Las visitas del Papa condicionan el voto del PSOE en el Congreso

Las visitas programadas por el Papa Benedicto XVI en noviembre y agosto próximos ya condicionan el voto socialista en el Congreso de los Diputados. Lo demostraron el martes al rechazar la toma en consideración de la proposición de ley orgánica sobre libertad religiosa que plantearon IU-ICV y ERC. El diputado Jesús Quijano consideró la propuesta “inoportuna en este momento”. El Gobierno se comprometió el 18 de mayo pasado a presentar su proyecto antes de julio, pero ha incumplido el compromiso expresado en una moción respaldada con los votos socialistas en aquella fecha.

La proposición de IU-ICV y ERC fue defendida por sus portavoces Gaspar Llamazares y Joan Ridao, respectivamente, en clave de laicidad, igualdad de trato proporcional a las confesiones, supresión de símbolos religiosos de todos los edificios, escuelas, hospitales y lugares dependientes de las administraciones públicas y fin de los privilegios económicos y docentes de la Iglesia Católica. El diputado del PP Jorge Fernández Díaz la rebatió enfáticamente y pidió al PSOE que huya de los dos extremos: del relativismo y el fundamentalismo.

La ley de libertad religiosa figuraba en el programa electoral socialista de 2008, pero después de la visita del presidente del Gobierno al Vaticano, en julio pasado, decidió congelar el anteproyecto que la vicepresidenta Maria Teresa Fernández de la Vega y el ministro de Justicia, Francisco Caamaño, habían preparado. Se trataba de no contrariar al clero ni enturbiar las relaciones ante la visita de Benedicto XVI a Santiago de Compostela y a Barcelona. De ahí que los socialistas, además de incumplir su compromiso parlamentario votaran contra la toma en consideración de la proposición de la izquierda minoritaria.

Ya sobre la visita del Pontífice me cuentan que el arzobispado de Barcelona ha impartido la consigna a los párrocos de que el domingo 7 de noviembre hagan “huelga de misa” y acudan a recibir y acompañar al Papa en el oficio previsto en la Sagrada Familia. Monseñor Martínez Sistach ha hecho saber que “el Santo Padre dejará el Vaticano para venir a visitarnos y nosotros tenemos que acogerlo saliendo de nuestra casa, dejando nuestros pueblos y ciudades de Catalunya, participando en la dedicación del templo de la Sagrada Familia y saludando por las calles y plazas por donde pasará desde su llegada a Barcelona”.

El cardenal (de la parte más dura del clero) quiere que el Papa vea tanta gente a su paso como Mosquera en la escalada a pedal a la Bola del Mundo, y ha propuesto al alcalde de Barcelona una ruta por calles estrechas. El alcalde, Jordi Hereu, corresponsable de la seguridad, no ha puesto objeción, pero ha dejado claro que no está dispuesto a sufragar más gastos que los que se deriven de las horas extras de los servicios de seguridad, limpieza y emergencias. La instalación de pantallas y otras infraestructuras para la difusión del evento tendría que asumirla el arzobispado, que recauda cientos de miles de euros por las entradas a la Sagrada Familia, uno de los centros turísticos más visitados de la ciudad.

La mitad de la factura de la reciente visita papal a Inglaterra, 24 millones de euros, corrió por cuenta de la Iglesia Católica, pero aquí parece que la vamos a pagar todos los ciudadanos, según denunció Ridao en el Congreso. La Xunta de Galicia ha comprometido 4 millones de euros y la Generalitat de Cataluña sigue sin informar del coste estimado. El Gobierno central ha establecido descuentos fiscales que pueden llegar a la exención total para las empresas y entidades que contribuyan a la siguiente visita papal, el próximo verano, a las jornadas mundiales de la juventud en Madrid. Mientras, la fiscalía de Roma interceptó ayer una operación del blanqueo de dinero negro de 23 millones de euros en el Banco Vaticano. Y en relación con los casos de pederastia, que han marcado los últimos viajes papales, la Guardia Civil detuvo el viernes a un cura de Carcaxent (Valencia) que había abusado sexualmente de dos menores de 13 y 14 años. El sacerdote reconoció los hechos ante el juez. En eso, la católica España no es diferente.