Endarrere aquesta gent

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Asistentes al mitin de final de campaña de Junts pel Sí el pasado viernes, 25 de septiembre. / Alberto Estévez (Efe)

Catalunya triomfant
Tornarà a ser rica i plena
Endarrere aquesta gent
Tan ufana i tan superba

Acabo de transcribir aquí la primera estrofa de “Els Segadors”, el himno oficial catalán. No creo que haga falta traducirlo, los lectores de cuartopoder son muy listos. Por si acaso se nos cuela un lector de qué sé yo:

Cataluña triunfal
Volverá a ser rica y plena
Dejando atrás a esta gente
Tan ufana y tan soberbia

En la intención original del himno “esta gente tan ufana y tan soberbia” eran los de Madrid, claro. Bueno, más bien de Castilla y de los castellanos, porque hablamos de hace siglos. El himno es de guerra, nacido al calor de una batalla campal en el siglo XVII, y da por hecho que a Cataluña, por el oeste, sólo le va a llegar desgracia. Quan el mal ve d’Almansa, a tots alcança…

Yo me he hartado a decir a quien me ha querido oír que la historia está muy bien conocerla y a veces está mejor aún olvidarla. No por inopia ni por cobardía sino por inteligencia y por humanidad. El rencor entre gentes, territorios y países no es más positivo ni más fructífero que el rencor entre personas. Es un sentimiento de perdedores. Asegura la derrota casi a perpetuidad.

Dije recientemente en el Ateneo de Madrid, donde tuvieron a bien invitarme para hablar de este tema, que ya estaba bien de tirarnos los trastos históricos a la cabeza y de pensar los unos que los otros les deben algo por el mero hecho de haber nacido y de existir. Afirmé que en los asuntos históricos manda el aquí y el ahora así parezca una enormísima contradicción. ¿No han notado ustedes que el pasado se reescribe continuamente?

Votar en Cataluña este 27-S ha llegado a parecerse a comparecer a un duelo a sangre al alba. A un alba trágica como la de la canción de Aute. Mala libertad es aquella por la que no se puede luchar con alegría. Mala utopía la que empieza tirando por la borda a la mitad de sus futuros posibles habitantes.

Y ese patético deshilachamiento de los discursos y hasta de los chistes sobre qué pasaría con la nacionalidad... ¿Nos veremos algunos como perritos abandonados y olvidados, atados a un poyete a la puerta de un supermercado sin que nadie se acuerde de venir a desatarnos jamás?

Patético todo. Patética la inutilidad política de tantos unos y de tantos otros. Patética incapacidad de comprender, qué digo comprender, de llegar a imaginarse tanta tristeza que quema.
Me quiero ir. Y ya no sé ni a dónde.

Endarrere aquesta gent tan ufana i tan superba…no en Madrid, ni siquiera en Castilla. Allí sólo son decepcionantes y flojos. Ausentes.

No, esta vez los ufans y los superbs los tenemos dentro, bien metidos Cataluña adentro, bien dispuestos a apoderarse del todo por la parte y de hundirnos a todos en un marasmo de histérica mediocridad.

Tornarà a ser rica i plena…¿de qué?

Ay.

1 Comment
  1. Juanjo says

    Sí. Estupideces como esta se encuentran por todas las partes. Lo malo es cuando aparecen políticos como Pujol, Mas, Hitler y otro muchos, que intentan impregnarlo toco con semejantes infamia, (a este respecto, «que no me toque mi Andalucía», decía otra) y convertirla en un suculento negocio.

    Ante tamaña grosería e indecencia, tal vez lo mejor fuera pagarles un viaje a Nubelejos del Mar, un magnífico pueblo, inventado por Savater, en el que se prefiere la hípica a la épica, y en el que para evitar execrables enfrentamientos entre sus convecinos, tras amplios y arduos debates políticos se llegó a la resolución de que cada ciudadano tenía derecho a poseer su bandera oficial

    De este modo, en Nubelejos del Mar existen tantas banderas oficiales como ciudadanos, y además, cada cual dispone del inalienable derecho de cambiar de bandera cuando le apetezca

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