La juventud vuelve a tomar las calles contra la LOMCE y el 3+2

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Ana García *

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Manifestación en Madrid tras las jornadas de huelga estudiantil de los pasados 13 y 14 de abril. / Sindicato de Estudiantes

Llevamos ya varios meses escuchando eso de que “no hay gobierno” y que, por tanto, todo está paralizado, ataques a la educación pública incluidos. Pero lo cierto es que este mensaje de que 'no pasa nada'  no concuerda en absoluto con la experiencia de los que todos los días sufrimos los efectos de los recortes, decretos y leyes franquistas que el Partido Popular nos ha impuesto en los últimos años. ¡Sí que pasa y mucho! Los estudiantes que asistimos a clases masificadas, o que vemos cómo cierran nuestros centros, que no recibimos becas y cuando las recibimos son insuficientes; los 32.000 profesores despedidos en estos años o los 77.000 estudiantes expulsados de la Universidad por el único delito de no tener dinero…. Todos nosotros decimos que sí que hay gobierno: es del PP y sigue adelante con todos sus planes contra los que hemos protestado de forma incansable en estos cuatro años. Esos planes no están paralizados. Los hemos retrasado con la lucha y la movilización. Pero siguen en marcha y además a toda velocidad para poder dejarlos funcionando cuanto antes. 

Tenemos que ser claros: la LOMCE se aplica  ahora mismo, todos los días,  en los centros de estudio; este mismo curso sin ir más lejos se hará la primera reválida franquista a los niños de sexto de Primaria (11 - 12 años). Pero no es lo único. El ministro de Educación en funciones, Méndez de Vigo, está diseñando ya la reválida de 2º de Bachillerato para implantarla el curso que viene. También los privilegios que la religión (incluidos los económicos, claro) obtuvo con esta reforma franquista se mantienen ahora mismo. Y por supuesto, la Universidad tampoco está a salvo: si ya fueron decenas de miles los jóvenes expulsados por unas tasas prohibitivas, el próximo septiembre son ya diez universidades las que aplicarán el 3+2, una reforma que aumentará el precio de los títulos a veinte mil euros o más por persona y que cerrará a cal y canto las puertas de la Universidad para las familias trabajadoras, la inmensa mayoría.

Por si esto no fuera más que suficiente para volver a la carga en la movilización, hemos visto en las últimas semanas cómo el “proyecto” de nuevo gobierno impulsado por Pedro Sánchez de la mano de Albert Rivera, la derecha 2.0, no hacía otra cosa que claudicar con respecto a las reivindicaciones más importantes de la movilización social. Por arte de magia desaparecían promesas electorales tan importantes en el discurso preelectoral de Sánchez como la derogación de la reforma laboral, la derogación de la Ley Mordaza y en el terreno educativo desaparecía de su programa la derogación de la LOMCE.  Con este acuerdo, que no es más que una burla a todo el movimiento de la Marea Verde, al conjunto de los que nos hemos movilizado estos años y a sus propios votantes, Pedro Sánchez dejaba claro que prefería pactar con la derecha, con Ciudadanos, a impulsar un gobierno de la izquierda, un gobierno de cambio para la mayoría.

En esta situación de emergencia social en la que el PP ha situado a la educación pública y con cada vez más jóvenes golpeados por el paro y la precariedad no podemos permitir que nos arrebaten un derecho como es el de la educación. ¡No hemos luchado durante cuatro años para que todo siga igual! Y por mucho que nos digan que no hay gobierno, no podemos quedarnos de brazos cruzados mientras los ataques arrecian de esta forma, mientras se nos niega un futuro digno a la mayoría.

Por eso la respuesta de la juventud en estos dos días de huelga, los pasados 13 y 14 de abril, ha sido contundente. Más de 2,4 millones de estudiantes hemos secundado la llamada a la lucha en estas dos jornadas, vaciando las aulas de institutos y facultades en todo el Estado y decenas de miles hemos salido a las calles en más de 100 manifestaciones que han sido excepcionalmente combativas: más de 20.000 en Madrid, más de 10.000 en Barcelona, 2.000 en Bilbo, 2.000 en Donosti, 3.000 en Granada, 2.000 en Málaga, 2.000 en Cádiz, miles en las capitales gallegas, en Navarra, Asturias, en País Valencià, en Aragón, Castilla-La Mancha, Balears, Extremadura… Manifestaciones en las que quedaba claro que los jóvenes no tragamos con ningún tipo de maniobra para arrebatarnos nuestros derechos: “Un bote, dos botes, Rivera el que no bote” o “Sí hay dinero, lo tienen los banqueros” eran algunas de las consignas que se coreaban.

Lo  hemos vuelto a decir alto y claro. Desde el Sindicato de Estudiantes no vamos a aceptar que se mantengan estas políticas a favor de una élite de privilegiados, que roban a manos llenas el patrimonio de todos y luego lo evaden a Panamá y otros paraísos fiscales. Esta minoría, para la que gobierna el PP, y que dicta la política de Ciudadanos y de la dirección del PSOE, es la que arruina la enseñanza pública, nos condena al paro, a los salarios miserables y al exilio forzoso. Sabemos que la lucha en la calle es el camino para revertir todos los ataques y recortes. Aunque no sabemos todavía qué formación ocupará el gobierno, sí sabemos una cosa: que gobierne quien gobierne, vamos a seguir defendiendo la educación pública y nuestros derechos. Si el nuevo gobierno pretende continuar la senda de los recortes y los ataques a la mayoría, nos encontrará enfrente, movilizados en las calles hasta que logremos que nuestras justas reivindicaciones se cumplan.

Hoy aquí nos inspiramos en el ejemplo de los jóvenes en París, que se han levantado contra una reforma laboral, calcada de la que el PP aprobó hace unos años, porque entienden que sólo peleando se puede conseguir cambiar las cosas. Igual que nuestros padres y abuelos arrancaron los derechos que hoy defendemos, igual que los jóvenes franceses han tomado las plazas para defenderse de las políticas criminales de una minoría: aquí seguimos su ejemplo porque, como se grita en las manifestaciones, ¡la lucha es el único camino!

(*) Ana García es secretaria general del Sindicato de Estudiantes.

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