Ramón Espinar y su padre buscan piso en Alcobendas

La escena se ha venido repitiendo como un ritual en cada firma de escritura de las viviendas promovidas por Vitra. Cumplido el trámite notarial, el presidente de la cooperativa de CCOO, Francisco Naranjo, se acerca a los nuevos propietarios, les estrecha la mano y, ceremoniosamente, les transmite este deseo: “Que la disfrutéis con salud”. Idéntico trámite se cumplió el día en que el diputado autonómico madrileño y senador Ramón Espinar Merino tomó posesión de la suya, aunque en esta ocasión una extraña frialdad sustituyó a la tradicional alegría de los titulares del piso.

El joven –tenía entonces 23 años y una larga melena- se había mantenido en completo silencio en la notaría mientras su padre sometía al fedatario público a un auténtico interrogatorio sobre determinados puntos de la escritura. No dijo ni este piso es mío, según uno de los presentes. Ramón Espinar Gallego, el señor que tanto preguntaba, era bien conocido por los responsables de Vitra. Alcalde de Leganés, primer presidente de la Asamblea de Madrid y consejero autonómico, era el hombre del PSOE en el consejo de Cajamadrid. Lo de las tarjetas black, las mismas de las que se benefició el anterior presidente de Vitra, Antonio Rey, aún no se conocía.

A Espinar hijo se le cuestiona ahora por haberse embolsado una plusvalía de 30.000 euros -10.000 menos si se descuentan los gastos e impuestos- al vender en menos de un año la vivienda protegida que nunca llegó a ocupar y beneficiarse del aumento del precio del módulo de VPP en un 31% a los pocos meses de iniciarse la construcción. ¿Su explicación? Que no podía pagarla con la beca de 480 euros que percibía, aunque las aportaciones previas sí pudo desembolsarlas por un “préstamo familiar” de unos 60.000 euros. La operación, como se verá, fue completamente legal pero éticamente discutible.

Las explicaciones del senador por designación autonómica -escaño que, por cierto, sigue ocupando saltándose su propia promesa de que sería rotatorio-, han dejado en el aire algunos interrogantes sin contestar. La promoción de Alcobendas se adjudicó en un 85% por sorteo del Ayuntamiento entre los jóvenes inscritos en su bolsa de vivienda y el 15% restante fue repartido por Vitra de manera discrecional. Entre éstos últimos estaba su apartamento y sus dos plazas de garaje anejas.

LA ADJUDICACIÓN: Espinar no ha aclarado por qué Vitra le adjudicó el piso. Fuentes cercanas a la cooperativa manifestaron a cuartopoder.es que lo habitual es que sea Vitra quien reparta la totalidad de las viviendas de entre su lista de peticionarios, aunque en esta ocasión el Consistorio madrileño, al conceder el solar para la promoción, exigió ser quien sorteara el 85%. “¿Que si vino enchufado y alguien pidió que se le incluyera en la promoción? Pues seguro”, indicaron.

EL CRÉDITO: Para formalizar la compra, Espinar hubo de contraer una hipoteca con el BBVA sobre la cantidad que aún quedaba por desembolsar. La cuota era de 580 euros mensuales y sus ingresos de 480. ¿Por qué permitió entonces la entidad bancaria que se subrogara en el crédito? Sin duda, porque fue convenientemente avalado.

LA VENTA: El de Podemos ha reconocido que inició los trámites para la venta nada más firmar la escritura y que el precio fue determinado por la Comunidad de Madrid. Todo ello es muy cierto, como también que es inusual que la Dirección General de la Vivienda resuelva en tres meses estas autorizaciones, todo un récord. Espinar debía conocer dos cosas: que el precio de su vivienda había subido un tercio y que de haber planteado a Vitra sus problemas de pago antes de firmar la escritura la cooperativa le hubiera restituido las cantidades desembolsadas sin ninguna penalización. Eso sí, sin plusvalía alguna. “Nos ha ocurrido muchas veces y siempre se ha devuelto el dinero, aunque en ocasiones hubiera que esperar unos meses hasta encontrar otro adjudicatario”, destacan los interlocutores de este diario.

LA CONSPIRACIÓN: Al hilo del incuestionable acoso del grupo Prisa a Pedro Sánchez, Espinar, que es el candidato de Pablo Iglesias en Madrid, ha denunciado ser víctima de una campaña de los “poderes económicos” para impedirle ser el secretario general de Podemos Madrid, con la cadena Ser, o sea Prisa, como brazo ejecutor de la operación. A la denuncia se ha sumado toda la dirigencia de Podemos, aunque el argumento sea bastante insostenible. ¿Significa esto que Rita Maestre, su adversaria en las primarias, es la candidata de esos poderes económicos? ¿Es eso lo que se está queriendo decir?

Al asunto no hay que darle muchas más vueltas. Ramón Espinar lleva comprometido desde que era un adolescente con distintos movimientos de izquierda y se significó por sus acusaciones contra esa ‘casta’ en la que, curiosamente, se encontraba su padre. Pero Ramón Espinar no es su padre aunque se llamen igual, y tan injusto fue intentar hacerle callar por los presuntos pecados de su progenitor como vincular ahora el préstamo que recibió de su familia con los movimientos de la tarjeta black de Cajamadrid por el que el exalcalde de Leganés está siendo juzgado.

Es más que probable que fuera empujado por su entorno a la compra de la vivienda y que ese mismo entorno decidiera su venta. En ese momento a Espinar los 20.000 euros le vinieron de miedo ya que, como ha reconocido, se pagó un master y se compró un portátil. Difícilmente imaginara entonces que llegaría a ser un personaje público y que tendría que rendir cuentas de su pasado, aunque nada ilegal pudiera reprochársele. ¿Cómo justificar ahora sus palabras de hace un año en la comisión de investigación sobre la corrupción en Madrid cuando afirmó que “el objetivo final de la promoción de vivienda pública no es venderla sino garantizar el derecho a la vivienda de la ciudadanía que no puede acceder al mercado libre”? Elevar el listón de la dignidad ajena por encima de la capacidad de salto de uno mismo siempre termina siendo un mal negocio.