Lorca estaba advertida de que la ocupación excesiva aumenta los riesgos si hay riada

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Dos vehículos arrastrados por el agua en medio del barrizal tras las intensas lluvias del pasado 28 de septiembre en Lorca. / Juan Francisco Moreno (Efe)

La ocupación con construcciones de zonas inundables por la avenidas de las ramblas en la zona de Lorca y Puerto Lumbreras viene aumentando desde hace varias décadas los riesgos de daños materiales y humanos, según un estudio de un profesor de la Universidad de Murcia presentado en el X Coloquio Internacional de Geocrítica celebrado en Barcelona a final de mayo de 2008.

El profesor Alfredo Pérez Morales, del Departamento de Geografía de esa universidad, explicó en su trabajo que los sucesivos aumentos de población y ocupación indebida del territorio anexo a ramblas y cauces irregulares en el sur de la Región de Murcia hacen aumentar los riesgos.

Así ha quedado demostrado luctuosamente en las avenidas subsiguientes a la gota fría del pasado viernes 28 que causó al menos diez muertos ––cinco y una desaparecida en Lorca y Puerto Lumbreras–– y daños materiales evaluados inicialmente en 120 millones de euros ––15 sólo en Murcia––. Los cuantiosos perjuicios materiales han supuesto para esa zona murciana un nuevo golpe a su economía al arrasar con explotaciones agrícolas y ganaderas que constituían casi el único sector productivo que quedó a salvo del terremoto de mayo de 2011, cuyas consencuencias todavía no se han paliado por la lentitud de la burocracia estatal y la falta de eficiencia de la administración local y autonómica.

Pérez Morales tituló su estudio, público desde hace cuatro años, “Aumento del riesgo de inundación por ocupación indebida de las áreas de convergencia en el Sur de la Región de Murcia”. En él viene a demostrar que la construcción de presas y otras infraestucturas ha venido a ser considerada “la solución definitiva” para la regulación de los cursos fluviales intermitentes o irregulares, como las ramblas, que son las que causan los problemas cuando hay lluvias torrenciales.

Lo peor es que esas actuaciones aumentan “la sensación de seguridad inducida en la sociedad”, que “anima a ocupar espacios sensibles de ser afectados por las inundaciones, lo que provoca un aumento de las áreas sometidas al riesgo”, mantiene el profesor.

El aumento de construcciones registrado en la zona sur de Murcia, como en muchas otras próximas a la costa española, ha tenido un crecimiento muy notable en los años anteriores a la crisis inmobiliaria. Pero ya se notó en los municipios de Lorca, Águilas, Mazarrón y, algo menos, Puerto Lumbreras, desde principios de la década de los noventa del siglo pasado cuando volvieron a alcanzar los máximos de población a los que habían llegado a principios del siglo XX, como muestra gráficamente el estudio.

Las infraestructuras que se han creado para satisfacer la creciente actividad turística, agroindustrial y ganadera también han contribuido a aumentar los riesgos, especialmente porque algunas se han hecho sobre lugares anegables o han alterado cauces naturales. Así lo muestra el derrumbe de dos puentes de autovía el pasado viernes por la tarde. El primero fue en la autovía de peaje Cartagena-Vera que discurre paralela a la costa. El segundo, en la A-7, a su paso sobre la rambla de Béjar que limita los municipios de Lorca y Puerto Lumbreras.

La Comunidad de Regantes de Puerto Lumbreras denunció hace cinco años a la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) que se estaban extrayendo de ese cauce áridos en cantidades excesivas para la construcción de un centro comercial en Lorca. “La próxima avenida se llevará la autovía”, vaticinó el entonces presidente de los regantes lumbrerenses, Fulgencio García Reverte, en noviembre de 2007. Así ha sido cinco años después, aunque la Confederación Hidrográfica del Segura asegure que todo se hizo respetando los límites ambientales, cosa que los regantes rebatían.

Para el profesor Pérez Morales, “la Ordenación del Territorio surge como el instrumento adecuado para corregir los errores evidenciados por las riadas”. Pero en este caso de Lorca y Puerto Lumbreras –y esto es extensivo a todo el Sureste español–– queda claro que, con la larga experiencia acumulada que hay de tremendas inundaciones por tormentas (1989, 1973, 1951, etcétera), la gestión del territorio y las infraestructuras no es la adecuada para evitar tragedias como la de la semana pasada.

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