Comienza el Mundial de Baloncesto: la gran oportunidad para España

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José María Mijangos *

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José Manuel Calderón (d) intenta centrar ante Leo Gutiérrez, de la selección argentina, durante el amistoso de preparación para el Mundial de Baloncesto. / Alberto Martín (Efe)

Se inicia el Mundial de Baloncesto con enormes expectativas para los nuestros. Una certeza de medalla que sólo acontece con el hockey sobre patines, donde sabemos que se ha celebrado un campeonato cuando los teletipos escupen que hemos ganado el oro o la plata. Y así año tras año. Desde que esta generación ganó el Mundial Junior en 1999, hemos visto cómo a Pau Gasol le crecía la barba, a Felipe Reyes la cintura, y cómo Calderón iba llenando de sellos su pasaporte en periplos por Canadá y los Estados Unidos.

Cada verano, nuestros gigantones se reúnen para dejar temblando el bufet del hotel donde se hospedan y de paso, como quien no quiere la cosa, doblar el espinazo para recibir una medalla tras otra. En la última década, un oro mundial, dos europeos y cinco platas nos contemplan y nos dan tal seguridad competitiva como para tutear a los otrora inalcanzables estadounidenses. Si hace veinte años, algún descerebrado nos hubiera dicho que íbamos a hacer sudar a los americanos, hubiésemos vigilado su medicación y reservado plaza en el frenopático. Pero no, ahora, casi la mitad de nuestros seleccionados pasa el curso en la NBA y en vez de pedir autógrafos antes de cada partido, compiten en igualdad con los norteamericanos.

Y no hay mejor oportunidad que la presente, pues algunos de los mejores jugadores de la NBA como Kevin Durant han ido borrándose de la selección, pidiendo justificante a sus tutores para no tener que acudir al Mundial, y otros, como Paul George, de baja forzosa por doble fractura de tibia y peroné. Ahora a los americanos les ocurre como hace años a nuestra selección de fútbol, que cuando los jugadores acudían a la llamada de la Federación, dejaban el testamento en la notaría y los directivos de sus clubes acudían a la iglesia más próxima para rogar por el regreso de los seleccionados sanos y salvos. Los clubes de la NBA han caído en la cuenta de que prestan a sus figuras para un espectáculo cuyos ingresos van a ir íntegros a la FIBA y tuercen el morro ante la posibilidad de que alguna de sus figuras se lesione o regrese pasado de kilos después de dos semanas atiborrándose de pinchos en la lejana España.

Volvamos a los nuestros. Pocas veces habremos formado un equipo tan competitivo como el actual. Y tal vez sea la última oportunidad para la generación de oro de colgarse la enésima medalla, y si es posible, ante los Estados Unidos el próximo 14 de Septiembre. Contamos con la dirección de Sergio Rodríguez, siempre fiable, y con el descaro de Rudy o Ricky Rubio, amén de la tremenda fortaleza bajo los aros de los hermanos Gasol o de Serge Ibaka. En el dominio de los pivots se encuentra la mayor fortaleza de la selección, a la que si hubiera que ponerle un pero, sería en el bajo porcentaje de triples atesorados durante la gira de preparación. Durante esta serie de amistosos, en los que nuestro combinado, como quién no quiere la cosa, ha ido sembrando de cadáveres el camino, la fortaleza defensiva y la imaginación atacante han sido nuestras señas de identidad. Todo ello unido a una gran fortaleza mental fruto de la experiencia atesorada. Sólo falta refrendar tales cualidades a la hora de la verdad.

Pero no sólo Estados Unidos va a ser el rival a batir. Buenas selecciones como Serbia, Francia o Argentina, poblarán de chinas las zapatillas de nuestra selección, y probablemente, como en todo campeonato, salte la sorpresa. Otros combinados, como Irán, México, la República Dominicana o Filipinas, se conformarán con haber acudido a la cita y no salir demasiado malparados, mientras la sufrida clase media, Brasil, Ucrania, Turquía… intentarán aguarle la fiesta a los favoritos y hacerles sudar en los cruces.

España comenzará el periplo contra Irán, para desperezarse e ir estirando los músculos, y si hace los deberes, abandonará la sede de Granada rumbo a Madrid, donde, si todo transcurre como por la senda marcada, aguardará en la final a los Estados Unidos. Y sí, se puede afirmar que han estudiado para ello. Sólo falta ir pasando con nota los parciales, y presentarse en el examen final con la lección aprendida.

(*) José María Mijangos es escritor.

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