Granjas de cerdos: las consecuencias de la “violencia estructural” en la industria ganadera

  • Una investigación del proyecto “Tras los muros” ha accedido a 32 explotaciones de cerdos ubicadas en Castilla y León, Aragón y Castilla-La Mancha
  • “Bajo el implacable ritmo de la producción, los animales padecen la explotación sistemática y el desamparo institucional”, señala Aitor Garmendia, autor del proyecto

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Con una población superior a los 30 millones, el sector porcino español se ha consolidado como el mayor productor de cerdos vivos de la Unión Europea. En el año 2020 se espera que el número de animales enviados al matadero supere al de Alemania, país que en estos momentos ocupa el primer lugar. En julio de 2019 comenzaba su actividad en Binéfar, en la provincia de Huesca, un matadero y la mayor planta de despiece de cerdos de toda Europa.

“Bajo el implacable ritmo de la producción, los animales padecen la explotación sistemática y el desamparo institucional”, son palabras de Aitor Garmendia, fotógrafo impulsor del proyecto “Tras los muros”, que ha publicado una nueva investigación tras acceder a 32 explotaciones de cerdos ubicadas en Castilla y León, Aragón y Castilla-La Mancha. Las visitas se han realizado entre los años 2019 y 2020, junto a un equipo de investigación formado por personas que han elegido permanecer en el anonimato. “En ellas he constatado y documentado las consecuencias de la violencia estructural que tiene lugar bajo los estándares de la industria ganadera”, destaca el autor. “La desatención veterinaria, el incumplimiento de la ley de bienestar animal y los abusos descritos a continuación no son casos aislados, sino parte inherente a los sistemas de explotación y cría industrial de animales”, añade.

Las imágenes obtenidas, muchas de ellas que pueden herir sensibilidades por su crudeza y que se pueden consultar en la web, en el interior de granjas y mataderos se han realizado mediante investigaciones encubiertas, cámaras ocultas o filtraciones de trabajadores. “Revelan al público una imagen contraria a la que proyecta la industria cárnica en sus campañas de publicidad. Estas imágenes, que dejan al descubierto las prácticas ganaderas reales, han logrado amplificar un debate social que las corporaciones cárnicas ya no pueden evitar”; destacan desde el proyecto.

Entre las conclusiones de esta investigación, que no es la primera realizada por Garmendia dentro de “Tras los muros”, se afirma que “muchos cerdos no soportan las condiciones de explotación y mueren en la granja”. “Sus cuerpos no se retiran siempre y pueden acabar devorados por otros cerdos, o por gatos y roedores. Durante la investigación hemos encontrado animales en estado moribundo —temblando y con convulsiones, gravemente heridos o con problemas respiratorios— y cadáveres en las áreas de maternidad, de transición y de engorde. Algunos llevaban días o semanas y se hallaban en estado de descomposición”, añade.

La investigación es eminentemente crítica con una industria que “invierte millones de euros en propaganda”, parte de ellos provenientes de fondos públicos, “con el fin de proyectar una idea que no se ajusta a lo que sucede en realidad”. “Los sistemas de confinamiento de la granja factoría impiden el bienestar físico y psicológico de los animales, afectan de forma grave a su salud y comprometen su calidad de vida. Además, las inspecciones en materia de bienestar animal son escasas y la normativa de protección de cerdos ni siempre se cumple ni tiene gran utilidad”, se destaca.

Fases de la explotación y evidencias encontradas

Durante la realización de este trabajo se han documentado todas las fases del proceso de explotación de cerdos; sin embargo, no ha sido posible obtener imágenes de su manejo y trato por parte de los operarios. Además de las explotaciones a las que se han accedido, en otras solicitaron permiso para documentar prácticas tales como la castración, el corte de rabo, el corte de colmillos o la inseminación. En todas se la negaron.

El trabajo de campo ha sido realizado sin permiso y en ejercicio del derecho de acceso a la información. Las granjas han sido seleccionadas de forma aleatoria y las irregularidades descubiertas corresponden solo a estas granjas, no a otras. “Mientras la industria siga impidiendo el acceso de la prensa crítica a sus instalaciones y mataderos, y dado que se trata de hechos de suficiente gravedad, parece prudente hacerlos extensibles al resto de explotaciones y dejar en manos de la industria probar lo contrario”, afirma la investigación.

En el área de Gestación se han identificado problemas derivados del confinamiento en jaulas o de la falta de higiene. Lo mismo ocurre con el área de Maternidad. “Al igual que sucede con las jaulas de gestación, similares en tamaño, estas estructuras restringen gran parte de sus movimientos, inciden en su salud e impiden un comportamiento natural”, señalan. La investigación destaca algunos de los procedimientos que tienen lugar durante esta fase y “que comprometen el bienestar físico y psicológico de los cerdos”. Son procedimientos estandarizados, sistematizados por la industria, perfeccionados por entidades veterinarias y compatibles con la legislación vigente: destete a la fuerza, mutilación de genitales, rabo y dientes o el marcado e identificación.

Respecto al área de Transición, se destaca que uno de los eventos más estresantes tiene lugar tras la mezcla de cerdos provenientes de diferentes camadas en un mismo recinto. “La disputa por una nueva jerarquía grupal, previamente establecida en cada camada, se resuelve mediante agresiones que comprometen el bienestar de los animales. Además, la falta de espacio y las condiciones de hacinamiento contribuyen a incrementar estas agresiones”. Esto tiene consecuencias: “Hemos encontrado cerdos que presentaban signos coincidentes: agitamiento de patas, convulsiones, temblores, delgadez, lesiones en la piel y aparente debilidad. En uno de los recintos, donde se había escrito con tiza la palabra meningitis sobre la pared, un grupo de cerdos presentaba varios de estos signos al mismo tiempo. En otro recinto, hemos encontrado cuerpos descompuestos y con apariencia de haber sido devorados por otros cerdos”.

Por último, durante el área de Cebo, se incide en que los cerdos padecen numerosos problemas de salud. La investigación detalla algunos de los más comunes y constatados: afecciones en el sistema respiratorio, caudofagia y canibalismo, prolapso rectal, tumefacciones anormales: abscesos y hernias o afecciones oculares.

En una de las granjas encontraron cadáveres en descomposición sin retirar. / Tras los Muros

Inspecciones insuficientes

El trabajo se cierra con algunos datos relevantes. Según las últimas cifras facilitadas por el Gobierno, el número de inspecciones realizadas en materia de bienestar animal durante el año 2017 fue de 11.195 de un total de 364.430 explotaciones ganaderas. Se encontraron incumplimientos en el 19,38% de ellas. “Si se asumen estos porcentajes como representativos del total de granjas, el número de explotaciones que incumplieron la normativa y no fueron inspeccionadas fue superior a 59.000. Asimismo, la calidad de las inspecciones es insuficiente. Su duración es muy limitada y carecen de la capacidad para detectar todas las irregularidades”, afirman.

“Durante el primer acceso a una nave de cebo comprobamos la existencia de animales muertos en diferentes recintos. Meses después, durante el segundo acceso, los cuerpos seguían en la misma posición. En ambas ocasiones encontramos escenas de canibalismo, cadáveres en estado de descomposición y restos de huesos”, afirma el texto. “No es posible conocer el número concreto de cerdos que padecen estos u otros horrores, pero las circunstancias descritas dan una idea del desamparo institucional que sufren”, continúan.

La última parte del trabajo nos deja varias reflexiones sobre las medidas de “bienestar animal” que, según la investigación “carecen de la facultad para proteger a los animales”. “Ni fueron ideadas para dicho propósito ni el marco de producción en el que se desarrollan, como se ha visto, permite su aplicación. Desde su origen, su finalidad solo ha consistido en evitar prácticas concretas. Nunca ha sido poner en cuestión el sufrimiento inherente a la explotación planificada y sistemática de animales”, explican.

Las conclusiones son duras con la industria y las administraciones: “Ninguno de los hechos constatados durante la investigación son ajenos a la industria o a las administraciones públicas, que actúan en connivencia y entienden la emergente preocupación social sobre el trato que reciben los animales en granjas y mataderos. Saben que determinadas concesiones son inevitables. Así que se asumen ciertos avances que la industria instrumentaliza a su favor mediante sellos que apelan a unas supuestas condiciones de bienestar y libertad que nunca existirán”.

Según el Eurobarómetro sobre las Actitudes de los europeos hacia el bienestar de los animales, el 94% de la ciudadanía considera que es importante proteger el bienestar de los animales explotados en granjas y el 64% declara que desearía disponer de más información sobre las condiciones en las que se encuentran los animales explotados en granjas. El texto de Garmendia acaba con unas palabras, extraídas de una revista ganadera publicada en los años setenta, “que describen con acierto la función histórica que ha sido asignada a los animales destinados a servirnos de alimento”: “Olvidemos que el cerdo es un animal. Tratémoslo como a cualquier otra máquina de la fábrica”.

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