México debate vivamente la apertura de la petrolera estatal Pemex al capital español

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Encuentro en La Moncloa de Mariano Rajoy con el presidente mexicano Enrique Peña Nieto durante su visita, el pasado lunes, a España. / lamoncloa.gob.es

MÉXICO DF.– La visita del presidente electo de México, Enrique Peña Nieto, a Madrid y sus palabras en la capital española han servido para reavivar la polémica sobre la privatización parcial de la petrolera estatal Pemex, latente en el país desde hace años, abriéndola a inversores extranjeros. En contra de ella, diputados y medios de izquierda hablan de la “ruinosa” participación de Petróleos Mexicanos en la española Repsol... y de los “floteles” que se construirán y pagarán en los astilleros de Galicia en vez de mejorar la capacidad nacional de refino.

Los dos gobiernos derechistas del Partido de Acción Nacional (PAN) encabezados por Vicente Fox (2000-2006) y Felipe Calderón (2006-2012) no se atrevieron a dar el paso a pesar de su clara vocación neoliberal y ahora muchos se preguntan si Peña Nieto, el nuevo presidente, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), la llevará a cabo a partir de su toma de posesión, el próximo primero de diciembre.

El mandatario electo niega la mayor. “El Estado mexicano debe mantener propiedad y rectoría sobre la administración de los hidrocarburos del país”, dijo en su reciente vista a Madrid durante una reunión que celebró con dirigentes de cuarenta empresas españolas. Unas palabras que han sido destacadas por la prensa del Distrito Federal, seguidas de otras que han alimentado la polémica sobre la posible privatización de Pemex:

“Pero, a partir de experiencias exitosas, México puede diseñar un modelo para el desarrollo de hidrocarburos y lograr mayor competitividad”. Esta frase es la que ha abierto la caja de los truenos de la izquierda, especialmente de los portavoces del Partido de la Revolución Democrática (PRD), que ganó la mayoría de escaños en el nuevo parlamento, aunque el cargo presidencial fuera para el candidato del PRI.

Un informe de la Unidad de Evaluación y Control de la Cámara de Diputados ha suministrado las armas que necesitaban quienes se oponen a las inversiones de Pemex en el extranjero, que relacionan directamente con la entrada de capital foráneo en la petrolera estatal. Según el texto, la compra de acciones de ésta en Repsol, realizada a través de Pemex International Holdings (PMI) desde 2008, ha significado para la estatal mexicana pérdidas acumuladas de 18.653 millones de pesos (1.165 millones de euros, aproximadamente), debidas fundamentalmente a la caída del precio de las acciones de la petrolera española.

Destaca el informe, ampliamente reportado por el diario La Jornada, que “al 26 de julio [de 2012] el precio de las acciones de Repsol disminuyó 46 por ciento en comparación con el precio de compra, lo que equivaldría a que el valor de la inversión de Pemex –si se vendieran ese día– representaría una pérdida de 9.600 millones de pesos” (unos 600 millones de euros).

Antes de ese resultado, la petrolera estatal mexicana había aumentado en agosto de 2011 del 4,8 al 9,8% su participación accionarial en Repsol gracias un acuerdo con Sacyr Vallehermoso por el que PMI Holdings obtuvo financiación con HSBC, Crèdit Agricole CIB, Natisis y Grupo Financiero Inbursa.

La publicación del estudio deja en muy mal lugar la inversión auspiciada por el equipo del presidente saliente, Felipe Calderón, en Repsol, y fija la atención de los analistas de izquierda en la frase pronunciada por el presidente entrante, Peña Nieto, ante los empresarios españoles en Madrid relativa a la reforma del sector energético con el que pretende “impulsar una reforma de carácter energético que nos permita ser más competitivos y, sobre todo, permitir una mayor participación del sector privado en la exploración, explotación y refinación que hoy realiza Petróleos Mexicanos”.

Que Peña Nieto hiciera su pronunciamiento ante una audiencia en la que estaban representados Repsol, BBVA, Banco Santander, Endesa, Iberdrola, Telefónica y las grandes constructoras españolas, todas ellas “dueñas de medio México”, en frase del analista económico Carlos Fernández-Vega, lleva a éste a recordar lo que el expresidente priísta Carlos Salinas de Gortari (sexenio 1988-1994) dijera cuando privatizó la banca estatal mexicana: “Se trata de democratizar el capital de las sociedades nacionales de crédito”.

A esto se suma la declaración de ayer martes del candidato derrotado de la izquierda mexicana a las presidenciales de julio pasado, Andrés Manuel López Obrador, que describió a Peña Nieto como un mero “empleado” de Salinas de Gortari. Así que, en este contexto, no es de extrañar que sea visto como un menoscabo de la soberanía nacional mexicana incluso el encargo avalado por Peña Nieto en Madrid para que astilleros gallegos construyan los “floteles” en los que se alojarán los trabajadores de las plataformas petrolíferas de Pemex en el Golfo de México.

Cosa que lleva a la destacada senadora Dolores Padierna (PRD) a preguntarse “cómo explicar que Pemex no tenga recursos, y entonces cómo invierte en hoteles flotantes para salvar a los gallegos y no son capaces de hacer una refinería para salvar a México”. Porque su escasa capacidad de refino en comparación con sus recursos es considerado el talón de Aquiles de la petrolera estatal mexicana, que se vio obligada a importar aproximadamente el 40% de la gasolina que consume en 2011, según la Secretaría (ministerio) de Energía (Sener).

Además, la Constitución establece la estatalidad del petróleo, como el derrotado López Obrador lleva reiterando mucho tiempo: “El petróleo es de la Nación y, por lo tanto, privatizar viola el artículo 27 Constitucional”. Aunque parece claro que en esto como en muchas otras cosas PRI y PAN unirán sus fuerzas en los debates parlamentarios que se avecinan para ganarlos y soslayar las críticas de la izquierda.

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