El enigma de las cintas del 23-F

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Se dice pronto, pero la historia viene de lejos. Les cuento: cuando el diputado de IU Gaspar Llamazares leyó el relato de Javier Cercas sobre la intentona golpista del 23 de febrero de 1981, se puso ante el teclado del ordenador y redactó una serie de preguntas al Gobierno sobre el paradero de las grabaciones de las conversaciones telefónicas de los golpistas. Concretamente, Llamazares preguntó: “¿Dónde están y quién custodia las grabaciones de las conversaciones telefónicas que tuvieron lugar durante la tarde y noche del 23 y mañana del 24 de febrero de 1981 entre los ocupantes del Congreso de los Diputados y el exterior del edificio?”.

Al margen de que Cercas hubiese escrito un libro para “hacer comprensible” el golpe y que lo entendiera un chino, como él mismo dijo, su relato llevó a Llamazares a considerar que las grabaciones de las conversaciones de los golpistas eran un elemento imprescindible para conocer la dimensión de las tramas golpistas y las implicaciones de algunos personajes que quedaron al margen de la acción de la justicia.

El diputado se reunió con varios investigadores e historiadores especializados en la materia, quienes le trasladaron su preocupación por el paradero de un material fundamental para conocer la historia. Llamazares eliminó cualquier tinte judicial a su pregunta y le imprimió un sesgo meramente académico, completándola con la siguiente interrogación: “¿Tiene el Gobierno la voluntad de hacerlas públicas y ponerlas a disposición de los investigadores?”.

Llamazares no dirigía sus preguntas a un ministro en concreto sino al Gobierno en su conjunto. Las registró el 20 de abril de 2009 y tres meses después no había recibido respuesta. Tras ese periodo reglamentario pasaron otros ocho meses sin respuesta. El diputado daba por hecho que le responderían. “Una pregunta más, otra petición de datos en saco roto”, decía.

Mas hete aquí que el otro día, concretamente el pasado 1 de abril, con el Congreso cerrado por vacaciones de Semana Santa, recibió esta contestación: “En relación con la cuestión interesada por Su Señoría, se señala que el Ministerio de Defensa no tiene constancia de la existencia de las citadas grabaciones y, por lo tanto, ninguna información sobre la situación o localización de este material”.

¿Por qué Defensa, el Centro Nacional de Inteligencia –antiguo CESID–, se daba por aludido y no Interior? ¿No era, acaso, la policía la encargada de pinchar los teléfonos ante un delito flagrante? ¿Tiene constancia Interior del paradero de esas cintas? ¿Y el Presidente del Gobierno? ¿Y la Dirección General de Archivos?, se sigue preguntando Llamazares tras un año de espera.

Si ya dijo Antonio Machado que toda espera es espera de seguir esperando, en el caso que nos ocupa puede serlo más todavía por efecto de la ley franquista de secretos oficiales de abril de 1968. Las grabaciones fueron clasificadas como secreto de Estado por el Gobierno de Calvo Sotelo. Y los ejecutivos y legisladores democráticamente elegidos, que 29 años después de aquellos hechos invocan la “sociedad del conocimiento”, no han querido desclasificarlas ni elaborar una norma más respetuosa con el derecho de acceso a la información. De este modo, los diálogos de los golpistas visibles e invisibles seguirán velados y vetados al conocimiento propiamente dicho. 

15 Comments
  1. la_rayuela says

    Si esas cintas existieron, que no lo dudo, lo más probable es que ya no existan.. y de existir hace ya años que no deben de estar en ningún edificio controlado por el Estado..

    Los estadistas implicados en el golpe conservaron durante muchos años el aparato del Estado como para hacer desaparecer cualquier rastro..

    Así que, siendo de gran interés conocer a las personas, creo que esta información en un capítulo perdido de la Historia de España.

  2. Gallarza says

    Otro enigma historico al saco de los secretos. Es una verguenza que una democracia -le llaman– no haya sido capaz de prescindir de la ley franquista de secretos oficiales todavía. Se nota que los gobernantes están muy aguso sustrayendo información constantemente a los ciudadanos, aunque no afecte para nada a la seguridad nacional ni a ningún interés económico e industrial estratégico.

  3. Posidonio says

    Como bien dice Gallarza, que no se esfuerce el señor Llamazares. Cuanto más grave es el asunto más lo tapan. No vamos a dudar del talante democrático de algunos santificados por la historia oficial a estas alturas. La historia la escriben los poderosos, no los pueblos que les soportan.

  4. Gracchus Babeuf says

    La calidad de la democracia española no supera el control de calidad más indulgente. Urge un esfuerzo de regeneración.

  5. josemi says

    Lei sobre estas cintas hace ya tiempo en otro libro sobre el 23-F.

    Parece ser que estuvieron mucho tiempo clasificadas como alto secreto, pero luego a un gobierno hace tiempo (no me acuerdo cual) decidio simplemente destruirlas. Su contenido era tan explosivo que jamas deberia salir a la luz, era un riesgo su misma existencia aunque fuera bajo alto secreto.

  6. Roja says

    Na hombre, si lo de la «sociedad del conocimiento» es tener a medio país bajándose películas y poniéndonos a la cabeza de los países piratas del Mundo ¿Qué carajos de desclasificar documentos sonrojantes? Nada, nada, que no entendéis nada. A bajarse películas como buenos ladrones, que este país siempre ha sido así desde el Lazarillo, arriba y abajo, y seguirá siéndolo, salvo esterilizacióm masiva o separación del continente vía pirineos u holocausto nucelar… nuucelar…

  7. jaime says

    No hay ningún secreto, si os quereis documentar teneis decenas de sitios dónde buscar. (Martínez Inglés, Iñaki Anasagasti, etc) os dejo un enlace dónde podeis leer un libro de referencia sobre este y otros asuntos Fue publicado en el 2001 y estuvo en librerias, ahora sólo está en la web.

    «Un rey golpe a golpe», http://www.cut-bai.org/unrey.pdf
    espero que os guste.

    Salud

  8. Celemin says

    Yo he leído el libro «un rey golpe a golpe» y aunque aclara muchas cosas de quién es quién en el golpe y en la trayectoria monárquica de este último Borbón, no hay pruebas contundentes de si González, Múgica o Carrillo estaban implicados en el fiasco (para ellos). Lo único que me dejó muy claro es que con el golpe acabó el propio Tejero al creerse que era un golpe real y no quién se han empeñado algunos en hacernos creer que fue.

    Salud, república y documentos

  9. jonathan says

    ¡Ostras!

  10. Paco says

    Es un hecho grave y premeditado. Me llama la atención que se LLamazares, un personaje que deberia de explicar muchas cosas sobre los preparativos del 11 M.
    Salud y forza en el canut

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