‘Del desencanto al populismo. Encrucijada de una época’

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Jorge Alemán y Germán Cano
Portada de 'Del desencanto al populismo. Encrucijada de una época', de Jorge Alemán y Germán Cano. / Ned Ediciones

La irrupción del enigma del populismo en la esfera pública tiene hoy a periodistas, estudiosos, activistas y demás navegantes devorando ávidamente cuanto se escriba sobre el tema en la red. Orientarse no siempre es fácil, porque el término alude en distintos autores a distintas realidades: a un momento en la historia de los regímenes políticos, a un método para la intervención política o a la lógica misma que fundamenta el hecho político. Además, en los medios se usa como insulto inespecífico, sinónimo de demagogia. En su acepción más íntegra, Populismo refiere a un corpus teórico propio, en curso, que bebe del postmarxismo (ojo, no anti-), de la filosofía del lenguaje (y las teorías del discurso) y también de Freud y la teoría psicoanalítica.

Como filosofía política implicada en las disputas de su época, el populismo goza de enemigos acérrimos, defensores pragmáticos, detractores bien informados e incondicionales acríticos, pero sobre todo de un ejército de opinadores a sueldo que lo esgrimen como problema o solución sin haberse interesado por procesarlo en su espesor teórico ni en sus realizaciones políticas. En este guirigay en el que el tiempo aún no ha distinguido a los autores de referencia de los que barrerá el olvido, en el que los puentes y murallas con otros paradigmas se reconstruyen y derriban cada día, no en la tranquilidad de la biblioteca sino en la agitación de las trincheras discursivas, llega este libro a cuatro manos, las de dos partisanos ineludibles en esos frentes de la palabra. Para quien siga los debates candentes de la actualidad política y por tanto conozca ya a Jorge Alemán y a Germán Cano, el libro constituye un aporte muy enriquecedor a su capacidad para leer el presente y enmarcar sus claves intelectuales.

No estamos ante un manual, ni una introducción didáctica, tampoco ante un ensayo estructurado con vocación de exhaustividad. Estamos en cambio ante algo seguramente más necesario en tiempos de incertidumbre teórica, de desestabilización de los paradigmas tradicionales en lo político y en lo académico: una conversación. Un delicioso diálogo que no transcurre con la ortopedia sistemática de los tratados, ni la curva dramática de las argumentaciones cuidadosamente narrativizadas, sino que fluye con la afabilidad y naturalidad de una charla entre amigos y compañeros de militancias, involucrándonos amablemente en su complicidad.

Ello no le resta precisión o intensidad, al revés. Precisamente por seguir reglas conversacionales, acude sin excusas a los focos de interés encendidos, no para tratar de apagarlos, sino demorándose en dibujar su contexto, sus raíces culturales, para anudar nuevas conexiones que relacionen un lado y otro del atlántico, marxismo y postmarxismo, modernidad y postmodernidad, partido, movimiento e intelectualidad, el dilema urgente con el antecedente que lo alimenta, etc. En ese sentido, el lector no debe esperar deshacer ningún bucle, a menos que sea para descubrir otros más serios. No es un viaje en búsqueda de certidumbres, nos interpela “desde la perplejidad que impone la difusa fisonomía de la época (…) un mundo sumido en una ofensiva liberal con consecuencias antropológicas ya evidentes”. En esto conectan con el “giro antropológico” que hemos visto en filósofos de otro paradigma, marxistas, republicanos e ilustrados, que recientemente se han interesado también por el populismo como destino inmediato de la política, como “horizonte insuperable de nuestro tiempo”, advierten Cano y Alemán, dada la incapacidad del sujeto de la post-revolución liberal -individuo errante del mercado global, empresario de sí mismo- para reconstruir no ya la razón republicana, sino apenas algún tipo de pertenencia comunitaria protectora.

Esta reflexión dialogada agradece esa forma y ese punto de partida, pues si algo falta en los debates que afrontan esta crisis terminal de la globalización es voluntad dialógica y honestidad ante las perplejidades que genera ese laberinto. Sobran estereotipos arrojadizos y certezas fingidas estratégicamente. Por eso asistir a esta conversación humilde, cordial y profunda tiene algo de reconfortante para quienes compartimos esas mismas perplejidades. El texto resultará además de especial interés a quienes siguen la producción argumental de ambos autores en redes o en prensa, fruto de su implicación en los conflictos del presente, porque permite de algún modo intimar con los diferentes recorridos vitales de ambos autores y por tanto empatizar mejor con sus posiciones.

El diálogo arranca precisamente reconociendo ese escenario de crisis solapadas: la económica, la del bipartidismo o el reflujo de las conquistas sociales en Latinoamérica. A través de anécdotas y alusiones autobiográficas con las que explicitan sus raíces intelectuales, los hablantes desgranan también las del substrato cultural del Consenso de la Transición, hoy resquebrajado por el Movimiento 15M, el desencanto que para aquella izquierda siguió a la Transición en contraste con el impacto cultural de “la movida”, las mutaciones de la idea de revolución a lo largo del siglo XX, es decir, una cierta génesis del clima sociopolítico y cultural del presente.

Algunos de los pasajes más enriquecedores de esa conversación fueron para mí los que han dedicado a discutir la figura histórica de los intelectuales comprometidos, siempre cabalgando los márgenes de los aparatos de partido. Si Jorge Alemán y Germán Cano se integran en un paradigma político, este comparte con Gramsci la necesidad de metabolizar el discurso del adversario, sus núcleos de verdad. De este modo revisitan a Savater como a un Benedetto Croce redivivo, o como un Ortega postmoderno, prócer del postfranquismo que llevó a España a disolver en “la movida” su pasado en lugar de reconciliarse con él. El de estos autores es un pensamiento abierto a la contradicción, interesado por el claroscuro, que evita despachar de un plumazo los discursos adversarios por incompatibles, máxime cuando estos han ganado la centralidad del escenario mientras algunas de sus referencias críticas, como Manuel Sacristán o García Calvo, fueron viendo su lectura relegada a esferas muy reducidas.

La disertación se interesa también por el modo en que las ideologías hegemónicas han logrado ordenar la vida en diferentes contextos históricos no sólo de una manera coercitiva, sino también generando espacios simbólicos deseables. Explorar la progresiva reducción del margen de operación de la izquierda tradicional, sus límites impuestos, autoimpuestos y aceptados, es uno de los hilos implícitos en el texto. En su coloquio, Cano y Alemán pondrán a dialogar a Sacristán y al marxismo con Lacan o el peronismo, no con el afán de establecer vencedores sino de esclarecer puntos de encaje, fricciones, potencialidades transformadoras o incompatibilidades.

Una subtrama implícita que también vertebra el curso del diálogo, emergiendo aquí y allá, es la génesis del proyecto Podemos y la reflexión en torno a su naturaleza cambiante. Desde la preparación del asalto al espacio televisivo, hasta la irrupción en las diferentes convocatorias electorales, pasando por la construcción del liderazgo y la presentación del manifiesto Mover Ficha, se recorren reflexivamente las claves, los dilemas y también los abismos sorteados por un proceso que, si bien hoy es fácilmente naturalizado cuando se observa a posteriori, revisado en detalle encierra decenas de decisiones estratégicas arriesgadas y saltos al vacío que sólo podían realizarse pensando día a día desde una apasionada implicación necesariamente heterodoxa, jamás desde la distancia fija de los paradigmas teóricos imperantes en el panorama inicial. Solo desde esa implicación radical con el presente y sus contingencias era posible mestizar el caldo de cultivo indignado, el análisis crítico estructural de la economía política y las “malas noticias” que trajeron Gramsci y Freud al evidenciar que la premisa de un individuo racional, capaz de incorporar la verdad una vez que le es revelada, o la idea de subjetividad mecánicamente determinada por la posición económica, así como la idea misma de Revolución en tanto que asalto al palacio de invierno aprovechando una crisis de régimen (vs. Guerra de Posiciones) son, cada vez más, meras ilusiones, proyecciones ideales alejadas de la praxis de la realidad política contemporánea. Los revolucionarios del siglo XXI están obligados a lidiar con la heterogeneidad irreducible, con el deseo y con su ausencia, y con la impotencia de verdades que en el pasado se dieron por firmes.

Son varios los hilos y nudos que conforman este lienzo amplio, formando un cierto mapa recomendable para ubicarse en los debates políticos venideros. La pertinencia o no de la expresión “populismo de derechas” para Europa, la victoria de Macri en Argentina,… Cada lector subrayará distintos tramos, igual que participamos con distinta intensidad en el curso de cualquier debate, aparentemente azaroso. Como en cualquier disertación pública sensata, los hablantes mantienen un registro accesible –reflexionando autocríticamente incluso sobre la pedantería y el oscurantismo que acosa a su oficio–, y anteponen la voluntad de entendimiento, de instituir sentidos compartidos también con el lector, al vicio de deslumbrar con citología y retorcimiento perifrástico. Y ese esfuerzo también es fértil, también se agradece.

En conclusión, si el texto no transformará la cosmovisión del lector, sea esta cuál sea, si no le aportará nuevas premisas ideológicas estables porque no lo pretende, en todo caso erosionará probablemente algunos dogmas obsoletos, y puede tomarse como puerta de entrada y contextualización para la obra de ambos pensadores, la recientemente publicada, de imprescindible lectura, y sobre todo la venidera. El texto es una invitación al pensamiento complejo pero políticamente productivo, que no busca el lujo ornamental pero tampoco evita reconocer los pliegues y el carácter contradictorio, polémico, de la formación de subjetividades y por tanto identidades y voluntades colectivas en las sociedades del siglo XXI.

(*) Miguel Álvarez es profesor de periodismo y fue responsable de Política Mediáticas de Podemos
2 Comments
  1. matusalen says

    joder!! hay que tener ganas de comprar estos ladrillos de ahora….eso ya lo sabemos todos, pero todo quisqui quiere hacer librin y sacar tajada de los circos actuales, que el net debe dar poco……no se yo si la gente comprara mucho, quiza despistaos del cirio inocentones; pero como es capitalismo del mio aplaudo con las orejas jaja….ibex moi.

  2. Trinidad Puerto Pascual says

    Una nueva categoría política que no encuentra nombre .Se esconde su raiz , porque el asciende es el Pueblo. Populismo non es demagogía, palabra de la retórica mitinisca usada por todos , unas veces con corbata y otras sin adornos burgueses.

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