Dietas, salud, Dukan y tres reglas para mantener el peso ideal

2
Comer a deshora es uno de los problemas para mantener una dieta adecuada. / Joaquín Mayordomo

Se acerca el verano y la sociedad de consumo nos emboba con esos cuerpos esbeltos luciendo palmito que se exhiben en los carteles publicitarios cual gigantescos espejos. Y no hablemos de la televisión y otros medios que, como una marea, se apoderan de nuestras mentes y voluntad; ante todo, hay que estar guapos. Nos miramos al espejo porque el tiempo apremia, y vemos que esos “aros de grasa” que nos rodean nos desdibujan; esas formas difusas que restan armonía y esbeltez a nuestros cuerpos, nos perturban. Nos sentimos inseguros y confusos, no tanto por el exceso de peso, que sería lo importante, sino porque necesitamos creer que aún es posible recuperar aquel cuerpo joven, cuando a nuestro esqueleto se adhería suavemente su justa musculatura y una piel tersa. Necesitamos creer. Tener fe en una religión que nos diga qué debemos comer, y qué no, para recuperar aquel sueño. Y recurrimos a las dietas; cualquier dieta; algunas tan absurdas y estúpidas que nos llevan a poner en riesgo la salud y, a veces, la vida.

Las dietas hacen furor estos días, vísperas del estío. Una de las más famosas, la Dieta Dukan, ha irrumpido entre las clases medias, sobre todo, avalada por el famoseo. “Se pierden cinco o seis kilos en un mes... ¡Y sin pasar hambre!”, se lee por ahí. Y además uno se harta de comer carne porque en la primera etapa se basa en la ingesta hiperproteica, añaden sus defensores. Eh aquí la solución ideal. Qué bien. ¡Comer carne hasta hartarse y, encima, se pierde peso!

Lo que no se dice es que, durante ese período, el escaso aporte vitamínico, de minerales, fibras e hidratos (al no comer frutas, verduras o pan, entre otros alimentos muy necesarios) puede suponer ciertos daños a órganos como el riñón o incrementar los riesgos cardiovasculares. Claro que Pierre Dukan lo niega y afirma lo contrario, asegurando que su dieta regula la función renal y del hígado. Según él, lleva 40 años aplicando su “milagrosa” receta y ningún paciente hasta ahora se ha quejado por problemas de salud. Aunque Dukan no aclara por qué al menos el 80% de las personas que han seguido su dieta recupera el peso al cabo de un año; algo que sí ha constatado con datos, en Francia, la Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria de la Alimentación (Anses). También otras encuestas, hechas por revistas especializadas, como Journal de Femme o Santé-médecine confirman lo mismo: el fracaso a la larga de esta dieta. Estas revistas manejan datos que dicen que al menos un tercio de los dukanianos recuperan el peso inicial al cabo de un año; mientras que... un 64% más, vuelve a su peso en los dos años siguientes. Y es que el mecanismo se antoja perverso: cuando la motivación de la dieta decae, es decir, cuando la llama de la nueva fe va extinguiéndose y nuestra voluntad no resiste más pruebas de tensión por esa prohibición extrema y la restricción de tomar carbohidratos, se desencadena el natural trastorno de ansiedad; algo similar a lo que le ocurre al converso que, un día enfadado de tanta entrega a la nueva creencia se pasa al otro extremo convirtiéndose en un renegado. Los desequilibrios emocionales que generan las propuestas al límite provocan, siempre, nuevos trastornos como la ansiedad que, ahora sí, pueden derivar en un nuevo hábito... el de pegarse atracones de alimentos ricos en hidratos. Vamos, una catástrofe.

Todo el mundo ha oído hablar de las dietas rebote. Dietas comunes y casi naturales, unas; otras, extrañas; pero todas bajo el denominador común de prometer el paraíso (adelgazar) en muy poco tiempo. Dietas como las del pomelo, la alcachofa, la de las bolitas de algodón, la de la orina, la de hartarse de hamburguesas (hot dogs), la del gusano, la del agua de limón, la de la coliflor, la de las galletas, la del vinagre... Todas con un amplio historial y abundante literatura detrás que hicieron las delicias (y a veces causaron graves problemas de salud a sus practicantes) de no pocos incautos durante algún tiempo mientras engordaban las cuentas corrientes de sus creadores, antes de caer en el más profundo de los olvidos.

Que las dietas tal como nos las presentan, en general, no son la solución a los problemas de peso, es algo ya constatado. No son la solución si entendemos por dietas aquellos inventos fantásticos que nos prometen un resultado inmediato y, además, duradero. No. La solución no es la dieta en sí, sino aprender a comer. Esta es la clave: aprender a relacionarse con la comida. Y ahí si que el médico, el nutricionista, el profesional cualificado en definitiva, debe intervenir para enseñarnos, reeducarnos y mostrarnos ese camino que nos lleve a perder poco a poco los kilos sobrantes hasta llegar al peso ideal y luego, con toda normalidad ya, tras haber aprendido a comer, mantenerlo. Esta sí es la verdadera dieta.

Nuestro cuerpo es una máquina que consume energía. Si le damos más energía de la que necesita, la acumula. A veces son los pequeños detalles los que hacen que imperceptiblemente vayamos ganando gramos de peso: los dos o tres sobrecitos de azúcar que endulzan los cafés que tomamos, las tres aceitunas del aperitivo, la tapa de queso a deshora... Si, por ejemplo, el cuerpo necesita 2.000 kilocalorías al día para funcionar (que recibe a partir de la ingesta normal de alimentos en las comidas diarias que hacemos), pero luego “picamos” y le añadimos 50, 60, 80 kilocalorías más cada día (esos detalles ya mencionados del picoteo), no cabe duda de que al cabo de un tiempo habremos acumulado algún kilo de más...  Eso, sin que hayamos tenido en ningún momento consciencia de lo que estaba ocurriendo. De ahí la importancia de aprender a comer, como primera regla.

La segunda regla es que hay que comer de todo... en pequeñas cantidades, claro. No creo que sea conveniente privar a un organismo tan complejo como es el cuerpo humano del aporte más completo posible de nutrientes que pueda dársele. Negarle por un tiempo largo los azúcares o las grasas que necesita, las proteínas, las vitaminas, la fibra, etcétera, que hacen posible su normal funcionamiento, siempre tendrá a la larga sus riesgos. El gurú español de la dieta, Francisco Grande Covián (1909-1995), resumía su saber en poco más que este axioma: Hay que comer de todo, pero en pequeñas cantidades cinco veces al día. Y conozco a otros médicos, como Julio Romero Redondo o el endocrino Pedro Pablo García Luna, éste último jefe de la Unidad de Nutrición del hospital Virgen del Rocío de Sevilla, que su principal argumento, antes de proponer una dieta, es que el paciente tome conciencia de que ha de aprender a comer. Una vez educada la voluntad y adquirido el hábito, es relativamente fácil transitar por el mundo de la comida”, me decía en su día Romero. Luego ya sí, hasta que se alcanza el peso ideal, las medidas son estrictas —cero alcohol, cero frutos secos, cero azúcar o cualquier otra golosina, nunca comer a deshoras, restringir al máximo la sal, cero zumos, cero refrescos—, que se irán suavizando a medida que se avanza en el adelgazamiento. Como norma general de esta segunda regla se propone beber agua en abundancia y hacer ejercicio, aunque no en exceso, pues, ocurre que algunos, en ese afán de eliminar rápidamente peso, se “matan” a correr para “matarse” después a comer, cuando vuelven a casa.

Y ahora cerremos el círculo. Creo que hay un tercer aspecto que la persona dispuesta a alcanzar su peso ideal y después mantenerse debe tener muy en cuenta. Se trata de esa disposición consciente, ¡subrayo lo de consciente!, que hace que se esté siempre alerta y dispuesto a reprimir cualquier tentación de pereza o de comer más de lo debido. Se trata de practicar ciertas pautas que una vez aprendidas son muy fáciles de seguir y que evitan, seguro, que se vuelva a coger peso. Veamos.

Si la comida se sirve en platos pequeños, siempre será más fácil comer menos que si el plato es profundo y, además, tendemos a llenarlo a rebosar. También ayuda a concienciarse en esta tarea del “bien comer” dedicarse sólo a comer y no a ver la televisión mientras tanto, algo muy habitual hoy en día. Masticar lentamente, tomar bocados pequeños, repetir el ejercicio de masticar despacio... resultan imprescindibles, no sólo para una mejor digestión, sino también para sentirse saciado antes. Ya hemos hablado del agua... que nunca está demás. O de evitar las grasas, los dulces, las chucherías, los frutos secos, el alcohol, los precocinados o las conservas. Cuanto más natural es aquel alimento que ingerimos, mejor lo asimilará nuestro cuerpo y mejor se regulará su funcionamiento. Cenar temprano, si es posible no después de las ocho, y, si se puede, de forma ligera, garantizan una pérdida de peso —¡sin hacer nada más!— a largo plazo. El cuerpo, en ese largo período que va hasta el desayuno, “tira” de las reservas. Y, finalmente, el ejercicio (moderado, recalco) es imprescindible: si se puede ir andando, se evitará el autobús; si hay escaleras, mejor que coger el ascensor; si uno tiene ocasión de caminar diariamente media hora al menos... ¡perfecto!

Resumiendo: la religión de las dietas nos está convirtiendo en individuos extraños, obsesionados con la comida y al mismo tiempo con adelgazar. Nos pasamos media vida comiendo y la otra media yendo al gimnasio... Pues ni lo uno ni lo otro. Porque si aprendemos a comer y a relacionarnos con la comida como corresponde a seres inteligentes que saben qué les conviene y qué han de sacrificar, el resultado será siempre satisfactorio, propiciándonos un estado físico que nos hará sentir bien. Esos cuerpos que idealmente perseguimos empezarán a mostrársenos y... ¡como ya hemos aprendido qué es lo que debemos hacer!, será relativamente fácil mantenerlos y conservarlos. En fin, hay que intentarlo.

2 Comments
  1. Ekow says

    Nessa linha de aproximae7e3o cmsnuoidor/empresa, vejam mate9ria da c9poca Negf3cios, de junho:“As empresas erram”Tratar as redes sociais de maneira semelhante e0 meddia tradicional e9 um equedvoco, afirma o especialista americano em tendeancias e futuro dos negf3cios.( )Nos prf3ximos anos, o cotidiano das empresas devere1 ser profundamente afetado por uma nova forma de organizae7e3o, que priorizare1 a comunicae7e3o e o trabalho realizado em redes colaborativas, chamadas worknets. Isso tambe9m pressupf5e um relacionamento franco com os cmsnuoidores, que ne3o pode ser controlado pelas empresas.( )c9 este o cene1rio projetado pelo americano Christopher Meyer, especialista em tendeancias, presidente da empresa de pesquisa para o futuro dos negf3cios Monitor Networks de 2004 a 2009 e colaborador da Harvard Business Review. “Ne3o he1 mais como voltar atre1s. As empresas bem-sucedidas no futuro sere3o aquelas que aprenderem a lidar com as novas ferramentas oferecidas pela tecnologia”,( ) A contratae7e3o de funcione1rios jovens que entendam de redes sociais pode ser um bom comee7o.( ). Oue7am seus funcione1rios nativos digitais, porque eles tere3o novas ideias. Antes, o mais comum era que nenhuma grande mudane7a ocorresse durante a carreira de um gestor. Agora este1 claro que tudo o que vocea aprendeu na escola ne3o sere1 verdadeiro pelo resto de sua vida. Acredito que o alinhamento em redes vai exigir tambe9m profissionais mais abertos. Alguns veem os negf3cios como um jogo de tudo ou nada, onde duas pessoas ne3o podem sair ganhando. Aqueles que acreditam que a colaborae7e3o cria um valor novo que pode ser compartilhado sere3o mais bem-sucedidos do que aqueles que dizem que existe uma fanica torta a ser partilhada.( )O acesso universal e0s informae7f5es torna muito mais fe1cil pressionar as grandes empresas. Para lidar com isso, as companhias devem estar abertas a ouvir o que este3o falando delas fora de suas paredes e estabelecer uma estrate9gia coerente para decidir o que elas consideram de sua responsabilidade e o que ne3o.( )A indfastria promove a infraestrutura que ajuda os cmsnuoidores a conversarem e, ao mesmo tempo, e9 beneficiada, porque pode ouvir seus anseios.( )Este3o fazendo muita coisa errada, ao tratar as redes sociais quase que da mesma maneira como tratam a meddia tradicional. Geralmente, he1 uma disputa entre o marketing, que procura estabelecer uma conversa franca com o cmsnuoidor, e o jureddico e o comercial da empresa, que se3o contra esse die1logo. As companhias correm como uma manada para as redes sociais, mas ainda ne3o sabem o que realmente e9 eficaz. Deveriam comee7ar de fato com a perspectiva de que tere3o um die1logo franco com o cmsnuoidor, sobre o qual ne3o team o controle.( )Outra profisse3o a surgir pode ser a do constituency manager, executivo response1vel por gerenciar as e1reas de relae7e3o com os clientes, ( )Uma e1rea que com certeza este1 longe da maturidade e9 a da tecnologia de colaborae7e3o. Ela continua a mudar muito rapidamente e ne3o vejo o fim disso. Acho que tecnologias elaboradas de realidade virtual se3o complexas e ate9 agora ne3o parecem ter funcionado. As wikis aparentemente este3o tendo bons resultados, assim como os grupos de discusse3o.

Leave A Reply