La cirugía robótica se adelanta al futuro

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Imagen del sistema robótico de cirugía Da Vinci. / intuitivesurgical.com

No es ciencia ficción; es la realidad. Hoy el cuerpo humano es ya un territorio del que se explora hasta el lugar más recóndito. Independientemente de las herramientas terapéuticas con las que médicos y cirujanos se aprestan a combatir la enfermedad, imagínese usted que está buceando en un fondo marino (que podría ser el cuerpo), y penetrando en ese bosque de algas, enredándose en líquenes o hundiéndose en unas cavernas en las que habitan seres extraños, ocultos en la profundidad... Entes dispuestos, si hablamos del cuerpo, preciso, a provocar desajustes en el crecimiento celular y los consiguientes problemas de salud. ¡Pues hasta ahí, hasta localizar esos agentes perversos están llegando los métodos más sofisticados de diagnóstico y los últimos robots! Hasta esas simas ocultas penetran ya los marcadores nucleares, la tecnología digital en 3D y los dedos afilados y sutiles de las máquinas robóticas, con tal capacidad de resolución que jamás hasta ahora persona alguna pudo imaginarse.

Así, hoy los enfermos son cada vez más un territorio asequible para los médicos. Las tecnologías avanzadas pueden mostrarle al especialista, a través de una pantalla, “cualquier conflicto extraño”, aunque la enfermedad esté oculta en el lugar más oculto del organismo.

En una reunión celebrada en Sevilla, en la que han participado varias decenas de expertos en cirugía robótica de España y Estados Unidos, se ha hablado de estas cosas; lo que muchos creían que era sólo ficción, o un sueño, ya es una realidad tangible o va serlo muy pronto. “Nosotros manejamos ya un robot, el Da Vinci, que tiene sobradamente probada su eficacia. Pero sabemos que la industria está investigando sobre nuevos recursos y nuevos productos tecnológicos que, incluso para los profesionales familiarizados con la cirugía robótica, resultan aún difícil de precisar”, apunta uno de los organizadores de la reunión de Sevilla, el cirujano Francisco Javier Padillo Ruiz, director de la Unidad de Gestión Clínica de Cirugía General del hospital Virgen del Rocío de Sevilla.

Padillo Ruiz ha vivido en Sevilla experiencias (intervenciones quirúrgicas en directo programadas a modo de ejemplo para ilustrar a los participantes en la citada reunión científica) que, cómo ocurre con la Fórmula 1 respecto al común de los coches, anuncian hallazgos que luego van a aplicarse a la población en general. Los cirujanos han podido comprobar cómo basta con sentarse delante de una consola y accionar unos mandos -¡que ya son especialmente sensibles mientras se mueven con la misma precisión que los dedos de una mano!- para extraer, por poner un ejemplo, un tumor del tamaño de una semilla de cualquier órgano, corregir una obstrucción arterial, no importa en qué parte del cuerpo, o eliminar, con toda certeza de que ha sido así, hasta la última célula maligna de un haz de músculos, vísceras, piel o en cualquier otro espacio corporal... ¡Y sin mancharse las manos! Es la cirugía robótica.

Hasta ahora la cirugía tradicional avanzaba, en la mayoría de los casos, a partir del binomio acierto/error. Requería pericia y un gran despliegue humano y espacios amplios para ello. Pero en los últimos años se ha ido imponiendo para ciertas patologías la cirugía laparoscópica; una técnica que supone una invasión mínima ya, y ofrece resultados muy positivos para los pacientes en todos los órdenes al sufrir menos daño y tener más rápida la recuperación. La cirugía laparoscópica le permite al cirujano resolver complejos problemas quirúrgicos practicando tres o cuatro incisiones, de apenas un centímetro cada una, por los que introduce todo el instrumental necesario, incluida una micro cámara de televisión.

Ahora llega la cirugía robótica y da un paso más en hallazgos y en resultados quirúrgicos. La posibilidad de operar con robot ofrece notables ventajas. El campo quirúrgico se amplia; o lo que es lo mismo, cada día son más las patologías que pueden tratarse mediante la intervención de robots. Ya no van a ser el cáncer de recto o la cirugía digestiva, solamente, quienes queden en manos de las máquinas, por poner dos ejemplos...  Una novedad apreciada y practicada en Sevilla ha sido la que ofrece la posibilidad de tener una visión del campo quirúrgico en tres dimensiones. La tecnología 3D lo permite. Mientras maneja el robot en su consola, el cirujano tiene también, simultáneamente, en una reserva de su pantalla, una imagen tridimensional de la zona tumoral que aborda, aunque esta esté oculta o en la parte posterior del campo quirúrgico que tiene delante.

Otra novedad, que muy pronto será también muy común entre quienes practiquen la cirugía robótica, va a ser la de disponer de dos robots en cooperación simultánea y dispuestos a intervenir indistintamente en el acto quirúrgico. Es decir, al lado de quien se inicia en esta técnica, siempre podrá estar el especialista más avezado por si algo no va bien. Es como ese profesor de autoescuela que, ante un posible error del alumno, le corrige de forma automática al alumno. Esto permite un aprendizaje más rápido y, sobre todo, una mayor eficacia y mejoras resultados.

También es ya un hecho real la telecirugía. Un especialista puede operar en Madrid estando Nueva York y viceversa. Esto ya se practica a título experimental pero llegará a ser frecuente. “Y no tiene por qué salir mal el acto quirúrgico”, explica Padillo Ruiz. “Siempre que haya in situ un equipo médico auxiliar por si algo se tuerce, será perfectamente factible que un especialista en una determinada patología practique una intervención quirúrgica mediante telecirugía, sin necesidad de desplazarse al lugar físico en el que se está realizando la operación”.

En los últimos años los marcadores nucleares y químicos han sido el gran hallazgo para la detección de células malignas. Pero de cara al futuro se anuncia ya una nueva tecnología, mediante la instalación de sensores en torno al paciente, que va a ser capaz de detectar hasta la última célula tumoral. Este hallazgo se cree que será revolucionario porque va a permitir que ni una sola célula maligna se escape al control quirúrgico o de su eliminación posterior, con lo que la posible metástasis desaparece.

Ni que decir tiene que la robótica reduce aún más la invasión corporal. Se habla ya de un único orificio para introducir el instrumental. Un orificio minúsculo que, gracias a la nanotecnología, será realidad muy pronto.

Como no tardando mucho tampoco —los cirujanos más jóvenes sueñan con ello y no lo creen imposible— llegará esa realidad que va a permitir que al paciente se le introduzca en una especie de máquina (o en una habitación que es toda ella un gran robot) y ésta se encargará de estudiar, analizar, y diagnosticar qué patologías tiene esa persona, cómo pueden tratarse las enfermedades detectadas y, seguramente también, será el mismo robot quien emita un diagnóstico y proponga cómo estaría dispuesto a operar. ¿Ciencia ficción? Es posible. Pero quienes trabajan ya con imágenes en tres dimensiones o con el robot Da Vinci, saben muy bien que a estas alturas, en cirugía, casi nada es ya imposible.

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