La ‘posverdad’ es mentira

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Jorge Moruno *

La verdad está ligada circularmente a los sistemas de
poder que la producen y la mantienen, y a los efectos
de poder que induce y que la acompañan
Foucault

Jorge_MorunoCuando recientemente apareció el concepto de "posverdad" –concepto que no es nuevo-, no le presté mucha atención, me parecía la típica moda pensada para tratar de ofrecer una explicación sobre lo que pasa, evitando preguntarse qué pasa. Sin embargo, precisamente por eso adquiere cierto interés, no porque su definición resulte de utilidad o sea un concepto adecuado y riguroso, sino por su función política. Si hoy habitamos la era de la “posverdad” entonces hubo un tiempo en el que reinaba la verdad antes de que fuera pervertida, ¿ese tiempo cuál fue?, ¿en los años 30, en la guerra fría, en los años 80, en 2017 con “la crisis ya ha pasado”? Las armas de destrucción masiva en Iraq, ¿es un ejemplo de esa posverdad que antepone las emociones a los hechos?

Es cierto que debido a la conectividad masiva, hoy las mentiras pueden resultar más obscenas, desvergonzadas y dimensionadas, pero al mismo tiempo tardan menos en desaparecer del recuerdo colectivo y rápidamente pasan al sepulturero de la información. La dinámica cardiaca del colapso informativo provoca que todo acabe almacenándose en una pila infinita de noticias. Lo importante no es lo que dice la palabra “posverdad”, sino lo que cuenta y transmite como artefacto comunicativo y sobre todo, lo que no cuenta, lo que deja fuera. Hablar de "posverdad" es adoptar una posición concreta, no neutral, que separa y delimita el campo de lo político. Quienes afirman que vivimos en la era de la “posverdad" deberían aclarar primero qué es la verdad en política y, luego, explicar por qué su posición les permite no hacer uso de ella.

En el 60 aniversario del Tratado de Roma, los mandatarios allí reunidos se centraron en defender a la UE de la amenaza de «los populismos», omitiendo así que son las políticas económicas que aplican sobre Europa las que producen esos “populismos”. Tras la caída del muro de Berlín se afirmaba el tiempo de la “postpolítica”, esto es, el anuncio del fin, no de un tipo de expresión del conflicto sino el final de cualquier forma de conflicto, y por lo tanto, la llegada del tiempo de la gobernanza y la aplicación de “ideas buenas o malas” independientemente de donde vengan. Es la ilusión totalitaria del mercado como forma de anular la política, o lo que es lo mismo, como forma de anular la democracia; el derecho de la población a decidir sobre sus propias vidas. Cuando alguien trate de convencerte de que la política se define por la gestión anestesiada de lo existente, ponle la Marsellesa.

Según el filósofo Spinoza, cuando se habla de verdad o de falsedad siempre hay que tener en cuenta que la falsedad no es el resultado de un fallo de razonamiento, sino más bien la muestra de la incapacidad del entendimiento humano para abarcar la totalidad de aquello que existe. De algún modo, Marx viene a identificar lo mismo cuando habla de “falsa conciencia”, no tanto para denunciar que la realidad percibida sea falsa, como para alertar de que lo que entendemos y comprendemos es incompleto e insuficiente. La mentira no se combate con lo verdadero, sino desplazando el terreno sobre el cual se levanta el imaginario que la sostiene sustituyéndolo por otro más fuerte. Esto se encuentra en las antípodas del pensamiento que confía en los datos y su expresión mecánica (como si dicha expresión no fuera un vehículo ideológico) para intentar delimitar lo cierto e incierto en la vida colectiva.

Maquiavelo nos recuerda que todos somos “vulgo”, o lo que es lo mismo, que todos somos susceptibles de vernos arrastrados por las mismas pasiones, y explica que “los hombres, en general, juzgan más por los ojos que por las manos, porque muchos son los que ven y pocos los que tocan.” La política es eso, la tensión entre lo que se ve, lo que se toca y quienes lo ven y quienes lo tocan. La verdad en política existe porque no existe, o dicho de otro modo, la verdad nunca viene dada, es producida racionalmente en sociedad fruto de un determinado encuentro y desencuentro.

(*) Jorge Moruno es sociólogo y miembro del Consejo Ciudadano Estatal de Podemos.
2 Comments
  1. Manolo Malime says

    Efectivamente Jorge, en el Estado de “Derecho” que tenemos, votar a la cara que más se ve, en vez de lo que hace con las manos que maneja la política durante las 24 horas del día o de la noche engaña a los que le votan y también contribuye a que los engañados sigan confiando en ese falso Estado de “Derecho”, con una democracia a su servicio, que siga siendo lo realista y correcto, a lo sumo intentando querer perfeccionarla, impidiendo que la verdadera democracia directa y permanente de abajo arriba se desarrolle, y finalmente tenga lugar un Estado que desaparecerá porque ya no hay necesidad de reprimir a nadie, todos somos gente solidaria con nosotros mismos y con la naturaleza, ya no existen castas ni dioses salvadores.

  2. Minu says

    Buen artículo .. pero yo añado que ahora la manipulación tiene competitividad … y más con los nuevos medios…

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