Autoenviado especial

EMPUNA PUNA

¿Por qué autoenviado? No es muy ortodoxo comenzar un post con una pregunta, pero se me antoja necesario explicar el nombre que tendrá esta bitácora durante mi estancia en Sudáfrica. Sería por el mes de Junio de 2009, en plena Copa de las Confederaciones, cuando decidí que iba a ir a Johanesburgo a vivir el Mundial desde dentro. Sí o sí. Bueno, en realidad, eso lo tenía decidido desde el día en que Francia nos echó a patadas de Alemania, aquel maldito 27 de Junio de 2006. Lo que se fraguó hace un año, en realidad, sólo fue la estrategia a seguir para conseguir mi objetivo.

No llevo mucho tiempo en el mundo de la prensa deportiva, pero si el suficiente para saber que, para este tipo de eventos, un medio de comunicación recurre, como es lógico, a sus pesos pesados, periodistas de alcurnia y de altos vuelos. No es mi caso. De hecho, ni siquiera soy periodista de profesión, aunque voy sobrado de vocación. Así es que, mientras mis compañeros andaban esperando con ansiedad la lista de honorables convocados de Onda Cero para Sudáfrica 2010, yo me desmarqué de la carrera oficial y busqué un atajo. Me autoproclamé enviado especial y, con la ayuda inestimable de Arancha Rodríguez, diseñé una aventura paralela que, el 9 de Junio de 2010 tendría que acabar, necesariamente, solapándose con la de mi admirado Javier Ares y toda su tropa.

Y aquí estamos,  haciendo trabajos vacacionales. Dos conceptos, aparentemente incompatibles que, en mi caso, estoy aglutinando con la mejor de las sonrisas y con la mayor de las ilusiones. Los sueños no entienden de períodos de holganza, ni de descansos. Son sueños. Están ahí para hacerse realidad y este no se me podía escapar.

LA BIZCOCHETA

Ayer debutó Italia. La campeona. La siempre temida azzurra aunque, como sucede en esta ocasión, hayan desembarcado en Sudáfrica con un equipo algo mediocre. En cualquier caso, se estrenaron a la vieja usanza: sin ganar, pero sin perder. Eso si, el partido ante Paraguay, resultadismos al margen, nos dejó dos detalles curiosísimos.

Por un lado, Gianluigi Buffon se convirtió en el primer portero italiano sustituido en un Mundial, tras cederle su puesto en el descanso a Federico Marchetti, a causa de una dolencia en el nervio ciático. No obstante, el guardameta del Cagliari no es el primer cancerbero transalpino al que le toca salir desde el banquillo en un Campeonato del Mundo. Ya le sucedió a Luca Marchegiani en el Mundial de Estados Unidos aunque, en aquella ocasión, no sustituyó al portero titular, Pagliuca, que acababa de sufrir la primera y, hasta la fecha, única expulsión de un guardameta en un Mundial, sino al excelso Roberto Baggio.

El segundo detalle tiene que ver con el gol de De Rossi y es que, aunque empieza a ser habitual ver al centrocampista de la Roma anotar, no lo es tanto que lo haga en un Mundial y con el dorsal número 6. De hecho, es tan extraño, que sólo había sucedido una vez en toda la historia de la selección italiana y, para encontrar ese precedente nos hemos tenido que remontar al 23 de Junio de 1954, cuando Fulvio Nesti batió al portero suizo Eugene Parlier, en el recientemente reconstruido Saint Jakob Park de Basilea.