El 'ecologista' Margallo duplica el gasto de su campaña al Consejo de Seguridad de la ONU

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El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, baja del Airbus 310 de la Fuerza Aérea española que volvió hoy a abortar el despegue cuando intentaba salir del aeropuerto de Bali. / Sergio Barrenechea (Efe)
El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, baja del Airbus 310 de la Fuerza Aérea española que volvió ayer a abortar el despegue cuando intentaba salir del aeropuerto de Bali. / Sergio Barrenechea (Efe)

La campaña del ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, José Manuel García-Margallo y Marfil, para ocupar un sillón en el Consejo de Seguridad de la ONU en el bienio 2015-2016, computa ya un gasto de dos millones de euros en viajes, agasajos y vacaciones pagadas, según la estimación realizada por varios diplomáticos que prefieren preservar su identidad. El ministro cifró “en torno a un millón de euros” el coste de la campaña. En una respuesta escrita al diputado socialista Alex Sáez Jubero dijo que en 2013 se destinó medio millón de euros al objetivo y que este año se gastaría una cifra similar. Pero no incluyó en su previsión la accidentada gira que está realizando por Asia y Oceanía para intervenir en distintos foros y pedir el voto de los “pequeños Estados de la Polinesia” con la promesa de luchar contra el cambio climático.

El viaje de Margallo a Oceanía habría pasado desapercibido si las dos averías seguidas del Airbus 310 del Grupo 45 del Ejército del Aire no le hubiesen convertido en costosa y curiosa noticia. El primer fallo del aparato adquirido en la época de Aznar y dotado con contramedidas frente a ataques bélicos y la más moderna tecnología israelí para preservar el secreto de las comunicaciones se registró en la primera escala, el miércoles 27 de agosto, en Abu Dhabi. Los pilotos abotaron el despegue al observar la incidencia en el sistema de control automático de la potencia de un motor. La avería pudo ser subsanada y el jefe de la diplomacia pudo seguir viaje rumbo a Indonesia. Pero ayer, al abandonar Bali con destino a la isla de Somoa, el avión se volvió a averiar y de nuevo los pilotos abortaron el despegue al detectar la falta de potencia en el motor derecho. El Ministerio de Defensa anunció que enviaría en pocas horas el segundo Airbús del que dispone para el traslado de autoridades, con el fin de que Margallo y su séquito puedan proseguir la gira.

Si en Indonesia participó en el VI Foro del Diálogo de las Civilizaciones, su presencia en Somoa adquiere más importancia porque tiene programados varios encuentros bilaterales con mandatarios de los pequeños Estados de Polinesia para solicitarles que voten al Reino de España para ocupar uno de los cinco sillones renovables en el Consejo de Seguridad. Margallo, que tiene previsto asistir a la tercera Conferencia Internacional de Naciones Unidas para los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo, quiere expresarles personalmente el compromiso de nuestro país con la lucha contra el cambio climático y el calentamiento global del planeta. Esta es una cuestión de vida o muerte, ser o dejar de ser, del archipiélago polinésio y micronésio. En el foro de Somoa, España y Japón presiden el llamado “Diálogo Multipartito Interactivo sobre el Cambio Climático y la Gestión de Riesgo de Desastres”.

La gira, que concluirá el 7 de septiembre, tiene su tercera etapa en Australia y la cuarta y última en Sri Lanka, donde el ministro español mantendrá una entrevista con el presidente Mahinda Rajapaksa y con su homólogo Gamini Lakshman Peiris. “La campaña está siendo dura”, ha dicho Margallo a los periodistas que le acompañan. Sin duda es consciente de la fuerte competencia e influencia geográfica de Nueva Zelanda, que compite con España y con Turquía por una plaza en el  Consejo de Seguridad. Sin mencionar que España sigue comprando derechos de emisión de CO2 a la atmósfera --la factura oscila entre 500 y 800 millones de euros al año--, el jefe de la diplomacia puede apelar al mayor peso político español como parte de la UE frente a los competidores neozelandeses para atraer el voto.

El presidente Mariano Rajoy parece tan empeñado como en 2003 el belicoso José María Aznar --respaldó la ocupación bélica de Irak junto a Estados Unidos y Reino Unido-- en demostrar que la presencia española en el órgano decisorio de Naciones Unidas beneficia muchísimo al país. Para ocupar el sillón necesita el voto favorable de 128 países miembros –dos tercios de los 192 reconocidos-- en la votación que tendrá lugar, si la agenda no cambia, el 17 de octubre próximo. Si logra ese objetivo estaremos ante un éxito mundial que será anotado y repetido en las próximas campañas electorales, y si no se consigue el sillón habrá sido un pequeño contratiempo propio de una potencia media y con un gasto irrelevante en una campaña que, en todo caso, ha permitido la proyección del país, la marca España, en aquellas latitudes. Es tremendo.

3 Comments
  1. Piedra says

    Definitivamente ese tipo cae en el ridículo.

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