La policía del Kurdistán iraquí “secuestra” durante un mes al periodista Ferran Barber

  • Especialista en las minorías cristianas de Oriente Medio, fue detenido el 7 de agosto cuando abandonaba un valle habitado por cristianos asirios
  • Ha sido acusado de terrorista y de intentar cruzar la frontera de forma ilegal
  • Durante cuatro semanas no ha podido conectar con el exterior, no ha tenido asistencia letrada ni comparecido ante un juez
  • Ha permanecido hacinado en una celda de 50 metros cuadrados con otros 150 detenidos en lo que denomina “un sistema brutal de tortura”

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Tras vivir una experiencia propia de El expreso de medianoche, el periodista español Ferran Barber ha podido salir este domingo del Kurdistán iraquí, donde ha estado detenido durante cuatro semanas de forma irregular por la Asayish, la policía política del Gobierno Regional controlado por el clan Barzani, uno de los dirigentes históricos de esta parte de Irak.

Fernando Pérez Barber -nombre completo de Ferran- es un periodista independiente especializado en minorías de Oriente Medio, sobre todo en las distintas comunidades cristianas, sobre las que realizó un amplio documental el año 2004 tras recorrer durante tres meses distintas zonas de Turquía, Irán e Irak, incluidas las ciudades de Bagdad, Mosul y Teherán, publicando dos años después el libro En busca de los cristianos de Irán e Irak, editado por Barrabés, en los que ya advertía de los peligros que acechaban a esta minoría en toda la región.

Actual colaborador de Público y El Mundo y anteriormente responsable de la edición Tierra Estella del Diario de Navarra, Ferran Barber es en la actualidad en el principal especialista español sobre los movimientos cristianos de Oriente Medio, aunque también ha realizado trabajos sobre los yezidis, principales víctimas del Estado Islámico, y Rojava, la región kurda de Siria, actualmente gobernada igualmente de forma autónoma por las Fuerzas Democráticas Sirias con el apoyo de Estados Unidos y Francia.

Portada del libro que publicó en 2006 sobre la minoría cristiana.

De acuerdo con el propio testimonio de Ferran, volvió a Irak el 18 de julio por el aeropuerto de Suleimaniya, en la zona administrada por la UPK (Unión Patriótica del Kurdistán), con un equipo de televisión alemán para realizar un reportaje sobre los voluntarios extranjeros integrados en las YBS (Unidades de Protección de Sinyar), comarca al oeste de Mosul habitada mayoritariamente por yezidis y donde hace cinco años el Estado Islámico perpetró un verdadero genocidio contra esta religión no musulmana.

En ese momento, el equipo de Ferrán tenía autorización del Gobierno Regional del Kurdistán (KRG), con capital en Arbil, para realizar este reportaje y también para cruzar la frontera Siria y volver aentrar en Rojava por el paso de Feish Habur, pero, antes, Ferrán decidió ir al valle cristiano de Nahla, próximo a la frontera con Turquía, que ha ha visitado en otras ocasiones y donde también tiene presencia el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).

Fue al salir de este lugar el 7 de agosto, cuando fue detenido por miembros de la Asayish, que lo condujeron primero a la ciudad de Akra y después, esposado y bajo la acusación de “terrorismo”, a un centro de detención en la ciudad de Arbil, donde tiene su sede el Gobierno presidido por Nechirvan Barzani.

Aquí ha permanecido prácticamente secuestrado, sin ningún contacto con el exterior, sin poder informar de su situación a la Embajada española en Bagdad ni a su familia, sin asistencia letrada ni haber comparecido en ningún momento ante un juez con una acusación determinada, compartiendo, en condiciones infrahumanas, una de las seis celdas de unos 50 metros cuadrados con otras 150 personas.

Ferran Barber, en el valle de Nahla, habitado por cristianos y próximo a la frontera con Turquía, poco antes de ser detenido.

Según ha explicado nada más salir de esta prisión, entre los detenidos se mezclaban miembros del Estado Islámico, del PKK, opositores políticos al KRG, drogadictos, menores de edad y ancianos, algunos encarcelados durante meses sin esperanzas de salir. Se trata, explica Ferran, de un “sistema de tortura brutal, con normas muy precisas para castigar a los presos; un sistema de hacinamiento para reprimir la actividad política de la oposición, porque una parte significativa de los presos son opositores políticos”.

Ferran explica que las condiciones de hacinamiento son tales que era imposible dormir, teniendo que acostarse los presos de lado, y con dificultades para respirar debido al olor existente en la celda; “un olor terrible como el de la santina de un barco negrero”, recibiendo una comida con tomates podridos y un plato de arroz blanco que a veces tenía una docena de alubias o garbanzos contados.

“He visto mear sangre –sigue relatando- sin que acuda un médico porque no hay médicos, solo una farmacia regida por dos policías brutales; el último día le metieron una paliza a un famoso cantante kurdo que fue a pedirles algo cuando sufría un síndrome de abstinencia provocado por la heroína. Lo dejaron prácticamente sin sentido y tuvimos que traerlo en brazos el resto de los presos. Esa noche durmió entre mis brazos en el wáter, un sucio agujero que compartimos más de un centenar y medio de personas”.

La línea roja discontinua indica el recorrido de Ferran durante su última estancia en Irak.

Desde que se conoció la detención de Ferran Barber, tanto Reporteros Sin Fronteras como colegas periodistas que lo conocemos comenzamos a hacer gestiones para conocer cuál era su situación y lograr su puesta en libertad. De forma oficial, las autoridades kurdas comunicaron a la Embajada de España en Bagdad que había sido detenido por intentar cruzar ilegalmente la frontera, supuestamente de Siria, versión que Ferran no podía desmentir o puntualizar porque ni siquiera se permitió verle a un representante de la Embajada, hasta el día 3 de septiembre, momento en que se anunció que sería liberado, cosa que ocurrió al día siguiente, después de haber estado recluido de forma irregular durante prácticamente un mes.

“He salido completamente destrozado de ese agujero”, explica Ferran, que dice haber perdido doce kilos y estar “físicamente muy debilitado”. “Pero en ningún momento –añade-  flaqueé psicológicamente porque tenía muy claro por qué estaba ahí, por ejercer un periodismo de forma independiente”. Según le informaron, sería deportado para no volver nunca más al Kurdistán iraquí, aunque  ha anunciado que en cuanto llegue a España relatará con todo detalles lo que para él ha sido “un secuestro en toda regla” y denunciará el “limbo legal” en que se encuentran las personas que ha dejado atrás.

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