Rondamos el año 2050 y el panorama es desolador: Europa del sur está desertizada, mientras los países continentales como Alemania sufren lluvias muy fuertes durante dos meses y sequías el resto del año. El calentamiento global ha provocado efectos devastadores, la vida solo es posible en los países cercanos al círculo polar ártico y decenas de miles de “emigrantes ambientales” se dirigen a Escandinavia en una travesía imposible en la que se enfrentan a la sed, el hambre y la violencia.
'Algo ahí fuera', publicada por Alianza Editorial el pasado mes de noviembre, parece otra novela distópica más, pero el escritor y periodista italiano, Bruno Arpaia, recrea un escenario futuro perfectamente posible que ha trazado basándose en los informes de organismos oficiales como la Agencia Europea del Medioambiente o el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, además de investigaciones de científicos como James Hansen y Dennis Bushnell de la NASA. De hecho, el autor cree que el cambio climático ya es una realidad y escribe esta ficción con la intención de hacernos conscientes de que es el problema más grave al que se enfrenta la humanidad. “Es muy probable que, si no hacemos nada, los europeos acabemos siendo refugiados climáticos”, vaticina.
— El futuro que nos plantea en su novela es terrorífico, pero para dibujar este escenario se ha basado en documentos científicos que hablan de cómo será el mundo si no combatimos el cambio climático. ¿Cuánto hay de realidad y cuánto de ficción?
"La gente dice que se trata de una novela distópica, apocalíptica, o post apocalíptica, pero, lamentablemente, creo que es una novela realista" |
— La gente me dice que es una novela distópica, apocalíptica, o post apocalíptica, pero creo que lamentablemente es una novela realista. Todo el escenario en el que se mueven mis protagonistas lo saqué de reportes científicos y, si no tomamos medidas, el escenario que nos espera es este. Muchas de las cosas que están en mi novela y que yo sitúo en 2038 o 2050, ya están pasando y mucha gente no lo sabe. Por ejemplo, cuento la sequía de California y la pongo en 2050, pero en realidad la saqué de reportajes periodísticos del año pasado, que es cuando estaba escribiendo el libro. El año pasado, 2016, fue el año más caluroso desde 1880.
Por otra parte, pensamos en el cambio climático sin pensar en las consecuencias sociales, aunque ya estamos viendo que conlleva un aumento de la violencia y de los conflictos. Tenemos el ejemplo de Siria. Muy pocos dicen que una de las causas del origen de la guerra es la gran sequía que entre 2008 y 2013 provocó una marcha de centenares de miles de personas hacia Alepo y Damasco en una situación ya conflictiva. Evidentemente, sobre esto se volcaron el DAESH, los rusos, los turcos, los iraníes y los estadounidenses, pero el origen de la guerra de Siria es una guerra por el agua.
— Los protagonistas del libro son refugiados ambientales europeos que marchan hacia Escandinavia para huir de los efectos del cambio climático en sus países de origen. ¿Cuánto se parecen estos personajes a los refugiados que tratan de escapar de la guerra en Siria?
— Según cifras de la ONU, ya tenemos 50 millones de desplazados climáticos. Los europeos todavía no los vemos porque la mayoría se queda en África. Es muy probable que, si no hacemos nada, los europeos acabemos siendo refugiados climáticos. La neurociencia nos dice que aprendemos mejor un concepto si está vinculado a una emoción. La gente que lee mi novela vive la sed, el hambre y la humillación de simplemente querer ser una persona mejor que huye de un mundo en desmoronamiento. Creo que eso puede hacernos conscientes de los refugiados que están llegando ahora. Para nosotros son números, son muchos, son los que asaltan nuestro mundo, pero en realidad son gente que huye de sequías, de guerras y de un mundo que no puede habitar. La derecha se está armando de este miedo y dice que los ayudemos en su casas, pero es que ahora la gente en Alepo no tiene casas.
— Precisamente en el libro aparece un presidente de Estados Unidos de extrema derecha que es creacionista, xenófobo y que comienza a expulsar a los inmigrantes, especialmente a latinos y musulmanes. ¿Cómo imaginó a este mandatario que se parece tanto a Donald Trump?
"Me imaginé un presidente como Trump para 2050 porque me parecía tristemente lógico que se llegara a algo parecido. Me quedé corto" |
— Cuando escribía la novela, en 2015, el señor Trump todavía no estaba en el horizonte político. Ni si quiera habían empezado las primarias en Estados Unidos. Yo me imaginé un presidente así para 2050 porque me parecía tristemente lógico que se llegara a algo parecido. Me quedé corto porque ya lo tenemos: un presidente xenófobo, creacionista, que desconfía de la tecnología y que quiere expulsar a los inmigrantes. Por eso digo que mi novela es lamentablemente realista: se queda corta con la realidad que ya tenemos enfrente.
— El protagonista del libro es Livio, un viejo profesor de neurociencia que durante su juventud fue un activista medioambiental al que su entorno tomaba poco en serio. ¿Hay algo de autobiográfico?
— No, nunca formé parte de las asociaciones ambientalistas. Yo creo que en las asociaciones ambientalistas hay algo que no funciona, tal y como aparece en el libro en las discusiones entre personajes. Hay algunas con las que no coincido, pero es una realidad que tenemos que tomar medidas radicales. Por primera vez en la historia, una especie muy invasiva, como es la humana, está produciendo cambios globales como la sexta extinción masiva: están desapareciendo miles de especies en un corto periodo de tiempo y nuestras actividades hacen subir mucho los porcentajes de dióxido de carbono. Ahora, también nos enfrentamos a una clase dirigente muy mediocre, con una visión sobre el futuro que solo llega a las próximas elecciones en Getafe. ¿Quiénes son los dos personajes públicos que en los últimos años han presionado para que se tomen medidas sobre el cambio climático? [Barack] Obama y el Papa Francisco, con una encíclica increíble. Si te fijas, por diferentes cuestiones, ninguno de los dos puede ser reelegido.
— En relación a la crítica en el liderazgo político, en el libro pone de relieve la ausencia de un organismo que pueda aplicar medidas para atajar un problema que afecta a todo el mundo. ¿La solución pasa por una autoridad global hasta ahora inexistente?
"Necesitamos una autoridad global con respuestas complejas porque el problema climático es muy complejo" |
— El ejemplo máximo son los resultados de la COP21 en París. Parecía una revolución y en cierta medida es cierto: por primera vez 195 países firmaron un acuerdo reconociendo la responsabilidad humana. Pero el problema es que las medidas que acuerdan los países son voluntarias y, además, no hay ninguna autoridad global que pueda hacer respetar esos compromisos. Es un problema que no puede ser dirigido por la buena voluntad de unos gobernantes de Turquía o Burkina Faso. Es evidente que necesitamos una autoridad global con respuestas complejas porque el problema es muy complejo. Esa es otra razón por la que escribí este libro: es muy difícil conocer cosas sobre el cambio climático y, además, la gente prefiere no saber porque es algo tan apabullante... Sin embargo, contando una historia a través de la que vives las consecuencias, la gente puede darse cuenta de lo que nos espera detrás de la esquina si no hacemos nada.
— En la historia aparecen las guías: mujeres formadas militarmente que dirigen a las decenas de miles de refugiados con autoridad y a veces con una severidad extrema. ¿Por qué imaginó a esta especie de guardias como mujeres?
— Los motivos son dos. Uno es que veo con gran gusto que las mujeres están abriendo camino. Imagino que de aquí a 50 o 60 años la presencia femenina será más fuerte. Otro es porque tengo una duda: ¿para qué servimos nosotros, los hombres? Ustedes ahora ya pueden hacer casi todo solas y tener un banco de esperma les bastaría. Pero lo que yo creo es que, al contrario de lo que algunos piensan, no todo estará mejor si hay mujeres en política o en los puestos de mando. Ya tenemos ejemplos como Margaret Thatcher o de Angela Merkel, que no han gobernado de manera muy diferente a los hombres. Las mujeres en mi novela están en los puestos de mando. A veces sacan lo peor que tienen y otras deciden renunciar a su puesto de trabajo para ayudar a la gente.
— ¿Tiene esperanza en que podamos frenar los efectos del cambio climático a tiempo?
— Tenemos una ventana de unos quince años para poder frenar los efectos del cambio climático. Tal vez tengamos un poco de tiempo, aunque ni si quiera los científicos están seguros. Si miro a mi alrededor, no hay muchos motivos para ser optimista. El presidente de Estados Unidos es un negacionista climático y el país es el responsable del 16 % de las emisiones de gas efecto invernadero. Sólo podemos confiar en nosotros. La presión pública logró que 195 países se pusieran de acuerdo en la COP21, aunque no es bastante. Tenemos muchísimos problemas, pero el cambio climático es el mayor problema porque nos afecta a todos y puede cortarnos las ramas donde estamos sentados. Para el universo nuestra especie no es tan importante. A veces creo que es justo que desaparezcamos por los daños que hemos causado, pero espero que un destello de lucidez nos haga darnos cuenta de la inmensidad del problema y tomar las medidas adecuadas.