La fiera destructiva del esquí alpino despierta con las primeras nevadas

Caen las primeras nieves y despierta la fiera. Al contrario que los animales que hibernan. Con los fríos nuevos se despereza otra alimaña. La depredadora de montañas y valles con desmontes, construcciones y aplanamientos para el esquí. Ya se están publicando en algunos medios, casi como cada año, informes sobre la conveniencia de ampliar tal o cual estación de “deportes de invierno”. En esto cabe preguntarse como  con el amor: ¿por qué las llaman así cuando lo que quieren decir es esquí alpino?

No importa que esos informes, cuando son medianamente equilibrados, recojan normativas legales que impiden radicalmente las pretendidas ampliaciones. Acaba de ocurrir así en Granada, en relación con la largamente perseguida ampliación de la estación originalmente Sol y Nieve y que ahora todos conocemos por Sierra Nevada, confundiendo, ¿interesadamente?, el nombra de la cordillera con las instalaciones para la práctica del esquí y colateral urbanización.

“La legislación impide ampliar el perímetro esquiable” en Sierra Nevada, acaba de declarar María José López, consejera delegada de la concesionaria de la estación, Cetursa, empresa mixta dependiente de la Junta de Andalucía. Es así simplemente porque las instalaciones están insertas en el Parque Nacional de Sierra Nevada, declarado tal cuando ya se había iniciado la construcción de la estación pero que impide su expansión, por mucho que fuerzas vivas granadinas y andaluzas se preocupen de resucitar el asunto cada temporada por si hay suerte y cuela.

Sierra Nevada es Reserva de la Biosfera de la UNESCO desde 1986, Parque Natural desde 1986 y Parque Nacional desde 1999. Da igual, casi cada año vuelve a salir el tema, lo que lleva a preguntarse por qué. Habida cuenta del manejo de las legislaciones que se hace en las administraciones de este país, no es de extrañar. La propia consejera delegada de Cetursa, empresa pública autonómica, daba una pista: “Cualquier modificación del perímetro [esquiable] requiere un cambio normativo que trasciende jurídicamente a nuestra compañía”.

Es decir, la esperanza es lo último que se pierde. ¿O hace falta recordar los cambios de normativa que permitieron legalizar el famoso hotel de la playa de El Algarrobico, en Almería, aunque finalmente los batalladores ecologistas hayan conseguido que el Tribunal Supremo revierta la situación permitida por la Junta de Andalucía? Está por ver, en cualquier caso, que el hotel sea finalmente derribado.

Los andaluces no están solos en la contemplación de este espectáculo de cinismo ambiental en España. “En San Glorio creemos en la importancia de mantener el equilibrio natural del entorno. Para poder desarrollar una estación ambientalmente sostenible deberemos demostrar el máximo respeto por la naturaleza, contribuir a preservar la montaña, respetar la flora y fauna salvajes… Esta es nuestra premisa básica y en ella hemos de fijarnos para potenciar un espacio único que te está esperando”.

Así reza la presentación del proyecto de estación invernal promovido por Tres Provincias S.L. que afectará indirectamente, según la Plataforma de Defensa de San Glorio, a tres parques, tres: Fuentes Carrionas, Fuente Cobre y Montaña Palentina y Picos de Europa. Independientemente de que la Junta de Castilla y León ya ha hecho los cambios legales necesarios para que la concesionaria pueda aspirar a la construcción a medio plazo, hay una prueba del nueve irrefutable y sencilla.

Se trata de comparar una foto publicitaria de cualquier estación cubierta de nieve en invierno con otra del mismo lugar hecha en verano, cuando se pueden observar perfectamente los desmontes, los arrastres de tierras, construcción de lagunas artificiales, aplanamientos de laderas, levantamiento de terraplenes, casetas, pilonas de soporte, obstáculos para acumular nieve, cañones para producirla artificialmente, etcétera. Hecho esto, no hace falta ver cómo es el entorno falsamente urbano que se crea a pie de pistas, aunque sugiero la contemplación de la urbanización de Sierra Nevada, por ser paradigmática.

Tampoco se puede dejar de mencionar los apoyos de autoridades locales y población de las aldeas y pueblos cercanos a los proyectos o realidades esquiables. Se da, por supuesto, en Granada, pero también en la comarca de San Glorio o en la Ribagorza (Huesca), donde la empresa pública Aramón pretende destrozar el valle de Castanesa para ampliar la estación de Cerler hacia el este.

Ese apoyo se obtiene por la misma regla de tres que tantos y tantos habitantes de la costa mediterránea española apoyaron y apoyan la construcción masiva y la especulación urbanística asociada: es la única propuesta de trabajo que obtienen, la única posibilidad de ayudas oficiales y la única promesa de conseguir un futuro mejor para ellos y para sus hijos. Como si no hubiera otras. Pero esas no cuentan para la fiera que despierta apenas se cubren de nieve las laderas.