El Independiente de Vallecas y otros clubes “populares” contra el “fútbol moderno”

  • Desde hace unos años han surgido en España nuevos modelos de clubes, con la filosofía de otorgar voz, poder y participación al aficionado
  • Los ejemplos más claros de clubes con participación de los aficionados son el Ciudad de Murcia, el U.C Ceares, Unionistas de Salamanca o Atlético Club de Socios
  • Algunos de los referentes en el fútbol popular fuera de España son el F.C United de Manchester y el AFC Wimbledon

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Este fin de semana ha comenzado la liga de fútbol profesional. Tanto la primera categoría como la segunda están patrocinadas por bancos. Muchos de los equipos tienen dueños millonarios alejados de la afición. Los ingresos por televisión mandan. Hay partidos todos los días, incluidos los lunes y los viernes. El aficionado tiene nulo poder de decisión en su deporte favorito. Así es el “fútbol moderno”. Pero algo está cambiando en diferentes lugares.Desde hace unos años han surgido en España nuevos modelos de clubes, autodenominados como “populares”. En resumen, su filosofía es otorgar voz, poder y participación al aficionado. El último en llegar es el C.D Independiente de Vallecas, en el carismático barrio de la capital madrileña. Antes, surgieron otros: Ciudad de Murcia, Unionistas de Salamanca, Unión Club Ceares, Atlético Club de Socios, Xerez, Orihuela,Poli Almería, S.D Logronés, Tarraco, etc

Los referentes utilizados por este tipo de clubes surgieron en Inglaterra. El ejemplo más citado es el del F.C United, de Manchester, fundado en 2005. Un grupo de aficionados descontentos con la compra del histórico Manchester United por un multimillonario fundaron este equipo caracterizado por funcionar de manera horizontal. También se usa como referencia al AFC Wimbledon, surgido en 2002 tras mudarse el equipo histórico a otra ciudad.

Desde Vallecas, la idea surgió en verano del año pasado. “Los que montamos el grupo fundador éramos básicamente amigos de ir a ver al Rayo Vallecano, aficionados al fútbol y estábamos bastante cansados del mercantilismo en el fútbol, con horarios imposibles y las aficiones cada vez más alejadas”, cuenta a cuartopoder.es Dani, uno de los portavoces de la directiva del Independiente de Vallecas. Referenciados en los clubes mencionados de Inglaterra o en experiencias más cercanas como la del Ceares o Unionistas, se pusieron en marcha.

El club nace en un barrio “ideal”, para un proyecto de este tipo, según Dani. “Vallecas tiene una serie de valores e historia significativa”. En ese sentido, la idea fue montar un equipo que defendiera una serie de valores fijados ya por sus propios estatutos. De esta manera el club se define “en contra del fascismo, la homofobia, el racismo, la xenofobia, el machismo, la exclusión social, el individualismo, la especulación y el clasismo”. “Recogimos esos valores que deben ser la esencia del fútbol y se están pisoteando en el fútbol profesional”, afirma Dani. Además, también han blindado que eso no se pueda cambiar, además de que la sede nunca pueda estar fuera del barrio.

El equipo empezará su andadura, con un masculino de fútbol, esta temporada en la Tercera regional madrileña. Su prioridad es tener el próximo año un equipo femenino. “Tenemos un problema en Madrid con los campos. Son muy pocos y son carísimos, pagaremos 5.000 euros al año por el que tenemos. Nos ha costado sacar mucho un senior, era la prioridad para este año. Pero nuestra prioridad es tener un equipo femenino, esperamos tener más socios y estructura posible para hacerlo”, explica Dani.

A principios de agosto la masa social del Independiente de Vallecas asciende ya a más de 200 socios. “Estamos muy sorprendidos porque cuando uno crea algo no sabes cómo va a responder la gente. Para la categoría que es está muy bien y sin haber empezado. Esperamos que cuando empiece la temporada podamos aumentar. Es algo espectacular y estamos abrumados con la respuesta”, explica Dani.

En Vallecas existe el Rayo Vallecano, el mayor club de un barrio en nuestro país. ¿Cuál es el objetivo de este nuevo equipo? “Somos un proyecto que no tiene intención de confluir con el Rayo. Es un club histórico, el principal del barrio y es inviable sustituirlo. Aunque queremos ganar y subir de categorías, nuestro objetivo fundacional no es tanto ese. En otros clubes sí puede serlo, pero nuestro proyecto lo que pretende es recoger una serie valores”, comenta Dani. El Independiente de Vallecas pretende por tanto ser un “homenaje al barrio” y colaborar con el tejido social del mismo. “El club va a ser algo complementario a otros proyectos que surgen en Vallecas”.

Cartel de C.D Independiente de Vallecas . / Facebook

La proliferación de varios clubes parecidos ha hecho que se cree una especie de movimiento de fútbol popular. “Tenemos mucho contacto, casi diario con otros clubes populares. Es muy valiosa su experiencia. Sobre todo, porque nos orientan en algunas cosas comunes”, explica Dani. No obstante, advierte de que cada proyecto popular funciona de una manera y tienen sus aspiraciones. Pero el denominador común está claro: “Con lo que más me quedo es con la implicación, tienen que haber una participación real de los socios. Que esa implicación se traslade a algo real y su labor sea fundamental. Que sean los protagonistas, creemos que es la única forma de que esto salga para adelante”, concluye.

Atlético Club de Socios, los pioneros

Corría el año 2007. La familia Gil seguía controlando el Atlético de Madrid. El estadio Vicente Calderón firmó su recalificación y demolición que se materializaría años después. El descontento entre muchos aficionados por la gestión del club durante los años anteriores fue la chispa que prendió la mecha. Nacía el Atlético Club de Socios.

“Había mucha gente descontenta con la gestión, que además proviene de una apropiación indebida de las acciones y una serie de delitos cometidos por los dirigentes”, recuerda Emilio Abejón, integrante de la directiva del club. “Unos pocos cientos de aficionados queríamos un club distinto, que fuera democrático y donde cada socio tuviera la capacidad de decidir sobre las cosas que les afectaban. Y que además fuera sostenible y no entrar en locuras económicas”, apunta.

Pero más allá de eso, la apuesta de los fundadores era que el club “fuera parte de la comunidad y un actor positivo dentro de ella”. “Pensamos que los clubes de fútbol son instituciones sociales y culturales y que solo tienen razón de ser formando parte de una comunidad a la que se deben. Hay clubes que son una especie de parásitos y extraen valor de la comunidad donde se desarrolla. Un club tiene que tener una vertiente positiva donde sus actividades reviertan para el bien de la comunidad”, argumenta Abejón.

Con esa filosofía clara, y con el lema “contra el fútbol moderno” como bandera, el club ha cumplido ya 12 años. Son un club modesto, que cuenta con alrededor de 160 socios. Su tope de categoría ha sido jugar en Preferente varios años pero la temporada pasada descendieron a Primera Regional.

Abejón alerta de que el mercantilismo está llegando también a estas categorías inferiores. “En Madrid empieza a haber muchos agentes de futbolistas que hacen negocios con clubes en categorías bajas pero con cercanía a grandes clubes. Los agentes están controlando clubes y trayendo fichajes para venderlo más tarde”, explica.  El club mantiene una estructura saludable con varios equipos de cantera y también cuentan con escuela y equipo de rugby.

Desde hace unos años tienen su sede en El Bercial, un barrio de Getafe. En cuanto a sus objetivos, lo tienen claro. “No queremos volcarnos demasiado en el ámbito deportivo y descuidar otros. Todo tiene que ir de la mano, crecer descompensadamente es una mala receta. Nuestro objetivo es, una vez que estamos en El Bercial, crecer socialmente allí”, afirma Abejón. El directivo del club apunta a que poco a poco está cambiando la composición de sus socios. Antes casi todos eran gente del Atlético de Madrid. “Ahora también tenemos mucha gente del barrio porque estamos gestionando un club que les da la posibilidad de colaborar, opinar y decidir. Eso a mucha gente le es atractivo”, afirma.

El Atlético Club de Socios es citado por otros clubes como referente. “Algunos clubes se pusieron en contacto con nosotros, para conocer obligaciones, y ciertas cosas de gestión. Pero esos clubes están muy por encima de nosotros en masa social. Estamos encantadísimos de que tengan esa estructura tan grande. Estamos permanentemente en contacto, celebramos un encuentro cada verano desde hace 6 años”, concluye Abejón.

Jugadores y socios del Atlético Club de Socios. / Facebook

Al rescate en Murcia y Salamanca

Las circunstancias en Murcia y Salamanca fueron diferentes. En ambos casos tienen como antecedente la mala situación de su club referencia. En Murcia, el Club de Accionado Popular Ciudad de Murcia surgió en 2010 tras desaparecer el Ciudad de Murcia “original” por segunda vez. La primera desaparición fue en 2007 cuando el propietario Quique Pina lo vendió a Carlos Marsá, empresario granadino. Cambió de nombre y de ciudad, Granada. Fue el primer traslado oficial de un club en el fútbol profesional, al estilo NBA. “Nos quedamos huérfanos”, afirma José Francisco Navarro, presidente del actual Ciudad de Murcia.

Tras la refundación, impulsada por un empresario, del equipo e incluso ascendiendo a Tercera División, el club se arruinó generando una cuantiosa deuda. Se produjeron impagos en las nóminas de los futbolistas y se dictó su descenso. El equipo volvía a desaparecer tres años después.

“Como aficionados y peñistas decidimos no seguir el mismo camino otra vez y tomar otro alternativo. En agosto de 2010 desconocíamos qué hacer y nos empapamos de movimientos alternativos que hubiera en el fútbol internacional, donde se daban pasos para gestionar el club a modo de cooperativa, de manera horizontal, de modo que todas las personas tuvieran representación en la asamblea y que cualquier socio pudiera entrar en el club”, explica Navarro. En ese momento viajaron a Inglaterra para conocer de primera mano el F.C United. “Quedamos impresionados de cómo funcionaban. Eran como un reloj, tenían un sentimiento de pertenencia muy grande”, recuerda Navarro.

Fundaron de nuevo el club y adaptaron los estatutos a su realidad. “El fútbol negocio se ha propuesto matar al aficionado, no somos rentables y además nuestra apuesta por un fútbol sin mercantilismo nos hace peligrosos”, afirman. Realizaron sus primeras asambleas, con 75 socios de manera inicial y en cuatro temporadas se plantaron en Tercera División, categoría donde jugarán también esta temporada. “Con nuestra masa social, es complicado subir. Nuestro techo es hacerlo muy bien en esta categoría. En Murcia tenemos competidores muy potentes como el Real Murcia y el UCAM”, señala Navarro. Actualmente cuentan con 300 socios pero entre abonados y demás aficionados suelen superar los 1.000 asistentes en sus partidos. Además tienen equipo femenino, varios de cantera y hasta uno de E-Sports.

Para Navarro, “los clubes profesionales se están deslocalizando cada vez más y se presta menos atención al aficionado de siempre, todo tiene siempre el componente económico”. Y reivindica más atención para el fútbol modesto. “Está muy desatendido, muchos jugadores cobrando sin contrato, con impagos, etc. Ese tipo de cosas son muy importantes y no salen en prensa”.

Como el resto, en Murcia se enorgullecen de un “sentimiento de familiaridad entre los clubes con participación popular”. “Creemos que el futuro de los clubes en las categorías regionales pasa por aquí”, afirma Navarro. El club organiza desde 2011 el Torneo Against Modern Football. Un lema, “contra el fútbol moderno”, cada vez más extendido entre el aficionado. A ellos también han contribuido desde las redes sociales la página de Facebook, “Odio el Fútbol moderno”, convertida el año pasado en un libro editado por Carlos Roberto y Miquel Sanchís con la filosofía de  “nostalgia, denuncia y cultura”.

“Estoy esperando que Unionistas puede llegar a Segunda. Es un ejemplo que seguir, un modelo. Esa es la opción más cercana”, comenta Navarro. Y efectivamente, el equipo de mayor categoría en la actualidad se encuentra en Salamanca. El Unionistas de Salamanca juega en Segunda B y el año pasado quedaron novenos, lo que les da derecho a disputar la Copa del Rey.

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Imagen de los aficionados del C.A.P Ciudad de Murcia. / Facebook

Todo empezó con la Unión Deportiva Salamanca, club histórico con años en Primera a sus espaldas. La situación del club en 2013 era agonizante y terminó por desaparecer. En aquellos momentos existía una plataforma de aficionados que intentó sin éxito, rescatar al equipo. Se pensó entonces en crear un equipo de cero. “Pero no para intentar sustituir a la Unión sino para recordarlo, empezando en la categoría más baja”, comenta Alejandro Becerro, miembro de la directiva actual. “Empezamos en la terraza de una pizzeria, que fue el primer patrocinador que tuvimos, Fuimos conquistando más gente, más ámbitos. Fuimos creciendo muy rápido y con expectativas altas”, recuerda.

Becerro deja claro que son “el único club homenaje a otro”. “No queremos ni tener el mismo escudo, que no nos llamen el Salamanca, somos Unionistas”, afirma. Sus objetivos son ambiciosos. “A medio plazo queremos estabilizarnos en Segunda B. Pero siempre lo hemos dicho, si tenemos más socios o patrocinadores, más alto llegaremos. Huimos del fútbol negocio pero la realidad es que se necesita más inversión para llegar arriba porque nuestros competidores la tienen”, reconoce.

En la ciudad cuentan con un “respaldo bastante amplio” aunque existe otro club, el Salmantino. Tienen en la actualidad más de 3.000 socios y más de 100 patrocinadores. Y se muestra orgulloso de la alta valoración que existe fuera de Salamanca de su modelo de club.

Los socios, afirma Becerro, están muy involucrados y siempre tienen gente que se presta a barrer la grada, recoger, etc. “En nuestro caso los directivos coordinamos pero los socios tienen una total disponibilidad. Es una de las claves del éxito de Unionistas. Económicamente somos solventes, no generamos deudas”, señala.

Unionistas dispone también de varios equipos de cantera. “Queremos crear ese espíritu de permanencia en la ciudad, de que Unionistas es algo tuyo que vives desde pequeño. 300 niños en la actualidad lo avalan. “Otro dato significativo es que la cantera no financia el primer equipo. Subvencionamos bastante las cuotas porque es invertir en aficionados o futuros futbolistas que tengan espíritu fuerte con el club”, añade.

Becerro tiene claro que va a haber cada vez más equipos de este tipo. Y ponen en valor también la acción social realizada desde el club con actividades en colegios o asociaciones. “Es algo importante para explicar a la gente el proyecto. Es una misión expandir el club y que la gente lo entienda”.

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Celebración de una victoria del Unionistas de Salamanca. / Facebook

El barrio gijonés de Ceares y su equipo histórico

Ceares es un barrio de Gijón. Y cuenta con su equipo de fútbol propio desde el año 1946. En 2011 llega el actual modelo del Unión Club Ceares. “Nos vino de casualidad, somos amigos y del entorno conocido. Un día el club no tenía directiva, llamaron a un exjugador muy conocido y nos fue contactando poco a poco. Nos metimos de repente a gestionar un club. Al entrar al campo no sabíamos ni arrancar la cortacésped ni meter las fichas. Nunca nos lo habíamos planteado”, afirma Íñigo Arza, miembro de la Junta Directiva actual.

“Todos entramos por futboleros, pero también teníamos una conciencia común política en la forma de ver la vida. Fuimos dando responsabilidades, fuimos consiguiendo socios, recuperando gente. Les lanzamos la idea de participación, de echar una mano cuando pudieran”, recuerda Arza. Actualmente cuentan con 450 socios y sumando familias aficionados pueden llegar a más de 650. “El porcentaje que se implica es bastante alto comparado con otras organizaciones”, señala Arza.

Entre sus objetivos iniciales estaba “dignificar el futbol amateur, que la gente fuera a verlo y que hubiera ilusión”. Junto con eso, que el barrio se identificara con el equipo teniendo en cuenta la gran fuerza del Sporting de Gijón en la ciudad. Parece que al menos en el barrio lo han conseguido ya que la gran mayoría de socios procede de Ceares.

El club, impulsado además por el tejido social del barrio, comenzó a lanzar campañas contra el racismo, la homofobia y a favor de la inclusión. El club rechaza explícitamente los “aspectos más negativos que se ven diariamente en la sociedad, y por ende en el fútbol, como son el racismo, la homofobia y especialmente el sexismo”. “Lo que hacemos es llevar las directrices de la UEFA al límite. Nosotros lo hacemos de una forma muy militante y con estatutos”, señala Arza.

El Ceares está asociado con el Gijón Fútbol Femenino, junto con el que crearon una escuela mixta de fútbol base. Y realizan actividades con diferentes colectivos, como por ejemplo un torneo de niños reciente con el Comité Anti-Sida.

“Hay algo latente en el ambiente que parece que hay una demanda de este tipo de clubes”, afirma Arza. Sobre los objetivos del Ceares comenta que están en su época más exitosa de resultados. “El club ha subido mucho, hemos pasado a triplicar el presupuesto desde que lo cogimos”, destaca. En el horizonte, Arza señala que quieren “profesionalizar el club”, es decir, tener trabajadores en algunas áreas.

Han estado cerca de jugar en Segunda B, llegando a disputar los playoffs de ascenso. “Si se diera el ascenso económicamente es viable porque están dando ayudas a clubs humildes. Nos hace una cierta ilusión, pero por otro lado nos preguntamos si nos tendríamos que vender o no. Hay una contradicción con los escalones en el mundo del fútbol”, concluye.

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