La Humanidad probablemente no recordará el 22 de Mayo de 2010 como el día anual dedicado a la Biodiversidad que cambió el devenir de la historia de la conservación del Planeta Tierra. Quién sabe si alguien se acordará la semana que viene de que hubo esa conmemoración, tal es ya el cúmulo de jornadas dedicadas a asuntos ambientales (y muchas otras cosas).
Pienso de vez en cuando que todos estamos ya más que saturados de semejantes conmemoraciones que lo único que consiguen es recordarnos aleatoriamente algo que ya sabemos. O que por lo menos nos suena.
Como, afortunadamente, los negacionistas climáticos no marchan aún por la senda de la contracelebración, esos actos llamémosles ambientales son a beneficio de inventario: la Universidad X, el municipio Z o la diputación Y sumarán a su memoria anual los correspondientes actos del Día del Árbol, de la Tierra, de la Biodiversidad o de la Agricultura Ecológica.
El mundo está lleno de buenas intenciones, indudablemente. Aunque a menudo se echa en falta la discusión, el análisis, la controversia y el debate sobre ideas nuevas y no tan nuevas en circulación.
Así que, para no sumarme gregariamente a la estupenda efeméride de la que hablo, propongo la lectura de dos recientes escritos que han pasado casi desapercibidos en España, y que aportan mucho más que todas las celebraciones del Día de la Biodiversidad, por muy Mundial que sea. O eso creo. Uno es con voz de Carlos Montes, catedrático de Ecología de la UAM (http://www.abc.es/20100212/sociedad-medio-ambiente/carlos-montes-201002121638.html). El otro, del nunca suficientemente denostado presidente boliviano Evo Morales, de quien entre nosotros se critican sus formas, sin mostrar interés alguno por sus propuestas.
Merece la pena leerlos. Después, y como siempre, cada uno es muy libre de pensar lo que quiera.
Lo de Evo lo dices en coña, ¿verdad?
No, no lo digo en coña: a Evo se le critica mucho, en Europa y en especial en España, cuando tiene deslices verbales, que los tiene, mientras que cuando habla en serio y aporta ideas, se le ignora: véase y léase, si no, el enlace.