8-M / Políticos que no estuvieron a la altura

El patriarcado se revuelve ante el feminismo imparable de la huelga del 8-M

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huelga feminista
Una protesta contra la desigualdad en Vigo el pasado 4 de marzo. / 8M (Twitter)

La implicación y movilización de miles de mujeres durante las semanas previas al 8-M es ya un triunfo. La huelga prevista para el Día de la Mujer 2018 ha protagonizado el debate político e incluso se ha colado en las conversaciones más cotidianas de los bares de barrio. Los últimos días se ha producido un gran intercambio de información y debate. Esta ola de sororidad ha levantado algún que otro sarpullido en las epidermis más machistas y la maquinaria heteropatriarcal se ha puesto en marcha para intentar desacreditar (sin éxito) la huelga. Sin embargo, se han encontrado con que las mujeres no están dispuestas a dar ni un paso atrás. Repasamos algunos de los argumentos escuchados durante los últimos días y los contrastamos con las organizaciones feministas. Hay motivos para salir a la calle este 8-M.

Algunos de los intentos de desmovilizar a las mujeres han surgido de miembros del Gobierno o de partidos representativos como el PP o Ciudadanos, que no han apoyado la huelga. Sin embargo, su electorado sí cree que es necesaria, en mayor o menor medida. Una encuesta en El País revela que el 66% de los votantes del PP ven motivos para la convocatoria, mientras el 73% de los naranjas también. El 83 % de los españoles cree que hay razones para protestar contra la discriminación. 

Mientras la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, o la ministra de Medio ambiente, Isabel García Tejerina, avisaron de que harían una “huelga a la japonesa”, el presidente del Gobierno se ha visto obligado a desautorizarlas, asegurando que no se reconoce en esa afirmación. Que el Ejecutivo haya rebajado su discurso es, sin duda, otra victoria del feminismo. Estos son los argumentos del patriarcado más espoleados estos días y la réplica de algunas portavoces feministas. “El machismo no se reinventa, son los mismos argumentos rancios de siempre, pero con otras palabras”, advierten.

  1. El feminismo es una etiqueta

“Yo defiendo la igualdad real y efectiva los 365 días del año. Pero no me gusta que me pongan etiquetas”, explicaba la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, en una entrevista en La Ser. Sin embargo, las organizaciones que llevan años trabajando en el ámbito de las mujeres disienten de esta definición de todo un movimiento: “El feminismo no es una etiqueta, es una ideología que lucha contra el patriarcado. Definirlo así es intentar reducirlo”, explica Lourdes Hernández, presidenta del Consejo de las Mujeres del Municipio de Madrid.

Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación Mujeres Progresistas, también cree que es una “visión sesgada y pobre” de un movimiento plural y transversal, que ella califica como una “auténtica revolución social”.

  1. Trabajar para la igualdad con una “huelga a la japonesa”

Tanto Tejerina como Cifuentes celebrarán el Día de la Mujer trabajando. Sin embargo, la “huelga a la japonesa” tiene más que ver con una expresión española que con una forma de protesta en el país nipón. Para las fuentes consultadas tampoco tienen sentido estas declaraciones, que suenan a excusa: “Las mujeres estamos hartas de hacer la huelga japonesa todos los días”, explica Hernández, en referencia a los “tres trabajos” que soportan muchas españolas, el laboral, las tareas del hogar y los cuidados, que los políticos ‘populares’ parecen ignorar.

  1. Un “enfrentamiento entre hombres y mujeres”

El portavoz del PP en la Asamblea de Madrid, Enrique Ossorio, ha intentado desacreditar la huelga con un argumento poco original. "La huelga no apuesta por la igualdad sino por el enfrentamiento entre hombres y mujeres”, decía este miembro del PP, una frase que también aparecía en el argumentario que el partido distribuyó sobre el 8-M.

Basta con consultar el diccionario para ver que la idea de Ossorio no se ajusta a la definición real del feminismo, que proclama la “igualdad de derechos de la mujer y el hombre”. Todas las aportaciones del feminismo han servido para que la sociedad avance y puede presumir de no haber tenido consecuencias negativas.

  1. Atribuir la huelga a un partido político concreto

El pasado febrero, el vicesecretario de Política Social y Sectorial del PP, Javier Maroto, intentó desacreditar la convocatoria atribuyéndola a un partido político concreto: "No podemos apoyar una manifestación convocada por Pablo Iglesias, es la manifestación de Podemos y lo sabe todo el mundo”, unas declaraciones que ahora ha matizado. La cita es mundial y, por tanto, no está convocada por un partido español, aunque haya algunas formaciones que la han apoyado. De hecho, la gran manifestación del 8 de marzo lleva años celebrándose. Sin duda, el mérito del éxito que se prevé este año es de los movimientos feministas y no de los diputados de ningún color.

  1. Ellas lo hacen porque quieren

Es otro de los argumentos recurrentes entre algunos opinadores cuando se habla de las mujeres que abandonan sus profesiones para dedicarse a los cuidados de sus hijos o de sus mayores. Disfrazar la obligación como libre elección es otro de los juegos más confusos del heteropatriarcado y del neoliberalismo. “Sería una libre elección si hubiera alternativas como escuelas infantiles públicas, permisos de paternidad y maternidad igualados y obligatorios o si con la ley de dependencia se pudieran sostener los cuidados, pero no es así. Las mujeres queremos trabajar y tener nuestra pensión, pero hasta en el trabajo ganamos menos”, explica la presidenta Consejo de las Mujeres del Municipio de Madrid.

  1. El feminismo y el demonio

Brujas, locas, endemoniadas… Son muchos los nombres y adjetivos despectivos con los que a lo largo de la historia se ha intentado catalogar a las mujeres que se salían de los límites establecidos. Hace tiempo que este discurso tan explícito contra el feminismo parecía enterrado, pero esta semana el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, ha afirmado que con alguna reivindicaciones del “feminismo radical o de género” son consecuencia de que “el demonio ha metido un gol desde sus propias filas".

  1. “¿Quién va a cuidar a los mayores?”

“¿Quién va a cuidar a los mayores y menores si es una mujer quien los cuida?”, se preguntaba Laura Seco, vicesecretaria sectorial del Partido Popular en Cádiz, para intentar desacreditar una huelga, a su juicio, “elitista”. La política, sin pretenderlo, puso de manifiesto la importancia de las mujeres para sostener el sistema, uno de los argumentos primordiales para ir a la huelga este 8 de marzo. Las cuidadoras, si pueden, también paran para visibilizar este trabajo no asalariado que millones de mujeres realizan silenciosamente cada día.

Y, además, las mentiras peligrosas

Más allá de la dialéctica, el machismo busca estrategias para defenderse también de las acusaciones más brutales. Algunas más sutiles, otras más peligrosas, pero todas son falsas informaciones cuya desacreditación es necesaria . Besteiro hace referencia a la figura bíblica de Eva. Desde que ella mordió la manzana, todas las mujeres son sospechosas de pecado. “Todos los falsos mitos sobre la igualdad hunden su raíz en el mito de la mala mujer”, un discurso contra el que el feminismo sigue luchando.

El mito de las denuncias falsas. Las organizaciones están hartas de contestar a preguntas sobre este tema. Las denuncias falsas son solo un 0,0075 %, según la Fiscalía. Es decir, prácticamente inexistentes. Sin embargo, sigue ocupando titulares y tuits. Este argumento comenzó a aparecer tras la aprobación de la Ley integral contra la violencia de género: “¿Por qué se le da más importancia a este fenómeno si hablamos de mujeres  mientras en otro tipo de delitos, como en las denuncias falsas hacia las aseguradoras, ni se menciona?, se pregunta Besteiro.

Las denuncias cruzadas. Es una estrategia de defensa de los maltratadores cada vez más frecuente en los juicios. Ellas denuncian a sus parejas por violencia machista y ellos aseguran que también fueron agredidos, aunque sea falso. “Es una estrategia que perjudica los derechos de las víctimas porque salen de los juzgados como investigadas. Hay que formar a los jueces para que sepan identificar cuándo es una legítima defensa y cuándo una agresión”. La solución, como casi siempre, pasa por la formación de los jueces y la información.

El síndrome de alienación parental. Es un supuesto “síndrome” por el que los progenitores son capaces de manipular a sus hijos. Ni la ciencia ni el Consejo General del Poder Judicial lo avalan. “Creíamos que era un tema superado, pero vemos que está resurgiendo. No solo pone en cuestión el testimonio de las víctimas, también los de sus hijos”, confirma Amalia Fernández, la Asociación de Mujeres Juristas de Themis, sobre esta estrategia en la que el único argumento válido es la palabra del padre. 

Ante las dudas, lo mejor es consultar a las organizaciones que llevan años trabajando en cuestiones de género. El feminismo gana, paso a paso, las batallas.

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