Aquel chiste de El Roto mostraba a dos “hombres serios” dialogando en torno a una mesa: “Necesitamos un informe”, decía uno de ellos. A lo que el otro respondía: “¿A favor o en contra?” Pues eso; que los informes, encuestas, estudios, análisis..., son interesados muchas veces y se emiten, a favor o en contra, en función de a qué persona u organización le interesan, sin tenerse en cuenta los verdaderos resultados.
Así, cuando se acerca el verano, parece que hay ciertas empresas (de alimentación sobre todo) que le tienen ya cogido el gusto a lanzar mensajes solemnes y mostrarnos estudios seductores, siempre catalogados de serios y concienzudos, sobre las bondades del vino, de la cerveza o los refrescos; del yogur o no importa de qué alimentos. Sobre los beneficios del pan, por ejemplo, y de la Wii (que no es un alimento, desde luego, pero que alguien podría defender como un nutriente del cerebro) han aparecido recientemente informes; y de ellos se desprende que, tanto el pan como la Wii, reúnen cualidades “muy beneficiosas” para la salud.
Sin embargo, la realidad, más prosaica que todo esto, nos dice que practicar el sentido común es lo más conveniente para gozar de una vida saludable. “Los niños que comen pan son menos obesos” reza en el titular que encabeza el penúltimo estudio que se ha hecho sobre el pan. Lo dice la doctora Rosa María Ortega, catedrática de Nutrición de la Universidad Complutense de Madrid. Con la investigación llevada a cabo, en la que han participado más de 500 niños y niñas de distintas ciudades de España, se pretendía averiguar, qué pan comen, cuánto y cómo, y qué efectos tiene este alimento sobre su salud.
Pero ¿cuánto pan deben comer nuestros niños? Porque, ocurrirá como con todo; que depende... Con el consumo de aceite de oliva, por ejemplo: si se toman 2 o 3 cucharadas soperas al día, no sólo no se engordará por ello, sino que este zumo extraordinario de fruta facilitará el riego sanguíneo, mejorará los indicadores de riesgo cardiovascular, y, de paso, ayudará a prevenir en el futuro los infartos, opina el nutricionista Pedro Pablo García Luna; una opinión que comparten otros muchos expertos. Pero si se abusa de ella, del aceite..., pues ocurrirá como con todo: que será, en este caso —a pesar de ser zumo y solo zumo, excelente y natural, por supuesto— una grasa perniciosa cuya consecuencia inmediata va a ser el aumento de peso. Así que, el titular “Los niños que comen pan son menos obesos” no deja de tener truco y en nada ayuda a resolver el grave problema que con la dieta y el peso tiene hoy los infantes españoles. Sería mejor explicar que, como decía el ya mítico nutricionista Francisco Grande Covián, “conviene comer de todo pero en plato de postre”. O también: “La única comida que no engorda es la que se deja en el plato”. Es decir, la variedad y moderación en la dieta es la primera regla para gozar de una buena salud; y esto sirve también para los niños. De ahí lo peligroso que puede resultar agarrarse a titulares como el anteriormente citado, no sea que ahora les dé a los más pequeños por atiborrarse de pan y con ello generarán un “descosido” mayor, intentando arreglar “el roto” de la obesidad que ya tenían; obesidad y sobrepeso que las estimaciones más recientes sitúan por encima del 20%.
Se dice en el estudio que “frente a la mala fama del pan, la ingesta adecuada de este tiene consecuencias positivas”. Sin duda que las tiene. Como cualquier otro alimento. Y abundando en ello, el informe asegura que 4 o 5 raciones por día (una rebanada), frente a las 2 y pico diarias que habitualmente toman los niños españoles, ayudarán a mejorar y mantener el equilibrio nutricional. Pero eso dependerá, decimos aquí, de otros muchos factores cómo del ejercicio que hagan, del resto de los alimentos que consuman, o de si engullen más o menos chuches... ¿No?
Lo curioso de estas investigaciones es que muestran tal abundancia de datos que se antojan infalibles. La ingesta de pan en una proporción más elevada, según proclama el citado estudio, supondrá para el niño unos niveles más correctos de triglicéridos (¿qué demonios querrá decir esto de triglicéridos?), de glucosa y regulación del colesterol..., además de aportarles hidratos de carbono, vitaminas, minerales y fibra suficientes. Es decir, de pronto el estudio “dinamita” la teoría de que el pan engorda. ¿Engorda? Supongo, insistamos en ello, que dependerá de la cantidad que de él se tome. Y lo que no debe obviarse tampoco es que el equilibrio vital vendrá dado, más por esos hábitos de vida saludables (comer de todo y hacer ejercicio con moderación), que por la ingesta de una determinada cantidad de pan.
Con los datos en la mano —y para que no queden dudas de la veracidad del estudio, y, por lo tanto, todo el mundo pueda dudar, si quiere, de si va o no a permitirse adherirse a él como si fuera la Biblia—, los niños que consumían más pan ingerían 18,6 gramos diarios de fibra, mientras que el resto de niños sólo recibía 16,2 gramos. Además, se incide a la conclusión del estudio que los niños que toma una mayor cantidad de pan ingieren más vitamina B1 y yodo, muy importantes para el sistema nervioso; también más ácido fólico para la protección cardiovascular y funcionamiento mental; y más zinc, muy bueno para mejorar la respuesta inmunitaria. Es decir, que argumentos no faltan para que aumente el consumo de pan.
Sin embargo, también podría pensarse que detrás de tanto dato —y detrás de los que se aportan en todas las encuestas—hay enredos y, probablemente, siempre habrá mensajes ocultos. Sin llegar a dudar de los datos referentes al pan, ¡Dios nos libre!, podríamos pensar, ¿por qué no?, que subyace un interés comercial; el deseo de una industria de “convertirse en noticia”, o la intención de promocionar un determinado producto.
Ah!, y que a nadie se le olvide: las famosas cartucheras femeninas que no sé sabe a qué o a quién debe atribuírsele la ocurrencia de que éstas se forman a partir de la ingesta excesiva de pan, nada tienen que ver, en realidad, con este bendito alimento, salvo que se engulla descontroladamente y en exceso... que entonces afectaría, no sólo a las cartucheras, sino a todo el esqueleto. Sin duda éste es un mito más de los muchos que abundan.
Y concluyo: en los Estados Unidos de América acaba de proclamarse “oficialmente” que la Wii es beneficiosa para la salud. Su fabricante, Nintendo, está convencido de que es un buen instrumento para luchar contra la obesidad y las enfermedades cardiovasculares. Tan seguro está de ello la multinacional que ha convencido a la American Heart Association (Asociación Americana del Corazón) para que promueva su uso. En fin, queda claro pues que, en temas de salud, todo el mundo lucha como puede por ella. Pero...
yo creo que la conclusión de este estudio es que debemos volver a la dieta tradicional -donde por supuesto se comía pan- y suprimir de nuestras despensas toda clase de galletas chocolateadas, pan de molde, bollería industrial y demás productos envasados -alguien ha leído los ingredientes de estos productos?- que hoy en día han sustituído al clásico bocata de jamón serrano con tomate. Los padres han descuidado la alimentación de sus hijos -no hay tiempo para preparar un bocadillo por las mañanas- y si lo sumamos a los menús escolares donde abundan los fritos y la escasez de verduras, pues ya veremos en unos años…..ah y se me olvidaba la «invasión de los refrescos» en la vida social de nuestros hijos..¡¡¡pobre del niño que pida agua o un zumo en un cumpleaños ¡¡¡¡¡ Por favor, ya está bien.
Más sardinas y menos bollicao. Por cierto, las «digestive/fontaneda» se hacen con aceite de palma. Habrá que cambiar de galletas, qué rabia.