PERFIL

Sanna Marin, la presidenta feminista y millennial se enfrenta al test de la covid-19

  • La epidemia de la covid-19 es el primer gran examen del nuevo gobierno de Finlandia
  • Es la mujer más joven del mundo al frente de un país y dirige un Ejecutivo de coalición junto a las líderes de otros cuatro partidos
  • Por un lado, tiene que mantener a raya en las encuestas al partido de los Verdaderos Finlandeses. Por otro lado, velar por la armonía de un Ejecutivo formado por cinco partidos de centro-izquierda 

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La llegada de Sanna Marin al poder en Finlandia en diciembre del año pasado dio la vuelta al
mundo. Con 34 años, se trataba de la líder más joven del mundo, ahora es la segunda,
sobrepasada por el austriaco Sebastian Kurz. Por si fuera poco, Marin accedió al poder gracias a
una coalición con otros cuatro partidos, todos liderados por mujeres. La foto de la nueva líder con
sus cuatro nuevas ministras apareció en multitud de portadas de diarios del mundo. Cinco
mujeres, cuatro de ellas menores de 35 años, al frente de uno de los países más avanzados del
mundo. Una imagen que es un icono de que sí es posible que las mujeres accedan a los
puestos más importantes de un país.

Antes de ser primera ministra, Marin había sido ministra de Transporte durante seis meses y
diputada del parlamento nacional al que llegó después de haber sido concejal en la ciudad de
Tampere. Una carrera meteórica pero que no ha sido nada sencilla. La historia de Sanna Marin es
una de determinación, trabajo y superación personal. Criada por una pareja de dos mujeres, Marin
tuvo que sufrir en su infancia la necesidad de guardar silencio sobre su situación en casa. Su
familia, además, está lejos de ser de origen privilegiado. Ya durante la universidad, trabajó como
panadera, repartidora de revistas, cajera y dependienta para pagarse sus estudios en Ciencias
Políticas a la vez que entraba al Partido Socialdemócrata con solo 20 años.

Un pasado modesto que no la avergüenza en absoluto. Al proclamarse como primera ministra, el
ultraderechista ministro de Interior de la vecina Estonia se rió de ella llamándola cajera y poniendo
en duda su capacidad. Su respuesta no tiene precio: "Estoy extremadamente orgullosa de
Finlandia. Aquí el hijo de una familia pobre puede educarse y alcanzar sus objetivos en la
vida. Y una cajera de supermercado puede convertirse incluso en primera ministra”.

Ella es la imagen perfecta del sistema finlandés: una mujer que consigue llegar al puesto más
importante gracias a una educación pública de calidad y una igualdad de oportunidades real.
Se metió en política precisamente para pelear por que eso siga siendo posible en Finlandia: la
libertad, igualdad y solidaridad, con un componente ecologista muy fuerte, son sus valores según
explica en su propia web.

Para conocer su vida, como buena millennial, basta con echar un vistazo a su Instagram, con una
imagen muy cuidada, y que gestiona ella misma. Las fotos hablan por sus ideas políticas: se le
puede ver en una manifestación del Orgullo Gay, con sus ministras posando para el Día de la
Mujer, o dando el pecho a su hijo, que ahora tiene dos años.

En el Gobierno, Sanna Marin lo tiene la difícil tarea de mantener un doble equilibrio. Por un lado,
tiene que mantener a raya en las encuestas al partido de derechas populista de los Verdaderos
Finlandeses, que tiene solo un escaño menos que los socialdemócratas en el Parlamento. Por el
otro, tiene que velar la armonía en un Ejecutivo formado por cinco partidos de centro-izquierda,
pero cada uno con sensibilidades diferentes: los Verdes, dirigidos por la también carismática Maria
Ohisalo, Katri Kulmuni, del Partido del Centro, Li Andersson, de la Alianza de la Izquierda, y Anna-
Maja Henriksson, del partido de la minoría sueca.

El carácter progresista de Marin no le ha llevado a cambiar, sin embargo, la postura tradicional de
su país en Europa respecto a asuntos como la emisión de deuda conjunta. Junto con otros países
del norte del continente con gobiernos conservadores, como Países Bajos, Alemania, y Austria, se
ha opuesto frontalmente a la creación de eurobonos o de cualquier emisión de deuda conjunta a nivel europeo. “No apoyamos la deuda conjunta y cada país debería ser responsable de su
propia política económica”, ha dicho tajante la ministra de Finanzas, Katri Kulmuni.

Gestión del coronavirus

El coronavirus está siendo el primer gran test de Sanna Marin al frente de Finlandia. Y de
momento lo está pasando con nota: el suyo es uno de los países menos afectados de Europa.
La covid-19 solo ha dejado poco más de 200 muertos en Finlandia, 39,3 muertes por millón de
habitantes. Frente a las 524 muertes por millón de España, las 462 de Italia, o las 262 de su
vecina Suecia.

La gestión al frente de la crisis de Sanna Marin le ha granjeado bastantes elogios. A mediados de
marzo decretó el estado de alarma que de momento tiene cerradas las fronteras, los bares,
restaurantes, museos, teatros, bibliotecas y colegios. Las guarderías nunca llegaron a cerrar, al
considerarse imprescindibles “para el funcionamiento básico de la sociedad”.

En uno de los movimientos que ha resonado con más fuerza en el resto del mundo, Marin ha
recurrido a una red de influencers contactados por el Gobierno, a los que ha considerado como
“operadores críticos”, como enfermeras o médicos, para extender los mensajes oficiales en la
lucha contra el coronavirus. “Podemos llegar a una gran parte del público en Finlandia a través de
los canales oficiales de comunicación y los medios, pero está claro que los mensajes no llegan
siempre a todos los grupos de población”, decía el director de comunicación del Gobierno, Päivi
Anttikoski, citado por The Guardian.

Finlandia ha podido además echar mano de un fondo de reserva con mascarillas y material
médico que guarda el Gobierno para casos de crisis extraordinaria, acumulado desde la época de
la Guerra Fría, debido a su cercanía con Rusia. Era la primera vez que se usaban estas
reservas.

Uno de las decisiones más radicales que Sanna Marin ha tomado durante la crisis es el
aislamiento de la región en la que se encuentra la capital, Helsinki, en la que viven 1,7 millones de
personas. Una restricción que separó del resto del país a la región durante más de 20 días, hasta
el 19 de abril.

Finlandia entra ahora en una fase de desescalada mucho menos restrictiva que la de España. A
partir del día 14 de mayo, los niños volverán a las escuelas, para finalizar un curso que
terminará a finales de mes. A partir de ese mismo día, se permitirán las reuniones sin límite de
número de personas, aunque los eventos de más de 500 seguirán estando prohibidos hasta el fin
de julio. Una apertura que forma parte de una estrategia de tests masivos, basados en “testar,
seguir, aislar y tratar”.

De momento, parece complicado que la popularidad de Sanna Marin vaya a caer. Desde que
accedió al poder en diciembre, su partido ha pasado de caer en picado en las encuestas -Marin
llegó al Gobierno después de que su predecesor socialdemócrata no gestionara bien una huelga
del personal de correos - a un ascenso constante. Del 14% de intención de voto de hace unos
meses, en Marin ya está empatada en el 20% de intención de voto, en un empate técnico con sus
rivales de los Verdaderos Finlandeses. La utopía del Gobierno de las cinco líderes sigue.

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