¿Hace falta un/otro partido verdirrojo?

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Juan López de Uralde, en una imagen del pasado día 5. / Efe

La decisión sin vergüenza ni ambages de la canciller Ángela Merkel de prorrogar la vida de las centrales nucleares en Alemania lanza un reto sin precedentes a todo el movimiento ecologista europeo. También, posiblemente al global. Se ha producido en un momento en que en España está planteado el debate sobre la necesidad de un nueva estrategia “verde”, “verdinegra”, “verdirroja” o “rojiverde”, como quiera llamársele, para la reorganización verdadera de la izquierda real. Die Linke y los Verdes alemanes están en ello desde hace tiempo. Sin frutos aparentes. Entre nosotros, el paso dado por Juan López de Uralde y Alejandro Sánchez –obvio las presentaciones– y su equipo con la creación de la Fundación Equo es digno de ser muy tenido en cuenta.

Porque plantea cuál es el futuro casi inmediato de una opción que pretenda ser representativa de la izquierda política tras la deriva derechista del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que quizá debería cambiar su nombre y siglas. (Por cierto, el SPD alemán se opone frontalmente a la decisión de Merkel, mientras el José Luis Rodríguez Zapatero y Miguel Sebastián andan buscando vías para seguir la estela de la canciller alemana).

Dentro de la electoralmente etérea izquierda española una propuesta de ecología social como la que hace la Fundación Equo, antes de convertirse en partido, no es nueva totalmente. Los diversos colectivos que se nuclearon en torno a la marca Ecologistas en Acción hace unos años ya propugnaron y propugnan una lectura de la defensa del medioambiente en el marco de la lucha por la justicia social. Otros, como el partido Los Verdes, han participado electoralmente junto a Izquierda Unida en numerosas convocatorias electorales. Aún otro, ICV, tiene un diputado que forma parte de la cuarta fuerza política en el Parlamento Europeo.

Quiere todo esto decir, en lectura simple, que en España como en Europa la “Idea” ecologista tiene amplio seguimiento social, aunque no tanto electoral. Pero aquí sabemos que, heredero y partícipe de la tradición cainita de la izquierda, el movimiento conservacionista o ambientalista ha sido hasta la fecha incapaz de ponerse de acuerdo en cómo trasladar su fuerza real a una lectura y a unos réditos puramente electorales para intentar transformar la realidad.

Como muy bien saben en Equo, la deriva del llamado PSOE deja el campo libre ahora más que nunca a una formación que pretenda cambiar la sociedad y su estructura no sólo respetando el medio ambiente, sino también cambiando la explotación sin cuento de la naturaleza por eso que se ha dado en llamar desarrollo sostenible y que, afortunadamente, deja de lado muchas formas de esa espiral de crecimiento económico y explotación de recursos que nos llevan directamente al desastre, humano y ecológico.

Mas, y esto que digo ahora sé que será denostado, en muchas ocasiones hemos visto que las resistencias a la formulación y práctica de políticas verdaderamente sostenibles han encontrado durísimas resistencias en el seno de esa alianza de izquierdas –y de algunas cúpulas sindicales: “prefiero un puesto de trabajo a la vida de una ballena”– que quiere y debe ser alternativa a la socialdemocracia desvaída que gobierna. Y, así, hemos presenciado en todo el Estado desencuentros dentro de las siglas IU-LV que han dado al traste con expectativas electorales y con representaciones democráticas consolidadas. Y han sido desencuentros a veces propiciados por la negativa del “núcleo duro” de la coalición a ceder el control interno sobre la misma y democratizarla de abajo arriba.

Por eso, la idea de Equo de servir de elemento unificador de la diversidad ambientalista será difícil de llevar a la práctica, pero puede tener futuro político si la izquierda ecologista pura o no –es decir, la izquierda en general– es capaz de responder con generosidad a la demanda social que existe de una alternativa a la destrucción productivista del Estado del Bienestar que propugnan en nuestro país los dos partidos mayoritarios.

Uralde es consciente, me lo decía el otro día, de que el propósito o propuesta unificadora servirá para quienes quieran unificarse: imposible imponer esa idea. Pero la izquierda transformadora tiene la obligación de ser optimista y trabajar por conseguir sus objetivos, antes que plegarse acomodaticiamente a las imposiciones de “los mercados”, como hace la otra mal llamada izquierda. Así se podrá conseguir una alternativa social, real, transformadora y al tiempo conservacionista.

CODA ELECTORAL: Cual sea el futuro, la negativa de los dos partidos mayoritarios españoles, apoyados por las dos principales fuerzas nacionalistas, a cambiar la actual ley electoral para que la representación parlamentaria se ajuste mejor a los votos emitidos, es hoy por hoy el principal escollo a salvar tanto por las fuerzas minoritarias estatales (IU, UPyD) como por cualesquiera otras que se creen.

12 Comments
  1. burgales says

    Me llama la atención la generosidad a la que apela en el artículo. Ojalá que la gauche sea capaz de ejercela y tengamos una formación alternativa y con base social

  2. amayuelas says

    «La Idea» es como tradicionalmente se conoce a la propuesta del anarquismo en este país desde principios del siglo pasado … el ecopacifismo ha bebido de esa «idea» pero atribuirsela por completo …

    1. José Luis Vidal Coy says

      Amayuelas, efectivamente, históricamente es así. Pero como muy bien debes saber la evolución de la humanidad y de las ideas hace cambiar las cosas y los conceptos. E incluso las formas de actuar. Lo que no quita para que haya que mantener un profundo respeto para aquellas IDEAS que han pasado a formar parte de nuestro acervo político y cultural y que siguen siendo válidas… pero como referente histórico. Salud.

  3. Teo , says

    Yo pienso que , hay un excesivo idealismo Que tiene poca conexión con la realidad . En el ideario de de la izquierda es imposible ofrecer una salida real al reto de la ecología , por la amplia gama de contradiciones que representa a nivel de credibilidad y diferentes objetivos .
    Yo considero fundamental , la falta de un núcleo , que englobe a toda la gama de los verdes que lo seán en el sentido mas amplio . Esta seria la base sobre la que se poder construir la alternativa política que todos soñamos .
    Dificultades principales , el afán manipulador de los tarugos políticos , no digo nombres pero todos sabemos de quien se trata .

  4. Ramón Linaza says

    En mi opinión no hace falta un partido ni rojiverde ni verdirrojo. Lo que hace falta es UN PARTIDO VERDE homologable a los que existen en toda Europa. Confío que el paso dado por Uralde y otras personas desde el ecologismo social a la Ecología Política, contribuya decisivamente a que Los Verdes nos convirtamos en un actor político en España…que falta hace.

  5. kakalake says

    Agradezco el debate y pienso que hace falta un partido verde con gente que provenga del ecologismo social. Las etiquetas trasnochadas y los galgopodenquianos debates es mejor dejarlos atrás para tener una mirada plural y global. Si nadie se enfrenta a las multinacionales, bien por los pruritos financieros o laborales, ¿por qué no darle un oportunidad a los verdes?

  6. celine says

    Estoy con Linaza y Kakalake: un partido verde, serio y eficiente a ser posible, para que la gente concienzada y conocedora del percal medioambiental pueda votar más feliz que como hasta ahora. Y más aún: ZP prometió ocuparse de la defensa de los animales domésticos: multas siderales para los maltratadores, mataperros y torturagatos y hasta hoy. Ahora bien, si en Alemania, donde los Verdes sí han llegado al parlamento y hasta al gobierno la energía nuclear revive, algo habrá que explicar mejor, ¿no?

  7. María José says

    «prefiero un puesto de trabajo a la vida de una ballena». ¡Qué disparate! ¡qué innecesaria comparación!. «Por la boca muere el pez», que se diría. El desprecio a la vida está consagrado en la comparación. Podría incluso decir, la de un negro, una mujer…o mataría por un trabajo. Un valor humanista, el que debería respirar un señor de izquierdas, debería saber que la defensa de un trabajo no es a cualquier precio. Revise sus valores, y medite un poco más antes de barruntar barbaridades, pues desconfio, muy mucho de su supuesto liderazgo, de sus supuestos valores.

  8. tedaquen says

    La ideología ecologista no tiene por que ser de izquierdas. También puede, y debe haber, ecologistas de derechas. Mientras que los ecologistas no se den cuenta de eso, un movimiento de este tipo se quedará en un mísero 2% de este sistema bipartidista que tenemos en España. Hace falta impregnar de ecologismo al mayor número de personas posibles de la tendencia política que sea. Yo me considero ecologista pero no soy federalista ni republicano, no quiero un ecologismo de extrema izquierda que no va a aportar nada, solo va a robar unos pocos votos al PSOE para nada.
    Hay mucho partido que se dice roji verde pero está en contra de los parquímetros, que es una medida muy ecologista para evitar la privatización del espacio público por vehículos privados.

  9. Miguel says

    Totalmente de acuerdo tanto con los anteriores comentarios: la derecha sensata es tan ecologista como la izquierda, o más (en realidad, cualquiera con algo de formación detesta el despilfarro de recursos, sean naturales o de otro tipo…)

  10. Toni says

    El ecologismo tiene trasversalidad social. Desde la izquierda a la derecha encuentras personas con sentido común que sostienen su ideología en el pilar del desarrollo sostenible como prioridad.
    Reducir el partido político verde a determinada franja electoral (izquierda) es un suicidio político. Además todos sabemos lo que pasa: para mí los verdes son los de la extrema izquierda hasta tal lugar de la izquierda dicen unos. Para otros ese límite está más hacia el centro, para otros…
    Simplemente no hay límites, el ecologismo depende del sentido común del individuo y hay gente de derechas que está radicalmente en contra de los toros o de los desarrollos urbanísticos masivos.
    Excluirlos es poco inteligente, han de tener su peso en el partido verde. Lo contrario: la mediocridad en el resultado electoral y el reparto de los míseros votos de la extrema izquierda.
    Además tengamos en cuenta otra cosa, la formación ideológica del ciudadano con edad inferior a 40 no se basa en izquierdas o derechas (ni tienen buena formación en ello salvo excepciones), sino en temas de interés. Esos temas de interés, toros sí, toros no, nacionalismos sí o no, inmigrantes así sí o no, es lo que les lleva a votar una opción política determinada y no un pensamiento ideológico profundo. Dentro de esos temas de interés está, queramos o no, el ecologismo. Los que priorizan este tema como fundamental en su persona son los votantes potenciales del partido verde moderno y eficaz. Y dentro de estos votantes hay de todo. Pretender que quien vote a los verdes tenga una formación ideológica muy profunda de izquierdas es un gravísimo error. Los verdes son verdes con ideología verde que no es precisamente la de la izquierda, es un paso adelante de la izquierda y la derecha, es otra cosa y se persiguen otro objetivos.

  11. J.A. says

    Falta mucho para las elecciones, pero, en principio, tienen mi voto. Los demás partidos ya han demostrado miles de veces cómo son, ya no confío en ninguno. EQUO se merece una oportunidad.

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