(Actualización del jueves, 23 de junio)
Han pedido el anonimato para ella, pero no para su historia. La llaman Habiba; que significa Amada en árabe. Tiene 22 años, es joven y madre. No tiene recursos ni trabajo. Está asustada o, como describe la Fundación Raíces que ejerce su defensa legal, “rota de dolor”. Y hasta aquí los datos que podíamos conocer de ella. Y a partir de aquí, su historia, y el motivo de que sea público el trance que está viviendo, pero no su identidad. Una trayectoria vital que se había estrellado contra el espejo occidental. El Instituto Madrileño del Menor y la Familia decidió asumir la tutela de Alma, su hija de 15 meses, hace tres semanas por, según alegaron, falta de recursos económicos, de apoyos familiares y no cumplir con los objetivos de un programa de psicoterapia y habilidades maternales. Esos son los hechos que se recogían en la resolución de desamparo. Y hasta aquí el sarcasmo del nombre elegido para ella. Habiba no se sentía amada. Era una madre sin derecho a ejercer. Una madre perdida cuya causa fue asumida por la Fundación Raíces que llevó su caso a los tribunales para denunciar, una vez más, lo que consideran anormal funcionamiento del Instituto. De su lado se posicionaron el Ministerio Fiscal, el Defensor del Pueblo y el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid por lo que consideraban una grave vulneración de derechos. El final debía dirimirse en el juzgado de Primera Instancia 85 de Madrid mientras la historia cruzaba fronteras -fotografíada por periódicos como Le Figaro-, y arrasaba en la Red. Estas son las líneas que escribíamos hace unos días. El final ha llegado antes de lo esperado y no de la mano de un juez, sino de la decisión de la Comisión de Tutela del Instituto Madrileño del Menor, que ha decidido cesar la tutela provisional de Alma tras “cambiar las circunstancias” del caso. Esa es la nueva versión de la historia. Habiba ya no está asustada, ni rota de dolor. Ha recuperado a su niña. Y lo que sigue a continuación es la historia del principio al final.
Habiba y su pequeña vivían desde hace unos meses en una casa tutelada a la que la madre había acudido al carecer de ingresos. Buscaba protección y un lugar en el que criar a la niña. Hasta el pasado 30 de mayo. El Instituto decidió separarlas. Dicen desde la Fundación Raíces–voz de este drama maternal-, que el IMMF les informó que la “sustracción” de la custodia se produjo porque Habiba no cumplió con el programa que tenían previsto para ella y para la niña que, fundamentalmente consistía, en suspender la lactancia materna por considerarla “caótica y perjudicial para los niños y niñas”. Lo que no dijeron es que a los menores tutelados no se les puede amamantar entre las paredes de su centro. Y se declaró la guerra. La Fundación lo llevó a los juzgados y recabó el apoyo popular. Expertos entraron en arena enarbolando la bandera de los fundamentos científicos para justificar los beneficios de la lactancia materna. Algunos se sumaron a la campaña de cartas dirigidas a instituciones como el Defensor del Menor o del Pueblo para señalar lo perjudicial de la separación de esta madre de su hija. Es el caso de la Asociación Española de Pediatria que establece que dicha separación supone un daño físico para la madre porque su ritmo de producción de leche ha sido alterado de forma externa y, para la hija, porque la lactancia tiene beneficios demostrables hasta los dos años al menos al afectar al desarrollo neurológico que se ve marcado por este vínculo afectivo. Lo dice también UNICEF que afirma que “la nutrición materna también es importante para asegurar el buen estado nutricional del lactante y para salvaguardar la salud de las mujeres. El destete debe, por eso, programado y nunca brusco para evitar traumatismos o sentimientos de inseguridad. Para ambas tiene consecuencias psicológicas, tal y como cita la Asociación Española de Pediatría. En los lactantes mayores la lactancia tiene una parte afectiva, otra nutritiva y otra de hábito. Dejar de dar el pecho no significa cortar la relación con su madre, que sería lo auténticamente traumático.”
Esta fue la versión inicial. Con el paso de los días y el aumento del ruido de las presiones, el Instituto ha añadido más argumentos para incidir en que la madre no atiende al bebé como debe y la pone en riesgo. “La dejó sola y encerrada mientras se iba a la calle o no la dejaba gatear”, argumentan en los informes remitidos al Defensor del Menor y a la Fiscalía para probar que la retirada de la tutela era lo más conveniente para la niña. El IMMF, dependiente de la Consejería de Familia y Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid, niega, por tanto, que la retirada de la tutela tenga que ver con la lactancia, y ha basado la declaración de desamparo de la niña en que la madre presenta “cierta inestabilidad mental”, “problemas de adaptación en el centro” y carece de las “habilidades necesarias” para cuidar de su hija. En el otro extremo la fiscalía entendía que “el deterioro de la relación entre madre e hija no estaba suficientemente motivado” como para justificar la separación, según explica el fiscal jefe provincial de Madrid, Eduardo Esteban.
Al mismo tiempo que se elaboraban dichos documentos, se habilitaba la primera visita de la madre a la niña. Una visita tensa y rasgada por los sentimientos. A Habiba no la dejaron darla el pecho porque el amamantamiento está prohibido en los centros o residencias infantiles de la Comunidad de Madrid, y es contrario a la institucionalización de la niña, que pretende una desvinculación de madre e hija. La visita fue, según Ibone Olza, la psiquiatra que ha tratado a Habiba, dramática. “Ella relata que su niña no quería ni mirarla, estaba más delgada, tenía los ojos como con bolsas por debajo, empezaba a llorar cuando la cogía en brazos pero no tenía fuerzas y enseguida paraba de llorar. No parecía su hija, parecía una niña muerta; una muñeca“. La psicológa añade que Habiba y su hija no se habían separado más de seis horas desde que la niña nació, por lo que esta separación tan abrupta para llevarla a un entorno desconocido, supone un grave daño que puede producir secuelas. Y de ahí su reacción. “No querer mirarla a la cara, mirarla como a una extraña, no querer acercarse a ella, o todo lo contrario, no querer soltarse de ella son indicadores del sufrimiento enorme de la niña y del sentimiento de abandono profundo. En ningún caso era previsible que la niña mostrara alegría al ver a la madre“, concluye.
Ibone dictaminó en su informe que Habiba estaba asustada y desesperada, como cualquier madre a la que han arrancado a su hija, pero no sufre ninguna patología patología psiquiátrica ni consume sustancias tóxicas. “Es una madre perfectamente capaz“. Esta misma versión la ha corroborado ante la Fiscalía. “Cuando la vi, tenía los pechos congestionados. Hice lo único que pensé que podía hacer: llevar la leche al centro en el que está la niña y la aceptaron por mi insistencia. No pude ver a la niña”. Según esta psiquiatra, la Consejería de Sanidad forma profesionales en apoyo a la lactancia materna y a la no-separación. Por eso creo que lo preocupante es el mensaje tan opuesto que se da desde el IMMF. La experta no entra a dirimir si la lactancia es o no el mejor método pero lo que sí concluye es que, separar bruscamente a una menor de quince meses de su madre, sin malos tratos de por medio, y llevarla a un centro en el que carece de un referente le causa un gran daño.
Y aquí empieza la caricatura. No había malos tratos, ni abandono, según justificaba su representante legal. Y, sin embargo, Habiba no gozaba de los derechos que sí tiene cualquier presa, que puede estar con su bebé y amamantarlo. El instituto del Menor impuso unas condiciones: Habiba no podría recuperar la tutela de su hija hasta que consiguiera “un trabajo y una vivienda” y “se comprobaran que estas condiciones se cumplían”. La Fundación Raíces se comprometió a garantizar una vivienda para la madre así como la cobertura de sus gastos hasta que consiga un trabajo. Pero no parecía ser suficiente. Hasta hace unas horas. La Comisión de Tutela se descolgaba con un informe que aseguraba que la madre había acreditado mediante un escrito que ya cuenta con una oferta de trabajo y que tiene una plaza en un piso para mujeres e hijos en situación de vulnerabilidad que garantiza el bienestar del menor. Eso, y que según añaden, la madre está dispuesta a someterse a “vigilancia” de los servicios sociales de la Comunidad de Madrid y a iniciar una terapia psicológica. Todo en interés del menor.
La polémica está en el aire. La fundación Raíces asegura que este caso –que no es aislado-, es una gravísima violación de los Derechos Humanos y de los Derechos del Niño y piden un balance sobre el sistema de protección de menores en nuestro país, para reflexionar sobre los controles de las decisiones administrativas que, sin control judicial previo, intervienen en la vida de las personas con decisiones tan importantes como retirar a niños y niñas de sus familias.” Al final, los centros de protección están llenos del mismo “perfil de menor” que casualmente coincide con niños y niñas, hijos de familias en situaciones de exclusión social. Y van más allá. “Es hora ya de reclamar el derecho de las familias pobres a no ser objetos utilizables como moneda de cambio, a no consentir tantos abusos en nombre de falsos intereses superiores, a no consentir tanto sufrimiento gratuito, a no dejarnos machacar sin sentido; somos seres humanos, y no hipótesis jurídicas, no estamos en riesgo de exclusión sino en lucha por la inclusión. El caso es que la única solución aportada por el Instituto del Menor es la retirada de la custodia. No han existido recursos ni soluciones alternativas. Quizás la única solución fue echarla porque, al parecer, y según alegan ellos, tenía problemas de convivencia con otras compañeras“.
El caso de Habiba ha generado un movimiento de apoyo en blogs de maternidad y redes sociales como Facebook, que cuenta con más de 3.500 seguidores, donde se promueven acciones como cartas al Defensor del Pueblo o al IMMF. También se promovió una petición pública a la gerente del IMMF, Paloma Martín, que cuenta con más de 6.000 firmas, para pedir que Habiba y su hija vuelvan a estar juntas.
Ya lo están. El momento, según relatan sus portavoces, “ha sido precioso”. Alma se agarraba fuertemente a su madre, y Habiba “brillaba como nunca”. Lo que no se sabe, matizan, es si Habiba puede dar de mamar a la niña dado que el destete ha sido brusco. Ahora, la historia y los personajes ya pueden volver al anonimato y recuperar sus vidas. En el aire, una polémica decisión que no arroja más que sombras al funcionamiento del Instituto del Menor.
Es indiganante este caso. Me da tanta rabia la prepotencia con la que está tratada esa madre por el IMMF. La retirada de un bebé de su madre sin razones evidentes y, sobre todo, sin orden judicial, es una VIOLACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS BÁSICOS en toda regla. Conozco a la madre y se de que estoy hablando. Por favor, difundamos este caso a todos niveles, gritemos bien alto para que esta separación se termina cuánto antes. No hay derecho en un supuesto «estado de derecho»…
No salgo de mi asombro con cada nueva lectura que hago del caso de Habiba y Alma. Ya ha habido varias manifestaciones públicas en favor de su reunión, sin embargo, hacen caso omiso del sentimiento y la sabiduría popular, sintíéndose amparados en las leyes y sus reglamentos. Mas las leyes han de ser declaradas nulas si no son del pueblo y para el pueblo. En estos casos, en que se lastima y pisotean los derechos más elementales de las personas desde posiciones abusivas de poder, al pueblo no le queda más remedio que hacer un uso legítimo de la fuerza, aunque sea pacíficamente. Las decenas de miles de personas que apoyamos a Habiba tendríamos que acudir con ella al IMMF o a donde este recluída su hija Alma y no movernos de allí hasta que se la devuelvan; incluso si hay que entrar a por ella con un notario que levante Acta de las acciones que llevamos a cabo como consecuencia del sentimiento de indefensión a que nos están sometiendo. No podemos permitir que esto siga pasando, hoy Habiba y mañana ¿cuántas más? Nos dejamos intimidar por la burocracia y por la sinrazón de ciertos cargos públicos que están haciendo un uso desmedido de su poder y perjudicando grávemente la salud y la vida entera de una familia en la más absoluta vulnerabilidad e indefensión.
Es una cuestión de suma gravedad, no se puede jugar con la salud de nadie, y mucho menos de alguien sin culpa y sin posibilidad de defenderse. ¿Nos organizamos o seguimos agachando la cabeza durante toda la vida?
Sera posible que esta mujer Paloma Martin se de cuenta que mucha gente en todo el mundo conoce su nombre como la responsable de esta atrocidad, tuve la oportunidad de escuchar su entrevista de radio, que verguenza de veras, la sra opina que la teta no es un chupon, yo difiero y creo que esa es solo su OPINION, pero la convirtio en regla, cuando esta es contraria a lo recomendado por la OMS, sera posible que se le permita semejante barbaridad a una institucion donde sus reglas no estan sustentadas en los derechos humanos, y en organizaciones mundiales. Cuando uno se hace famoso por semejantes atrocidades, creo que es hora de cuestionarse, no puede ser que la opinion de mas de 8000 personas solo del grupo de facebook en ingles y otras 6000 en el grupo de español esten equivocadas.
Y el interes de la niña ¿cual es? Se vulneran los derechos de los niños y de las gentes humildes sin piedad. La gente despiadada tiene mucho poder. Espero que Paloma Martín se vaya pronto, el IMMF requiere una renovación