SALUD / Los expertos alertan de las carencias sanitarias

La población gitana, a la cola de la esperanza de vida en España

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Una concentración realizada en Sevilla
Una concentración realizada en Sevilla el pasado marzo. / Fakali (Twitter)

Dos días antes de que la OCDE desvelase que España es el segundo país en el mundo con mayor esperanza de vida (83 años), la Federación Andaluza de Mujeres Gitanas (Fakali) alertaba en un encuentro de antigitanismo y salud de que hay un sector que se está quedando atrás: la población gitana. Según esta asociación, estas personas viven hasta 15 años menos que el resto de la población. Una alimentación poco adecuada, la poca prevención o los trabajos físicos son algunos factores. 

La primera causa estructural que hay que tener en cuenta es el antigitanismo, que está arraigado con fuerza en la sociedad y que ha marcado las relaciones de esta comunidad y el resto de los actores. Hasta 1978 el Ministerio de Interior no eliminó del reglamento para el servicio de la Cuerpo de la Guardia Civil la referencia expresa a la comunidad calé: “Se vigilará escrupulosamente a los gitanos”, ordenaba este documento. Este racismo institucional ha dejado un poso que las organizaciones se esfuerzan por eliminar. Aún hay pocos políticos de esta etnia y en los medios de comunicación siguen perviviendo los estigmas.

Hay mucho estereotipos que aún pesan sobre esta comunidad. Uno de ellos es asociarla con el chavolismo, que es minoritario: “El 92,88% de la población gitana identificada reside en el entramado urbano", según recoge el ‘Estudio sobre Vivienda y población gitana 2015’. Sin embargo, lo que sí condiciona la calidad de vida de esta población es el acceso a servicios de estos barrios, según relata José Vega de los Reyes, trabajador social experto en Salud de Fakali: “Una parte de esta población vive en barrios de la periferia donde el acceso a los servicios es menor que en otros más céntricos, como en el caso de la zona sevillana de Torreblanca”.  Estos factores se ceban con aquellos que tienen unas condiciones socioeconómicas peores. Según la Comisión Europea, el 80 % de los ciudadanos gitanos se encuentra todavía bajo el riesgo de pobreza en Europa.

Más obesidad y tensión alta

Sin embargo, esto no se traduce en que la población gitana acuda menos a los centros de salud y los hospitales. De hecho, los visitan con más frecuencia que el resto.  “Es destacable el hecho de que las mujeres gitanas de mayor edad (55 años o más) son el colectivo con más necesidad de asistencia sanitaria puesto que un 71,1% de las mismas afirma haber asistido a consulta hace cuatro semanas o menos”, detalla la ‘Encuesta Nacional de Salud a Población Gitana 2014’. Este documento nombra algunas de las enfermedades que prevalecen más entre estos ciudadanos.

En los hombres, son algunas como la artrosis, EPOC, diabetes, depresión, problemas de salud mental y migraña. En las mujeres hay más incidencia en patologías como la “tensión alta, artrosis, asma, diabetes, colesterol, depresión, problemas de salud mental, migraña y problemas relacionados con la menopausia”. 

Si en la población española la obesidad es una preocupación, en la población calé se agrava. La comunidad gitana también sigue la tendencia y abandona la dieta mediterránea: "El consumo diario de carne, huevos, pasta, arroz y patatas, pan y cereales, legumbres, y embutidos es más frecuente en la población gitana que en la población general”. Esta escasa educación alimentaria se traduce después en enfermedades cardiovasculares.

“Esta comunidad tiene trabajos más físicos, donde están más expuestos a golpes, cortes o problemas por las altas temperaturas”, explica Vega. Seis de cada diez alumnos no logran acabar la Secundaria, según datos de la Fundación Secretariado Gitano. Por tanto, acaban trabajando desde edades tempranas en el campo, la venta ambulante u oficios manuales, actividades más duras que comportan un mayor desgaste por salarios bajos. 

Todos estos factores dejan en evidencia una realidad preocupante para el experto de Fakali. Según él, la esperanza de vida de la población gitana se ha quedado estancada, mientras en el caso del resto de españoles ha seguido aumentando. Esto obliga constantemente a repensar estrategias y sobre todo, a evitar que los prejuicios cristalicen la desconfianza mutua entre la población gitana y el resto de la sociedad, incluida la comunidad médica.

Por eso, las asociaciones organizan guías y charlas donde analizan la problemática. Según esta organización, en los centros de salud sigue prevaleciendo el modelo “biomédico” donde el doctor explica el diagnóstico al paciente sin tener en cuenta su origen socioeconómico, incluso, con palabras técnicas que personas sin formación no acaban de comprender. Vega también apunta al poco conocimiento que existe sobre la cultura gitana: “Para ellos, la enfermedad no es algo individual, sino algo colectivo. Por eso, con un enfermo a veces va toda la familia al hospital, algo que está mal mirado”.

La labor de mediación que llevan a cabo las oenegés es fundamental. Son las que muchas veces se encargan de construir ese puente entre médico y paciente. Esto se traduce en organizar talleres específicos a los que acuden médicos o mostrar a los hombres y mujeres gitanas lo importante de la prevención e informarles de los recursos de su centro de salud. En esta comunidad, como en el resto de España aún convive la creencia de que “la salud es la ausencia de enfermedad”.

2 Comments
  1. silencio semata says

    a la cola el que esta es el que trabaja, que muchos no llegan ni al tajo vivos

  2. název says

    Venga, que vivo en un barrio lleno de gitanos y su media de «esfuerzo físico» es menor a la de cualquier payo obrero.
    Son los que más tiempo pasan en los bares , sentados en bancos en verano o haciendo rallyes con el coche.
    Ya no sabéis de dónde sacar agravios para justificar las subvenciones a sus ONGs.
    En vez de justificarles todo y tanta preocupación por cada detalle de lo que les pasa a ellos …mirad a ver si les enseñáis también a seguir y respetar las costumbres de la mayoría, como el no ir en grupos grandes al hospital y esas otras cosas de «sus costumbres» que MOLESTAN a los demás y les crean la mala fama de la que se quejan.

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