1 DE MAYO / La batalla global por los derechos

David contra Goliat: la lucha de los trabajadores contra las multinacionales

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H&M, Inditex, Amazon o Coca-Cola. Todas son monstruos empresariales con cientos de empleados en todo el mundo que gozan (o sufren) distintas condiciones laborales y salariales. A veces, tienen hasta intereses contrapuestos. Cuando surge un conflicto en alguna fábrica o tienda, se convierte en una lucha de proporciones bíblicas, un David contra Goliat. Ante las multinacionales y las nuevas plataformas digitales, los trabajadores tienen que replantear su estrategia para adaptarla a un mundo global en lo económico, pero sin gobernanza política.

En cualquier conflicto, la clave es la organización y la movilización, dos herramientas clásicas que en ocasiones dan buenos resultados. Fue el caso de las trabajadoras de Bershka en Pontevedra, que consiguieron mejoras salariales el pasado noviembre gracias a jornadas de huelga y concentraciones. Es lo que pretenden ahora los trabajadores de H&M España con la huelga de 24 horas convocada este lunes.

Jesús Gallego, secretario de Política Internacional de UGT, apunta a que en los últimos años ha surgido una “nueva regulación que consiste en que se pueda especular con las relaciones laborales”. Si en el mundo del sindicalismo ha persistido siempre la idea de que antes era más fácil llegar a acuerdos colectivos con una empresa grande que con una pequeña, ahora ese paradigma está cambiando: “A la hora de especular con los trabajadores es más fácil que lo haga una corporación grande. Tienen muchas ventajas más allá de la propia plusvalía del trabajador”.

La ingeniería fiscal, por la que pagan menos impuestos, o la propia movilidad de los obreros hacen que los beneficios vayan mucho más allá de los ingresos por ventas de productos. Una empresa puede mover su producción libremente a cualquier país, pero los derechos de sus trabajadores se quedan en las fronteras nacionales. La preocupación sindical por este problema creciente ya se reflejaba en la reacción tras las sentencias de los casos Vicking y Laval en 2007. Gallego apunta además a los tratados bilaterales como el CETA, que sigue generando incertidumbres.

Mientras el neoliberalismo avanza, los Gobiernos no se esfuerzan por legislar a la misma velocidad para evitar los abusos. “Nunca dejarán de llevarse a cabo si no se regula y hay juicios contra los responsables. Una empresa puede tratar fatal a sus empleados y pagar después una multa que ya tienen calculada, pero se lo pensarían más si las penas fueran de cárcel”, explica Gallego.

Frente a los que quieren vender la idea de que las consecuencias más negativas de la globalización son imparables, el sindicalista tiene una 'receta' con cuatro pilares: la lucha contra el fraude y la evasión fiscal de las multinacionales, aprovechar los acuerdos comerciales de nueva generación para reforzar los derechos laborales de los países firmantes, crear un 'semestre social', al estilo del 'semestre europeo', que permita reforzar la colaboración en derechos sociales y dejar que las competencias en materia laboral trasciendan los estados. 

Primer paso: recopilar información para trazar la estrategia

Ante los entramados empresariales, el primer paso de un comité es siempre recopilar toda la información disponible de la empresa. Una tarea que no siempre es sencilla en un contexto de deslocalización. “Hay veces que las compañías se organizan a nivel internacional y otras a nivel de centro de trabajo. Nosotros intentamos estar a tres niveles: el local, el estatal y el europeo”, explica Bernat Villaroya, del área internacional de Industria de Comisiones Obreras (CC.OO). Clarificar la actividad de esa empresa en esa zona concreta y en su sector es importante. A veces, el responsable último de la política de Recursos Humanos puede estar a miles de kilómetros de la zona donde se desarrolla el conflicto: “En ocasiones, nos encontramos que la persona con la que hablamos a nivel local no tiene poder de decisión real”, explica el sindicalista.

Aunque el sindicato tome protagonismo en la etapa de la negociación, los comités tienen que vigilar las operaciones de la empresa en todo momento para estar preparados cuando se produzca la colisión de intereses y los tiempos de decisión se aceleren. Villaroya advierte de que muchas de estas multinacionales centran su visión en la parte “financiera más que en mantener una producción industrial o los puestos de trabajo”. El reto es mayúsculo. Obreros de la misma compañía que viven en países distintos pueden tener intereses dispares, algo que sucede en industrias como la automovilística, cuyas fábricas compiten por fabricar modelos. El reto es encontrar los puntos de unión.

Los trabajadores de Amazon en San Fernando de Henares han sido los últimos en retar a un gigante empresarial para que mantenga el actual convenio y no imponga otro a la baja. El pasado marzo, convocaron dos días de huelga contra la compañía, bajo el riesgo de que los pedidos se desviaran hacia otros centros logísticos como el de Barcelona y el cliente no lo notara. Además, el sindicato CGT denunció que la compañía había prescindido de 100 trabajadores temporales tras las primeras acciones. Ante el pulso de la empresa, los empleados han dado un paso más en los últimos días: están fraguando un comité europeo donde también participen obreros de otros países como Francia y Alemania en acciones coordinadas. Muchos miran a este posible sujeto sindical con mucho interés, aunque por el momento, las personas que llevan las negociaciones prefieren no dar mucha información para no facilitarle la respuesta a la empresa.

Las herramientas europeas

La lucha obrera es internacional y las redes transnacionales están presentes desde el siglo XIX. Son muchas y van desde la Organización Internacional del Trabajo hasta sindicatos globales como Uni Global Union. El neoliberalismo va más rápido y exige una renovación constante de estrategias.

Fátima Aguado, de la secretaría de Internacional de Comisiones Obreras, rescata algún concepto del sociólogo Zygmunt Bauman para explicar cómo se ha fragmentado la lucha obrera, especialmente, con la entrada de las plataformas digitales: “En esta sociedad líquida y de posverdad, el capital está siendo capaz de diluir las fuerzas en plataformas cada vez más pequeñas que pueden encontrarse en cualquier lugar del mundo. Todo esto lleva al trabajo precario, a los falsos autónomos, a individualización de las condiciones de trabajo, lo que impide la organización y provoca el aislamiento”. 

En paralelo, el sindicalismo ha ido creando espacios de trabajo como el comité de empresa europeo o los diferentes comités de diálogo social sectorial. En estos órganos se llega con facilidad a acuerdos sobre temas como los planes de seguridad, pero otras cuestiones siguen siendo complicadas en esta Torre de Babel a la europea. “En Europa hay diferentes culturas sindicales y legislaciones. En los países nórdicos, por ejemplo, es difícil que se den las condiciones de una huelga. Allí hay un diálogo social más profundo que en Italia o Francia. Por eso, a veces fijamos un día para hacer acciones conjuntas y después cada país las adapta”, explica Villaroya.

Aguado apunta también a los Acuerdos Marcos Globales “que suponen una herramienta de seguimiento imprescindible para hacer valer los derechos laborales y sindicales allí donde no existen”. Sin embargo, también cree que es  necesario que sean vinculantes en toda la cadena de suministro, un punto que “está siendo tratado actualmente en el seno de la ONU, con resistencia por parte de algunos países”. Tras la catástrofe de Rana Plaza en 2013, se suscribió el Bangladesh Accord, un acuerdo vinculante para las empresas que decidieron firmarlo. Limitado, pero reseñable.

El proyecto europeo, del que aún se sabe poco, que están organizando los trabajadores de Amazon ha generado esperanza y expectación. Habrá que esperar a los próximos meses para saber cómo termina el conflicto.

1 Comment
  1. ninja45 says

    El Ministerio de Industria prepara un plan B para seguir cargando a los
    consumidores la indemnización al grupo empresarial liderado por Florentino
    Pérez y su financiación bancaria, que sitúan la factura final por encima
    de los 2.300 millones. La sentencia del Tribunal Constitucional (TC) que
    declara ilegal la indemnización de 1.350 millones que el Gobierno pagó por
    la «hibernación» del almacén de gas Castor ha dejado en el aire un magro
    negocio: los alrededor de mil millones en intereses que tres de los
    principales bancos españoles (Santander, CaixaBank y el todavía público
    Bankia) iban a obtener en las próximas tres décadas procedentes del recibo
    de la luz al recuperar el crédito que financió el primero de esos pagos.
    La sentencia del Constitucional declara nulos los cinco artículos y
    apartados del decreto por los que, en 2014, el Gobierno cifró en 1.350
    millones (a pagar en 35 días) la indemnización por el cese de actividad
    del almacén, señaló a la privatizada operadora del mercado gasista español
    Enagás como la pagana y estableció unos «derechos de cobro» que, en la
    práctica, se traducen en la recaudación de ese dinero durante tres décadas
    por la vía del recibo de la luz y con un gravamen anual del 4,267%. Otro
    pufo más de los corruptos del Partido Podrido y sus secuaces. Vergonzoso e
    intolerable. Podemos !!!!

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