Por los derechos de las mujeres ¡Ni un paso atrás!

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"Velada" celebrada esta noche en la Puerta del Sol, en Madrid, convocada por la Plataforma Feminista contra las Violencias Machistas 7N, para exigir respuestas a la violencia de género. / Luca Piergiovanni (Efe)

Un año más, marzo se tiñe de morado con la llegada del Día Internacional de las Mujeres. En nuestro país, además de secundar el paro internacional, se realizará una nueva jornada de lucha contra las violencias machistas en el año con más asesinatos desde que se elaboran  estadísticas: 25 mujeres y niñas. Mientras, las mujeres de Vela-luz desmontan su campamento en Sol tras la apertura de un diálogo, por parte de representantes de los grupos políticos parlamentarios, para la aceptación de sus 25 puntos. Una buena noticia con la que empezar este 8 de marzo.

Las 8 mujeres de Sol que de 4 pasaron a 15, con una representación masculina en el rechazo a las violencias machistas que no puede ser representativa de la realidad, porque un hombre por cada catorce mujeres es un compromiso escaso en exceso.

Con las mujeres de Sol hemos sido testigos de la estulticia que hace actual el viejo proverbio y en los veintisiete días que duró su huelga la mirada se ha posado en el dedo (la acampada) y lo que señalaba sigue sin ser visible: la falta de políticas, presupuestos y compromisos para prevenir las violencias que sufren las mujeres y para prestar la atención necesaria –e imprescindible- a las mujeres víctimas de violencia y a sus entornos familiares. El Pacto de Estado pondrá el foco y veremos el resultado de su acción.

Poco se ha escrito sobre la ausencia de dirigentes y gobernantes ante los asesinatos de mujeres. Tampoco se han prodigado las críticas ante el silencio de la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, el ministro del Interior y el de Justicia, por señalar algunos responsables del nulo compromiso del gobierno de Mariano Rajoy para frenar esta espiral de violencia de la que las mujeres son víctimas.

Las violencias machistas, y esto no se puede olvidar ni obviar, son el resultado de las desigualdades y discriminaciones que las mujeres viven (vivimos) en la sociedad. En estos  momentos la virulencia es tal que, en ocasiones, oculta las causas que la generan.

En paralelo, se refuerza el discurso patriarcal sobre la hipotética igualdad  que viven las mujeres, incluso la supuesta superioridad que disfrutan. Y, a partir de ahí, se elaboran discursos de una pretendida “ideología de género”; se desprecia la capacidad de las mujeres a favor de la asignada responsabilidad familiar a cuenta de una retrógrada visión de la maternidad; se confunde deseo y derecho y se habla de gestación subrogada como si no estuvieran en juego los derechos de las mujeres, los derechos sexuales y reproductivos, el derecho al propio cuerpo. Como si fuera un imprescindible sacrificio ceder el útero para que otros, varones por supuesto, vean cumplida su necesidad de heredar su carga genética. En fin, sólo nos falta escuchar que gestar será una fuente de empleo.

Infografía "Las mujeres en la población activa mundial". /ONUMujeres http://www.unwomen.org

En tanto, el mercado de trabajo sigue siendo un ámbito de discriminación, donde las mujeres perciben menores salarios por un trabajo igual o de igual valor y la segregación laboral se mantiene como una constante que identifica la cada vez más precaria incorporación de las mujeres al empleo.

El ámbito público, la calle, la cultura, la creación artística, los deportes, son espacios de discriminación sistemática y permanente. Y ojalá fuera invención propia.

Los mensajes, las peroratas que desautorizan a las mujeres llegan y se posan, sin ningún tipo de consecuencia. Da igual quién las pronuncie: un anónimo, un eurodiputado, un aspirante a jefe de gobierno, un compañero de trabajo. Eso si, nos asombramos cuando conocemos países donde la palabra de una mujer vale la mitad que la de un hombre… porque está legislado. Aquí no puede contemplarse en la legislación porque es discriminatorio y por tanto, anticonstitucional.

Así nace, crece y se desarrolla esa autoridad masculina para decirnos lo que hay que hacer, lo que es importante… aunque no tenga ninguna base científica, ni estadística, ni legal, ni real. Lo dicen, porque ellos lo valen, y sin rechistar, ¡eh! Esa impunidad que nos rodea y nos invade.

Luego dirán que las feministas, esas “feminazis”, son unas resentidas, unas manipuladoras que quieren dominar a los hombres y volver la tortilla. Ese manido recurso al pataleo de la ignorancia y la soberbia de quienes no tienen argumentos para enfrentar el cuestionamiento de sus privilegios.

Así llegamos a un nuevo 8 de Marzo. Sin celebraciones, que nada hay que celebrar. 8 de Marzo para visibilizar la lucha de las mujeres. Esa lucha cotidiana por los derechos de todas en la que no cabe ni un paso atrás.

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