De penalti

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Marta Rivera de la Cruz *

El portero de la selección española, Iker Casillas, detiene el penalti lanzado por el portugués Moutinho. / Kerim Okten (Efe)

Esta Eurocopa es igual que la etapa que vive el continente: fea como el demonio. No ha habido grandes partidos, y es posible que el triunfador del campeonato salga de una tanda de penalties. En fútbol, los partidos que acaban así son una especie de timo de la estampita, un jarro de agua fría, una moneda lanzada al aire, una partida a las siete y media, una vuelta de ruleta americana. No gana el juego, sino la suerte, y entran en el campo, cogidos de la manita, los hados y el joker que vive en los naipes. No es justo que una semifinal se decida así, pero de alguna forma hay que rematar un partido que no quiere ganar nadie. España y Portugal jugaron ayer un match miedoso y trémulo por ambas partes, como si los fantasmas de unos y otros se estuviesen amenazando desde la tarde anterior. El poderío de CR7 contra la magia de Iniesta, las manos prodigiosas de Casillas contra el ingenio de Coentrao. Salieron raros y rara fue la noche, salvo una prórroga inspirada que merecieron ganar los nuestros. Llegó, pues, la indeseable lotería del tú a tú con el portero. Y allí se armó la mundial, con un Casillas inmenso que fue capaz de parar un tiro justo cuando Alonso acababa de errar el suyo, con un Ramos que tiene las joyas de la familia más grandes que  las del caballo de Espartero y con un Cesc que parecía estar diciéndole al balón “esta es la mía”. Se supone que los penalties son sosos y ramplones, pero para mí que estos tuvieron algo de la épica de los grandes instantes y el guiño familiar que caracteriza a lo que no es del todo equilibrado. Los penalties no lo son, como no lo es el juego del chinchimoni, y eso mascullaba Cristiano mientras España celebraba la reedición del sueño: “Inxustiza, inxustiza”. Pues si, amigo, es un poco injusto, pero a alguien le tenía que tocar la china.

Cesc Fábregas marca el penalti que ha dado a la selección española el pase a la final de la Eurocopa 2012. / K. Okten (Efe)

De todas las imágenes que nos dio el partido, me quedo con el abrazo que unía a los chicos de la roja mientras tiraban los suyos, porque en ese momento no parecían los campeones de Europa y del Mundo, sino un grupo de chiquillos de colegio que cruzan los dedos y prometen cosas a la suerte a cambio del gol. En su efímera condición de espectadores parecían frágiles y desamparados, tan distintos a la legión de héroes que está llevando nuestro fútbol al lugar con el que ni nos atrevíamos a soñar cuando, frustrados por un nuevo fracaso, estrellábamos contra la pared los ceniceros horrendos que tenían pintado a Naranjito.

Pongo por delante que de aquí al domingo vamos a escuchar muchas chorradas de labios de los cenizos profesionales, aquellos a los que no sólo no les gusta el fútbol sino que además les molesta profundamente que otros disfrutemos con él. Aún celebraba Cesc el gol de la victoria cuando ya estaba twitter preñado de soplagaitas diciendo que las glorias deportivas no arreglan el agujero de Bankia, como si el boquete de los bancos lo hubiese hecho el bueno de Iniesta con una tuneladora.  El país está hecho unos zorros, y pese a quien pese reclamo mi derecho – nuestro derecho – a hacer un paréntesis en los muchos motivos para la desesperanza. El fútbol no arregla los problemas, pero tampoco los empeora. Y no sé qué pasará hoy, pero, con el permiso de los italianos, me gustaría que el domingo pudiésemos ajustar cuentas con Alemania. Se van a enterar los teutones de lo que es tener que pedir un rescate cuando vean a Casillas de cancerbero y a Alonso listo para reventarles la red de un zambombazo. Temblad, porque allá vamos. Esta es la nuestra.

(*) Marta Rivera de la Cruz (Lugo, 1970). Escritora y periodista. Finalista del Premio Planeta en 2006 con En tiempo de prodigios. Colabora habitualmente en El País Semanal y en el programa Al sur de la semana, de la cadena COPE. Su última novela publicada es La vida después (Planeta, 2011).
Gráfico: Wikipedia

Crónicas de los partidos anteriores: España-Italia, por ESTHER JAÉN. España-Irlanda, por ANTONIO DE LA TORRECroacia-España, por GUILLEM MARTÍNEZEspaña-Francia, por PATRICIO PRON.

6 Comments
  1. Ramón says

    ¡Temblad, teutones!

  2. Rubén says

    Por una suerte de insumisión, no veo los partidos de la eurocopa. Me descorazona ver al lado del derribo brutal de los derechos básicos de los ciudadanos, la celebración del paso de nuestra selección a otra fase, los cánticos de » a por ellos» o el «soy español». Ayer ví un desahucio por la mañana y poca gente protestando, y de noche, con el paso de la selección, mucha por la calle con voces y petardos. Y cuando hablo de derechos me refiero a los de verdad (salud, educación, vivienda, medio ambiente…), y no al derecho que reclama la articulista de, viendo a la selección, hacer un paréntesis en la desesperanza. Nadie se lo ha quitado, al contrario, es un «derecho» que se alienta desde el poder, mientras que los otros derechos sí que están siendo expoliados. A veces está bien ser un aguafiestas. Por lo demás, el tono del artículo es muy parecido a una película de adolescentes con la fiesta final de fin de curso. Salud y a disfrutar, faltaría más.

  3. Laurita says

    Rubén, está claro que eres de los amargaos. Date un par de cabezazos contra la pared, anda. Y por cierto no sé que hacer leyendo un artículo de fútbol si eres tan intensito.

  4. Rubén says

    Sí, amadísima Laurita, amargado por la situación que veo a mi alrededor, y debo decir que a mucha honra. «Agradezco» tu tono de superioridad y ,por supuesto, no me hace falta darme golpes contra la pared cuando ya me están conduciendo contra ella. Y claro, una vez leído tu comentario, no me extraña que te preguntes qué hago leyendo este artículo si no me interesa la eurocopa. Pero te digo un motivo: suelo ojear este blog, cuarto poder, porque tiene artículos interesantes y un poco a contrapelo. Por eso me puse a leerlo, pero he encontrado muchos lugares comunes. Y una «amiga pasional», que me llama, sin conocerme de cerca, «intensito».

  5. manuel says

    «el ingenio de coentrao», supongo que es ironía, porque si no no lo entiendo, o si, eso pasa por poner a escritoras que no saben de fútbol a hablar de él, asi que tu Marta es la que menos culpa tienes….

  6. Salazar says

    La cuestión de fondo es que a buena parte del izquierdismo infantil que lacra un proyecto político serio en este país le toca la moral pensar que la ignorancia y el desinterés de nuestro pueblo es reponsabilidad suya y no causa de un sistema del espectáculo que aliena a la gente.
    Lo cierto es que a mí ver seis partidos a la año no me impide luchar, y alegrarme por cada triunfo de la roja no me impide estar indignado. No seré de celebraciones exaltadas y vulgares pero tampoco de un ascetismo revolucionario que huele a dogma.

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