Largo Caballero según el maestro Aróstegui

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Carlos García Valdés

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Cubierta del libro de Julio Aróstegui.

El profesor Julio Aróstegui (1939-2013), recientemente desaparecido, catedrático emérito de Historia contemporánea de la Universidad Complutense, ha dado a la luz este libro póstumo que, en palabras de su discípulo Gutmaro Gómez Bravo, en correo personal que me dirige, es “su mejor obra”. Y es que, en efecto, esta indagación profunda sobre el gran dirigente socialista Francisco Largo Caballero (1869-1946) es la cumbre de su pensamiento y de su extensa tarea investigadora. Aróstegui ha sido ciertamente un maestro rotundo, de los de antes, comprometido con su pensamiento, con obra ingente y siempre valiosa, con  grandes discípulos a los que ha inculcado su sabio magisterio. Este libro es la cumbre de cuanto queda dicho: una investigación de años, ejemplar, demostrando un cariño inevitable con el personaje biografiado y, desde luego, simpatía por su ideología, pero ponderado en los juicios, aún los más difíciles de tomar. Esta obra es ejemplo de futuras generaciones. ¡Lástima que no la haya disfrutado en vida ni escuchado los elogios que verdaderamente merece!

El libro, Largo Caballero. El tesón y la quimera (Debate, 2013), de 976 páginas, es la monografía más completa jamás escrita sobre su protagonista. Dividida en cuatro grandes partes y once capítulos, no es solo historia viva de Largo -como le llamaba Manuel Azaña- sino de todo ese periodo convulso y trágico que sintió España. La descripción es magnífica, sobresaliente y la escritura limpia y clara, auténticamente magistral, como corresponde a la pluma del egregio autor. A efectos didácticos, me atrevería a separar, a su vez, estos apartados en tres fundamentales: se referirá el primero a la peripecia vital de Largo Caballero, que finaliza en su etapa de dirigente obrero; el segundo se centra en el gobernante republicano, con la Guerra Civil incluida, y el último, en el exilio. En ellos se condensa su labor, no exenta de polémica, una cierta, otra fomentada y agrandada por la propaganda posterior, que el texto del profesor Aróstegui coloca en sus justos términos, al situarnos en una vertiente de partida desconocida: no existieron dos Largo, el reformista y el revolucionario, sino uno solo, consecuencia evolutiva el uno del otro adaptada siempre a las circunstancias y al instante histórico correspondiente.

La primera fase biográfica nos narra los comienzos de Largo en sus iniciales ocupaciones laborales, como estuquista, y su encuentro fundamental con Pablo Iglesias. Los dos futuros dirigentes se conocen, se comprenden y, desde luego, se complementan. Largo se dedica, en cuerpo y alma, a la UGT, desde su secretaría general, y a la política municipal, siendo su principal entrega la organización de los trabajadores, la atención de sus reivindicaciones y la predisposición a las movilizaciones obreras.  De esta etapa, Julio Aróstegui no oculta el debate sobre su figura respecto a la actitud del socialismo nacional durante el mandato de Primo de Rivera, como no lo hará después con la revolución de octubre de 1934.

Porque, en efecto, el desaparecido maestro ha dado a la luz una obra equilibrada, profunda, que no evita las contradicciones de su gran biografiado. El relato es soberbio. Todo se centra es desentrañar los motivos de esa tangible impresión histórica que ha quedado acerca de la cierta tolerancia utilitarista manifestada hacia el golpe militar de Primo, motivo de permanente debate crítico, como se dice en el texto, “entonces y después”. Pues de lo que existe evidencia contrastada es en sentar que la persecución y las prohibiciones “se cebaron especialmente en los comunistas y los anarquistas”. Pero, en todo caso, de lo que no hay duda es que en la figura de Largo Caballero se centra la posición “en y frente a la Dictadura”. Y este vaivén, este movimiento pendular, es una constante característica del dirigente, con conocimiento y cercanía, estudiado en este excepcional texto.

La parte del león del libro de Julio Aróstegui sobre Largo se la lleva, razonablemente, el análisis de la etapa republicana y de la Guerra Civil española. Cinco extraordinarios capítulos se ocupan del momento histórico y lo hacen con una soltura y un rigor únicamente propios de un destacadísimo investigador y especialista. Largo Caballero es aquí no sólo el dirigente obrerista, que siempre lo fue a diferencia de Indalecio Prieto, “más republicano”, según Aróstegui, sino, además, el gobernante. Ministro de Trabajo durante dos años, su aportación legislativa de carácter eminentemente social es ciertamente inmensa, poniendo las bases de un moderno Derecho laboral, tarea y realización perfectamente reseñadas en el texto que comento. Pero la coherencia le lleva, de nuevo, a una posición rupturista con el alto cargo. Lo que considera derechización de la República le hace alejarse del poder oficial, no tardando en comprometerse seriamente con la denominada revolución asturiana. Los impenitentes detractores del político madrileño tomarán como negativa referencia biográfica su manera de alentar esta local insurrección que, evidentemente, no hizo ningún bien al sistema. De igual modo, queda en la memoria la vinculación de Largo con la Guerra Civil al recrearse en la agitación social. Julio Aróstegui pone las cosas en su sitio y, lo que es mejor, las interpreta desde dentro, es decir a partir de la situación que se vive en aquellos tensos momentos, sin desvincular los hechos circundantes de las manifestaciones públicas.

La guerra  lleva a Largo Caballero, hasta 1937, a la presidencia del Gobierno de la II República. Después le sucede el doctor Negrín. Y, al igual que aconteció con la masa obrera, organizó el ejército leal al gobierno -pobre y mal armado al principio- estructuró sus medios, incluida la ayuda extranjera, y le dotó de los mejores mandos posibles. La derrota inexorable no se puede anotar en su haber aunque Luis Araquistaín así se lo reprocha para siempre.

El apartado final, oscuro y melancólico, se ocupa del exilio y muerte del destacado personaje. Julio Aróstegui, con tristeza y dolor, nos narra cómo su estancia lejos de España fue más dura que la de otros republicanos, tal vez solo comparable a la sufrida por Azaña. Salvado de la inquina franquista, que pretendía su extradición con los peores augurios, fue internado en un campo de concentración siendo esta vez la tercera en su vida que poblaba los centros de reclusión: después de la huelga de 1917 y de los sucesos de Asturias. La muerte del caído y viejo guerrero en Paris, tras siete penosos años, llenó de recuerdos consistentes y militantes a la mitad de los españoles. Este es, en esencia, el gran libro del maestro Aróstegui. Su profundidad en el análisis de la vida y obra de Largo no tiene parangón en la literatura científica. Las notas que acompañan al texto, refrendando cada información, y la exhaustiva bibliografía final dan una idea del esfuerzo intelectual de toda una vida que, sin el menor género de duda, intelectualmente ha merecido la pena.

3 Comments
  1. Ana says

    Don Carlos, muchas gracias por animarme a comprar y leer ellibro del gran dirigente obrero español.

  2. Indalecio y Encarna says

    Añoramos aquellos tiempos de Largo Caballero en los que había entendimeinto entre socialistas y comunistas

  3. Memoria frágil says

    Largo consiguió lo que nadie ha conseguido en la historia de la humanidad, formar un gobierno con ministros anarquistas, y además que estos lo hagan mejor que todos los ministros burgueses de la historia de españa juntos. Federica Montseny, Garcia Oliver (y su secretario de estado de Prisiones Melchor Rodriguez )y Peiró, tres excelentes ministros cuya importante obra no ha sido aún suficientemente estudiada por prejuicios ideológicos.

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