Hijos de la violencia

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El silencio reinaba en la casa del número 53 de la calle Toledo, en la localidad madrileña de Arroyomolinos. En el jardín, alguien había abandonado unos juguetes. Fue lo primero que vieron los agentes al llegar a la vivienda. Rozaban las dos de la madrugada. Felipe Rascón, un taxista de 46 años, no había devuelto a Andrea a su madre, a la hora pactada. En el exterior de la casa esperaba, impaciente y preocupada,  la hermana de Felipe. Había luz en una de las habitaciones, pero nadie respondía. Los agentes tardaron sólo unos minutos en entrar. Andrea yacía en el suelo de su habitación. Le habían descerrajado dos tiros en la cabeza con un revólver. Su perra, Ruma, y su padre  estaban a tan sólo unos metros. Felipe no pudo o no quiso asumir la culpa y se suicidó tras acabar con la vida de la pequeña de 7 años.

Dos tiros de venganza e ira contra la madre, contra Ángela González.  El matrimonio se habían separado en 1999, cuatro años antes. Los psiquiatras le diagnosticaron que estaba peligrosamente obsesionado con su mujer pero ella, a pesar de que el informe decía que sufría un trastorno mental grave,  no consiguió que lo ingresaran en un centro hospitalario ni mantenerlo alejado de la niña.

Felipe nunca la había querido. Tampoco a la niña. Cuando supo que su primer hijo iba a ser una niña, la insultó. Luego llegaron las acusaciones de adulterio porque, vociferaba, “no podía ser suya”.  Ángeles dijo basta un día de agosto.  Cogió a la niña y dejó aquella inhóspita casa atrás. Él salió detrás con un cuchillo. Hubo más agresiones, algunas incluso con testigos y las denuncias ante la Guardia Civil o los juzgados se sucedieron. Él  las perseguía, saltándose la orden de protección. La llamaba de madrugada. La seguía en el coche e intentaba sacarla de la autopista. Ángela llegó a denunciarlo hasta 47 veces a Servicios Sociales, a la Guardia Civil, a la Policía, en el juzgado... Mujeres y víctimas. Víctimas que son mujeres. A ellas las tenemos identificadas, calificadas…Pero ¿qué pasa con los testigos de esa violencia? ¿Qué pasa con los hijos de la violencia? Menores que crecen aprendiendo a violentar y no a amar y, en muchos de esos casos, también víctimas directas o armas arrojadizas de la furia paterna contra el cónyuge. “Además de ser altamente probable que los niños sean también víctimas directas de violencia física o psicológica en situaciones de maltrato doméstico, los hijos de las mujeres maltratadas son receptores directos de la violencia contra sus madres, aunque ellos directamente no hayan recibido ni un solo golpe”, señala Laura Fátima Asensi Pérez, psicóloga clínica y forense. Los niños no son víctimas sólo porque sean testigos de la violencia entre sus padres, sino porque "viven en la violencia". Son víctimas de la violencia psicológica, a veces también física, y crecen creyendo que la violencia es una pauta de relación normal entre adultos.

Unicef señala que, aunque no se les ponga la mano  encima, presenciar o escuchar situaciones violentas tiene efectos psicológicos negativos en los hijos. Aunque no sean el objeto directo de las agresiones, padecen violencia psicológica, que es una forma de maltrato infantil y que  la Convención Internacional de los Derechos del Niño -ratificada por España- considera una forma de maltrato infantil y la recoge en el artículo 19 como “violencia mental”.

No existen datos oficiales, pero los recabados por Save the children apuntan a que en nuestro país hay 800.000 niños compartiendo techo en hogares donde los malos tratos son habituales. En lo que va de año, el Centro Reina Sofía cifra en 12 los menores fallecidos como consecuencia de la violencia de género. Y, sin embargo, en la actual Ley Integral contra la Violencia de Género hay una ausencia total de medidas de asistencia y protección a los menores.

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Tomemos como ejemplo una de estas medidas que tantos quebramientos o ausencias llenan titulares; las órdenes de alejamiento. ¿Se puede ser maltratador y buen padre? La actual Ley deja en manos de los jueces la decisión de retirar la custodia al violento. Antes de su aprobación, se aplicaba el código penal y, en la mayoría de los casos, una condena por maltrato conllevaba la suspensión del régimen de visitas. Esa discrecionalidad permite casos como los de Andrea. Cada vez que su padre iba a buscarla lloraba, gritaba, no quería salir de la cama y cuando regresaba de estar con él, tenía muchísima ansiedad. “Vivenciar la angustia de la madre maltratada, su temor, inseguridad, tristeza, les produce una elevada inseguridad y confusión. Esa angustia se traduce en numerosos trastornos físicos, terrores nocturnos, enuresis, alteraciones del sueño, cansancio, problemas alimentarios, ansiedad, estrés, depresión... “, señala la psicóloga.

Pero lo peor, al estar en fase de crecimiento y desarrollo madurativo, esa violencia conforma su personalidad y la toman como modelo, interiorizando los roles de maltratador o maltratada. Crecen en el miedo y son candidatos al diagnóstico de trastornos por estrés traumáticos, depresiones por desesperanza o de posibles trastornos de personalidad. Todo ello sin un solo golpe, sin un maltrato "directo".

En muchos casos, las madres no pueden en otras no son conscientes, darse cuenta –en otras no son conscientes– de que los menores sí  están siendo víctimas de forma indirecta, sólo por el hecho de presenciar o vivir una situación de violencia en el ámbito familiar. Ángela quiso evitarlo, pero las denuncias quedaron aparcadas u olvidadas. Les advirtió, pero  los jueces le concedieron el régimen de visitas abierto, sin acompañamiento. Cuando aprendió a vivir con el dolor del asesinato de su hija, sacó la poca fuerza que le quedaba y denunció a los tribunales por negligencia judicial. La misma noche del asesinato fue víctima otra vez. Como cuenta,  al ver que su hija no volvía del encuentro, llamó asustada a la trabajadora social. “Y me dejó sola, en el cuartel de la Guardia Civil, pero allí nadie me contaba nada. Me fui a la casa de mi marido y allí me encontré con todo”. Era una víctima doble: no sólo de su marido, sino del sistema.

Ahora, una sentencia de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Supremo ha lamentado el fatal desenlace, pero concluye que no existe responsabilidad. Literalmente, argumenta que no existió un funcionamiento anormal de la Administración de la Justicia, sino un conjunto de decisiones jurisdiccionales que resolvieron lo que estimaron conveniente respecto de la forma en la que debía canalizarse la comunicación de un padre con su hija.

Esa forma en la que se canalizaron las visitas fue, según argumentó su madre en los dos juicios que se celebraron, la rescisión de las visitas supervisadas que pidió porque la pequeña no quería quedarse a solas con su padre. En cambio, el padre tenía barra libre para ver y llevarse a la pequeña. Tampoco se la proporcionó el tratamiento psicológico que precisaba. Como cita Miguel Lorente, delegado del Gobierno de Violencia de Género, en su libro sobre violencia de género y suicidio: "Hay muchos ojos que no ven porque sus corazones y sus conciencias no quieren mirar".Ahora Ángela va a recurrir al Tribunal Constitucional. Es su única esperanza. Y en su mente, aún el eco de aquella frase que Felipe le espetó un día: “Te voy a hacer el mayor de los daños y te vas a acordar toda tu vida”. Fueron sus palabras de despedida.

2 Comments
  1. Santa Teresa says

    A nadie preocupa la victimización secundaria o institucional. La administración se protege a sí misma y por eso, y es lamentable, esta mujer no conseguirá nada. Tal vez la conclusión sea «protegete a tí mismo, porque nadie va a hacerlo por tí».

  2. Carlos Aurelio says

    Violencia de género, la gran mentira
    – ¿Por qué no se habla nunca de que España ocupa el segundo lugar por la cola de los países de la Unión Europea en cuanto a violencia intrafamiliar? Por cierto, son los países supuestamente más civilizados los que tienen el “honor” de ocupar los primeros lugares: Gran Bretaña, Suecia, Dinamarca, Alemania…- ¿Por qué solamente se habla de la violencia ejercida sobre las mujeres y nunca o casi nunca sobre los ancianos, los niños, y mucho menos de cuando las víctimas son varones adultos?
    – ¿Por qué no hablan del enorme número de varones que inmersos en procesos de separación y divorcio, acaban suicidándose? (Durante el año 2003 fueron más de 400 en España, y el año siguiente los suicidios fueron más de 600, siendo las cifras de suicidios de mujeres absolutamente anecdóticas)
    – ¿Por qué ocultan los datos de denuncias falsas (contra varones) por malos tratos y abusos? Y lo más preocupante e importante ¿Por qué no se hace nada para evitarlas y para procurar que no queden sin castigo?
    – La aplicación de la legislación relativa a “violencia de género”, órdenes de alejamiento y de protección, etc. supone la conculcación de preceptos constitucionales como el derecho a la tutela judicial efectiva, el derecho a un juicio justo, a la presunción de inocencia, el derecho a no ser discriminado por razón de sexo u otra circunstancia personal, etc.
    El 26 de septiembre de 2002 se creó el Observatorio de la Violencia de “Género”, presidido por la Juez del Tribunal Supremo Montserrat Comas. El informe del Consejo General del Poder Judicial respecto del periodo 2001/2002 reflejaba que el 30% de muertes en el ámbito familiar fueron de varones y el 70% de mujeres (también se pueden consultar informes del Ministerio del Interior y otros como los de la Asociación Unificada de la Guardia Civil, “casualmente” coincidentes) También el año 2000 el Instituto de la Mujer deja de publicar las muertes de hombres en el ámbito familiar; su último informe coincidente con el del Ministerio del Interior, reflejaba un 60% de muertes de mujeres, 40% de hombres… A continuación, algunos datos llamativos sobre personas muertas por violencia doméstica (información del Ministerio del Interior, ¡¡0jo!!)

    Año 1987: 40 hombres, 52 mujeres. Año 1988: 50 mujeres, 44 varones. Año 1999: 37 hombres, 56 mujeres. Año 2000: 67 mujeres, 44 varones. Año 2001: 38 hombres, 68 mujeres. Año 2002: 77 mujeres, 52 varones. Año 2003: 49 hombres, 86 mujeres… ¡¡QUE CASUALIDAD!! EL AÑO 2003 COMIENZAN A APARECER “DISCREPANCIAS” ENTRE LOS DATOS QUE OFRECE EL MINISTERIO DEL INTERIOR Y LOS QUE APORTA EL CGPJ. Comienza la ocultación descarada de las muertes de varones con el “objetivo estratégico” de crear el binomio “mujer-víctima de la violencia de género” y lógicamente el de “hombre-maltratador”. Anuario Estadístico del Ministerio del Interior, año 2005: Personas adultas muertas por violencia doméstica
    Año 2009: 52 mujeres muertas, 33 hombres….
    Para mayor información: “El varón castrado”, Editorial Planeta, Autor: José Díaz Herrera….
    ¿Por qué se oculta de manera premeditada que el maltrato a los ancianos y a los menores proviene de mujeres en más de un 60% de los casos?
    En el Congreso de Psiquiatría Forense celebrado en Madrid en marzo de 2004 se reconoció por forenses de reconocido prestigio como García-Andrade que más del 85% de las denuncias contra hombres son falsas…
    ¿A QUIÉNES BENEFICIA TODO ESTO? El Ministerio de “Igual-da” -actualmente integrado en el de Sanidad- (o entidades varias de “Asuntos Sociales”) subvenciona con carácter ordinario o extraordinario a Asociaciones que se dedican a los “temas de la mujer”: se financian puntos de encuentro, casas de acogida , “acciones formativas”, supuestos “planes de igualdad”, “seminarios”, “simposios”,…Y, ¡¡qué casualidad!! Suelen coincidir los órganos de gobierno de determinadas “asociaciones” con las-los titulares de determinados despachos de abogad@s, psicólog@s, etc. que -¡¡será casualidad!!- consiguen un enorme éxito en las solicitudes de órdenes de protección-alejamiento que promueven en los tribunales (de varones por supuesto) Todo ello genera un lucro inmenso, una ubre gigantesca…
    Carlos Aurelio Caldito Aunión.
    Custodia Compartida, Padres y Madres en Igualdad

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