Se dice política feminista

  • Sofía Castañón repasa la trayectoria de Podemos en el quinto aniversario de su fundación

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Sofía Castañón

Hoy es hace cinco años. Leo a Toril Moi y repaso las entrevistas que he hecho a varias poetas de tu generación. Intercambio correos, algunas no están seguras de las respuestas que han dado. Que no veían la discriminación por género en un primer momento, que no han parado de pensar en ello desde entonces, que ahora sí lo ven. Una puerta abriéndose por la que entra un fogonazo de luz.

Hoy es hace cinco años. Ya he discutido sobre Femen meses antes por su acción en el Congreso de los Diputados. Diputados con o. Hoy es hace cinco años y a veces las calles se llenan de verde, a veces de blanco, a veces de negro. A veces escraches. A veces canciones. Nacho Vegas ha pedido perdón en su último disco Por un mundo patriarcal y la escena de la música no se ha autodestruido.

Hoy es hace cinco años y desde un piso en el norte, en el que vivimos un niño de dos años, un gato y dos adultos millenials -que aún no saben que son millenials-, vemos en la pantalla del portátil la noticia, la alegría que desborda el Teatro del Barrio. Facebook se llena de vídeos que graban la calle Zurita, hay amigas entre quienes se han quedado fuera. Sonreímos en ese momento. Como se sonríe al descubrir una ruta soleada.

Podemos cumple cinco años, o como lo queramos decir. Hace cinco años de un día que nos queda en la memoria. Hace cinco años se iniciaba un proyecto que además ha sido para muchas un aprendizaje de vida. Que además, pensemos más en esto que en nada, ha sido para muchas un espacio de incidencia política en las instituciones. Para quienes forman parte de ese proyecto y para quienes no, pero han encontrado respuesta.

Cinco años en los que algunas palabras se decían en alto asumiendo que sonaban incómodas y que ahora ocupan las gargantas con determinación y sin sonrojo. Cinco años donde parecía que había que pedir perdón por usar “palabras antiguas” como patriarcado y ahora hablamos con el cuñado de turno de la cena de Navidad del heteropatriarcado y no nos trabamos y él nos entiende. Cinco años donde reconocer que existía discriminación en el ámbito de la cultura o el deporte era querer negarse a una misma su incapacidad y recurrir “a eso del género” y ahora se han organizado las mujeres del libro, las actrices, las músicas, las gamers, las artistas plásticas, las jugadoras de fútbol, rugby e incluso las árbitras.

Cinco años en los que se ha roto el silencio y hemos dicho “a mí también” porque hemos entendido que si hablamos de agresiones sexuales, aquello que dolía y no sabíamos y de lo que nos culpábamos a nosotras mismas era en realidad que a nosotras también. Cinco años para decir que la violencia machista no es sólo aquello que pasa con tu pareja o con tu ex, sino lo que te pasa por la calle, en el trabajo, en tu familia, con el Estado. Cinco años donde de una manera más unánime que nunca, y porque tenemos maestras que pasaron la vida peleándolo, hemos entendido que hay cosas que “no te pasan por ser tú, te pasan por ser mujer”.

No puedo desvincular los cinco años de Podemos con los últimos cinco años de abrazo feminista que me atraviesan. Porque la primera vez que asistí en Xixón a una reunión del Círculo alguien dijo “feminismo” y otro respondió “vamos a lo que nos une”, eliminando la lucha por la igualdad de todas las personas de aquello que se suponía había de congregarnos bajo un mismo nombre y proyecto. Hoy en ningún Círculo alguien dice esto en alto, por más que haya quienes parecen haber abierto la veda a expresar lo que está fuera del consenso y fuera de la democracia.

Y ha sido porque las feministas de Podemos han ido haciendo una labor ardua, tenaz, insistente dentro de la organización. Porque no ha sido fácil pero han insistido, han generado un documento desde abajo, desde el Círculo Estatal de Feminismos, que ha tenido que ser asumido por la organización. Porque hemos pasado de decir “igualdad” que es el fin a decir “feminismo” que es el motor y la brújula. Porque se han puesto en práctica acciones positivas para que la representación orgánica e institucional sea justa, y hemos visto cómo la gente respondía confiando en las mujeres al frente como no se ha respondido -o diría dejado responder- en otras organizaciones, y entonces se plantearon las listas cremalleras corregidas, donde se promueve la alternancia de género siempre que no perjudique a una mujer (y cumpla con la LOREG), que ya nos vienen perjudicando siglos de brecha entre lo público y lo privado, entre hombres y mujeres. Porque sabíamos que el feminismo no podía ser un departamento estanco o un ghetto sino el pensamiento político desde el que pensar la economía, las ciudades, la redistribución de la riqueza.

Porque las feministas de Podemos, todas absolutamente desde todas sus miradas y posicionamientos, desde la comprensión de que es preciso hablar de feminismos en plural, hemos decidido que este partido es herramienta institucional desde la que cambiar las cosas y empezamos claro por cambiar la casa.

Cinco años para que las niñas ya no quieran ser princesas, sino alcaldesas. Cinco años para que los niños puedan tener de referente a un alcaldesa igual que yo tenía de referente a un escritor. Para romper estereotipos, mitos y mentiras. Cinco años de decir que la política ha de poner las vidas en el centro, como plantea la economía feminista. Y cinco años de defender que esto exige que sean vidas dignas de ser vividas, como siempre dice Irene Montero, a quien en estos cinco años vimos protagonizar una moción de censura en la que le cantó durante casi dos horas toda la corrupción y miserias a un gobierno corrupto, siendo la primera mujer que plantaba cara a un presidente de esa manera en el hemiciclo.
Se aprende mucho en cinco años, y el feminismo nos ha enseñado que algunos aprendizajes duelen. Explorar la posibilidad, asumir lo que implica querer hacerla tangible tiene episodios gozosos y frustraciones. Tiene momentos de comunión plena y momentos de debate, de posturas que no se encuentran.

Se aprende que también aquello que queremos combatir puede estar dentro, que el machismo cala en toda la sociedad y que lo que queremos construir también está impregnado de ese patriarcado en el que nos ha educado el sistema. Se aprende y duele cuando hay acoso, cuando hay discriminación, cuando se reproduce lo que parece inevitable y ahí, de nuevo, las feministas proponiendo formulas para vencerlo, los aliados entendiendo que esta es una cuestión que nos interpela en conjunto. Se aprende además que estamos en ello y que esto no lo solucionamos de golpe, pero que no vamos a ir ni un paso hacia atrás ya que al camino le queda trecho.

El viaje de estos cinco años morados es doblemente morado, porque en el camino el feminismo ha pasado a ser cierto y vívido. Ha ocurrido porque el movimiento feminista ha avanzado con inteligencia y sentido del momento histórico y porque desde Podemos no se han colocado las orejeras que van trampas si nos decimos diversas, sino vías para lograr la justicia social cierta.

Hoy es hace cinco años y no tengo ni idea de lo que va a pasar. No sé que escribiré estas líneas desde un despacho del Congreso de también las diputadas. No sé que estaremos abriendo con mucho esfuerzo las leyes para que recojan que las violencias machistas no es sólo que te viole tu pareja o tu ex, sino tu jefe, tu padre o un desconocido, o un grupo de desconocidos. No sé que lograremos cuidar a nuestros bebés en igualdad, porque es un derecho que tiene que ser igual para todas las personas trabajadoras. No sé que habremos vivido por primera vez lo más parecido a una huelga general (que se detenga el trabajo y no sólo el empleo: esto es, también lo invisible, lo no remunerado y no valorado porque parece que los cuidados nos viene de serie porque queremos y porque amamos) y no sé tampoco que estaré en una organización que sabrá escuchar eso sin miedo a apoyarlo, con confianza plena en el Movimiento Feminista, porque sí saben lo que están haciendo, incluso cuando el resultado supera las expectativas de todas. No sé que habremos logrado que en una ley autonómica se reconozca que las instituciones también ejercen violencia machista revictimizando a las mujeres, negándolas, negando políticas públicas que sirvan para salir de la situación de violencia en la que se encuentran. No sé que iba a aprender tanto de aquellas con las que estoy de acuerdo y de aquellas con las que no siempre. No sé más que hay un grupo de personas a las que les brillan los ojos a la salida del Teatro del Barrio y que este año parece que ese runrún de fondo tiene letra y que vamos a poder cantar.

Sofía Castañón es secretaria de Feminismos Interseccional y LGTBI de Podemos estatal

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