DEFENSA / Misión española en Letonia

España, provocando en el Báltico: ¿“Rusia es culpable”?

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La ministra de Defensa María Dolores de Cospedal, conversa con un capitán español destacado en Letonia
La ministra de Defensa María Dolores de Cospedal, conversa con un capitán español, durante la visita que, el 19 de diciembre, efectuó al contingente español destacado en Letonia. / Ministerio de Defensa (Flickr)

La participación de las fuerzas armadas españolas en la escalada de tensión y provocación que las potencias occidentales vienen desarrollando frente a Rusia no puede llevar más que a crisis, conflictos y algún episodio que lamentar. Especialmente peligrosa es la presencia militar española en Letonia, en el marco del despliegue que la OTAN lleva a cabo cercando a Rusia desde, prácticamente, la caída de la Unión Soviética, respondiendo de forma infame a la profunda crisis que sufrió el Estado soviético, con el espectacular debilitamiento de todas sus estructuras, muy especialmente la militar. La OTAN respondió al hundimiento de su gran enemiga y tras la emergencia como líder del nuevo estado de Boris Yeltsin (un grotesco y cortejado personaje, al que sin embargo sus nuevos amigos no le ahorraron humillaciones), decidiendo la incorporación en su dispositivo militar de los países surgidos de la URSS e integrados en la Unión Europea: primero fueron Hungría, Polonia y la República Checa (1999), luego siguieron Rumania, Bulgaria, los tres países bálticos, Eslovenia y Eslovaquia (2004); más recientemente se han unido Albania y Croacia (2009) y por último, Montenegro (2017).

Desde 1989, y tras la integración en la OTAN y la UE, España ha ido multiplicando su presencia e intervenciones militares en el mundo, haciéndonos presentes, socapa generalmente de la ambigua, cuando no hipócrita, justificación de la “contribución a la paz”, estando actualmente presentes nuestras tropas en dieciséis países. En el ámbito europeo-oriental venimos acrecentando nuestra implicación por aquello de “la solidaridad debida” con nuestros socios comunitarios y frente a las “amenazas expansionistas de Rusia”. Nos unimos, así, a la creciente ola antirrusa y anti Putin, que dice basarse en la amenaza que supone la anexión de Crimea a Rusia y el “ambiente de provocación” que se atribuye a Moscú (sin reparar, como es habitual, en la viga en el ojo propio). En este militarismo parece ahora competir la UE con la OTAN, con decisiones novedosas que pretenden coordinar y relanzar las políticas de defensa buscando la “autosuficiencia”: se trata de la Coordinación Estructurada Permanente --PESCO en sus siglas en inglés-- y que parece envolver a los tradicionalmente poco militaristas países nórdicos, lo que presenta una novedad de importancia y que podría desestabilizar gravemente el flanco noroeste de Rusia, tras una larga etapa histórica en la que quedo establecida la neutralidad de esos países ribereños del Mar Báltico y el Océano Glacial Ártico (Especialmente delicado será el futuro para Finlandia si, como algunos signos lo dejan ver, opta por integrarse en la OTAN o abandona su estatus desmilitarizado).

«Es como si Occidente no supiera vivir sin la Guerra Fría y por eso la alienta y reinventa justificándola con excusas a cuál más falaz»

Es como si Occidente no supiera vivir sin Guerra Fría y por eso la alienta y reinventa justificándola con excusas a cuál más falaz: ni el poderío militar ruso actual es comparable al de Estados Unidos o la OTAN, ni el “expansionismo ruso” ha ido más allá de un reconocimiento de las minorías nacionales en su entorno inmediato: Crimea (un territorio ruso hasta 1956, que fue entregado por Jruschef a Ucrania por motivos oportunistas y que ahora ha recuperado con el voto del 90 por 100 de rusos ahí presentes) y los distritos orientales de Ucrania (con claras mayorías étnicas rusas, que sin embargo no han dado lugar a su integración formal en Rusia).

En su espléndida ignorancia, la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal (que ha coincidido en el ejercicio ministerial con otras cuatro ministras de Defensa de importantes países de la UE, como Alemania, Francia e Italia), parece sentirse cómoda en este ambiente militarista, se muestra muy sensible a la insistencia de la OTAN de destinar el 2 por 100 del PIB a Defensa y cederá a las presiones de Trump para adquirir material militar norteamericano. Por ahora, y durante su mandato, el coste de las misiones exteriores viene aumentando cada año más de un 9 por 100, esperándose que para 2018 se acerque a los 950 millones de euros.

La emergencia de una docena de nuevos estados tras la descomposición de la URSS ha resultado muy dolorosa no sólo por motivos políticos sino, sobre todo, por la existencia de muy importantes minorías rusas en ellos, que en los casos de Estonia y Letonia han llegado a suponer el 30 por ciento de la población total. Los dirigentes rusos tienen muy en cuenta las políticas occidentales impuestas en la descomposición de Yugoslavia, sin respeto a las minorías serbias presentes en todas las repúblicas federadas, o en la creación del nuevo Estado de Kosovo, una humillación que Belgrado ha debido aceptar sometida a los bombardeos de la OTAN.

«Ante el cerco de la OTAN, se podría reeditar el 'zarpazo' ruso en cualquiera de los países limítrofes. Incluida Letonia»

En Letonia, las fuerzas armadas españolas constituyen un contingente de 330 militares a las órdenes de un teniente coronel y encuadradas en un batallón bajo mando canadiense. En una visita a este destacamento, Cospedal ha declarado que “desde aquí se defiende también la seguridad de las familias españolas”, la típica tontería que –aparte de que admite una lectura exactamente contraria– puede que acabe pagándose muy cara. Los países bálticos no disimulan su hostilidad hacia Rusia y no puede decirse que el trato que deparan a las importantes minorías rusas de su territorio tenga muy contento a Moscú. Se supone que nuestros estrategas tendrán muy en cuenta que si a la irritación de los rusos por el descarado cerco a que les somete la OTAN se une algún incidente de neta provocación, el escenario del “zarpazo” ruso a Georgia del verano de 2008, a cuenta de Osetia del Sur, podría reeditarse en cualquiera de los países limítrofes en los que se está instalando la OTAN, incluyendo muy particularmente Letonia, de gobierno claramente antirruso; con la previsible reacción occidental a base de palabrería. Las fuerzas occidentales no pueden disimular que violan abiertamente la prohibición del Acuerdo OTAN-ruso (1997) sobre la instalación de bases militares en el ámbito territorial del antiguo Pacto de Varsovia.

La presencia española en Letonia se configura en realidad como un grupo de combate listo para intervenir, con carros de combate pesados, vehículos de ataque y misiles anticarro, pese a que se define como de “vigilancia y disuasión”. Fue decidida en consejo de ministros sin informar al Congreso, en flagrante violación de la Ley de Defensa de 2005, y parece relacionada con la compra de voluntades que el Gobierno ha practicado tratando de impedir los previsibles pronunciamientos, a favor de la independencia de Cataluña, de los países bálticos, particularmente Letonia.

«Cómo no evocar la participación de la División Azul, que partió hacia Leningrado al grito de “Rusia es culpable”»

Cómo no evocar la participación de la famosa División Azul de voluntarios españoles en 1941-43, integrada en los ejércitos alemanes, que luchó en el frente entre los lagos Ilmen (Novgorod) y Ladoga (Leningrado), no lejos del espacio báltico y dejando en esa campaña, desastrosa, 5.000 muertos, más de 2.000 mutilados y 370 prisioneros que –al contrario de lo que sucedió con otros prisioneros, pronto liberados– tuvieron que esperar a la muerte de Stalin para recuperar la libertad, regresando a España en 1954 los 220 supervivientes, desde Odesa a Barcelona, en el Semíramis. Aquel grito de “Rusia es culpable”, puesto en boca de los voluntarios que emprendían el camino de Leningrado, se parece mucho a los lemas con los que todo Occidente, incluida España, quiere justificar y resumir la “agresividad” o el expansionismo” de la acorralada potencia rusa. No obstante, “Rusia es el enemigo”, una vez más.

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