: “FETO, perro del Diablo: Os vamos a colgar a vosotros y a vuestros perros con vuestro propios collares. Con el permiso de Alá, ondearemos la bandera de la democracia en los cielos”.

La siglas FETO responden a Organización Terrorista Fethullhahista, el nombre que ahora reciben los seguidores de Fethullah Gulen, antiguo aliado de Erdogán y líder de una corriente más pragmática del islam, a la que Tayip Erdogán considera responsable de la intentona golpista, aunque, en realidad, la depuración se está realizando contra todos los sectores opuestos a la política del actual presidente turco.

En medio de tal paranoia, el Gobierno ha prohibido la salida del país a los funcionarios públicos y quien quiera viajar al extranjero debe facilitar previamente sus datos personales por si existe algún cargo contra él. Y hasta la Dirección de Asuntos Religiosos se niega a celebrar funerales por los golpistas muertos durante la asonada, siendo varios ayuntamientos los que se niegan a enterrarles, como está ocurriendo en Estambul, donde su alcalde, según informa el periódico Turkish Daily News, está acondicionando una parcela aparte que ya tiene el nombre de “Cementerio de los traidores”.

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  1. […] de Manuel Martorell, publicado em cuartopoder.es. Tradução de Carlos Santos para […]

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