Las cuentas de Dios

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Isabel Escudero *

Como ni soy economista, ni banquera, ni broker, ni rica, me presento, como cualquier hijo de vecino, como simple usuaria del dinero: de este dinerillo de por acá abajo que tintinea a veces gozosamente en nuestros mortales bolsillos, y sufridora de ese otro dinero de Arriba, divino, que nunca vimos ni palpamos, pero que parece que es el que gobierna nuestras vidas, y más: el que nos da existencia.

Si para algo bueno pudiera servir esta bambolla tan sonada de la CRISIS, es para que sintamos más a lo vivo esa falsa confusión entre los dos dineros, identificación de la que ya sospechábamos: Entre uno y otro no hay nada en común más que el nombre: ‘Dinero’, pero que eso no nos impida también el hacer otra operación,  ésta a la inversa: deshacer la ya vieja distinción en “dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”. Porque ahí, entre Dios y el César, sí que se da hoy día una identificación plena: la tarea es harto compleja y confusa, y esta complicación va en aumento con el progreso de identificación entre Estado y Capital, pero no es nueva: viene de antaño, de la misma estampación del rostro del Poder, del César, del Gobernador, del Rey, en las monedas. El Poder del Dinero, (el Capital dicho a lo marxista), siempre ha estado en relación con el Poder Estatal, con el  Jefe del Estado, desde el César hasta nuestros días.

Luego, en la práctica de los Regímenes Democráticos Desarrollados, se mantiene un disimulo de separación entre Estado y Capital que funciona desde la res publica como un desinteresado amparo del ciudadano frente a las posibles barbaries de los detentadores y manejadores del Dinero.

Pero ¿qué pasa cuando llega de pronto este vuelco que llamamos, sin saber por qué, Crisis? Bueno, pues pasan evidentemente cosas malas, sobre todo para los Administradores del Capital y del Estado, y de rebote también cosas malas a los de abajo; pero pasaría algo bueno también, si uno, por una vez, se volviera contra los trampantojos de la Historia Económica, que son también los de la Política,  y se dejara ver y sentir el desvelamiento:  ese descubrimiento palpable del aconchabamiento y, más aún, inseparabilidad casi natural entre Estado, (cualquier Estado, sea de izquierdas o de derechas, en este caso se ve claramente que más que derechas e izquierdas, lo que hay es un ‘Arriba’ que impone y un ‘abajo’ que padece la imposición) y Capital, quedando así al descubierto la ilusoria separación tranquilizadora de que si por ahí arriba el Capital nos metía mano, venía el ángel de la Guarda del Estado y nos cobijaba bajo sus alas protectoras. Ahora ya no te puedes fiar de esa dialéctica bipolar: cuando explota el Sistema por su propia estulticia, cuando estalla -quizá por propia ex abundatia de su mentira-, las alas del Estado, si quisieran desplegarse y velar por los de abajo, no acertarían a saber hacerlo, ni cómo, ni dónde;  porque: ¿quiénes son esas criaturas a las que hay que salvar? ¿dónde está eso que ellos llaman todavía demagógicamente pueblo?; porque eso ya previamente se ha trucado en su sustituto: las poblaciones de televidentes, clientes de bancos, habitantes de nichos hipotecados, conductores de automóviles en constante renovación, compradores de todo lo que les vendan, hombres y mujeres convertidos ya ellos mismos en dinero y en crédito por su firma personal… Por tanto para consolar a esas masas de individuos hay que consolar a sus fabricantes, engordar a sus engordadores, capitalizar a los Bancos,  poner trasfusiones a su Dinero, o sea dar más FE a los que la Fe infunden, en forma de más dinero…para que no pare de rodar y rodar: ese rodar virtual sin fin ni destino del gran Dinero, ésa es su verdadera naturaleza. El Dinero no es otra cosa que su propio Movimiento progresivamente acelerado.

Ni ellos mismos saben: banqueros, financieros, políticos…, lo que es el Dinero, aunque presuman de saberlo: sólo saben que necesita la FE de las Mayorías, en un Supra - Dios Universal en el que van a subsumirse todos los Dioses de todas las religiones. Pero claro está, hay que mantener el disimulo, y así nos entretiene la Información con velitos sí, velitos no, cuando el verdadero Dios del Dinero nos uniforma a todos.  Los sacerdotes que ofician la Fe, sólo saben eso, oficiar: agitar campanillas, inciensos, sermonear, montar alboroto endogámico: jugar a  representar que saben, unos frente a otros, porque les va la vida y el Poder en ello. No pueden reconocer que ellos son también unos mandaos, que por encima de ellos están las Cuentas de Dios. Las cuentas del Dinero mismo. No ese dinerillo que tintineaba inocentemente en tu bolsillico o el mío, no, el otro, el de los muchos ceros que ni Dios sabe qué es.

Porque, veamos, tomemos por un momento los ojos de un niño:

¿No habéis observado el  asombro de un niño, todito boquiabierto, de la mano de su madre viendo cómo ella saca dinero de las paredes con un plastiquito? Y empiezan a salir billetitos por aquella ranura como en la cueva aquella de nuestros cuentos mágicos: “¡Abracadábra! ¡Ábrete Sésamo!”, y al cabo de un ratito todos aquellos papelitos se van a su vez convirtiendo en cosas: chupachuses, soldaditos, patinetes...  Eso de que el Dinero sea la Cosa de las cosas es una de las primeras informaciones que le llega al niño de la radical falsedad del mundo en el que le han dejado caer…y ¿cómo no? él tan chico y desvalido todavía no está para desmentir las mentiras de sus mayores y prefiere seguir tragándose ese cambiazo y acomodarse a él como lo más natural del mundo… Pronto se da cuenta el niño, sin llegar a formulárselo, de que la realidad está fundada en  la Fe y que la primera  forma de FE universal es el Dinero. ¡Qué importa que todos los billetes sean falsos -como lo son en verdad- si la cosa funciona! Si la Realidad no se funda en ninguna verdad palpable, sino en el Crédito: una Fe compartida por la Mayoría.

Pronto un niño cualquiera se acostumbra a vivir en esa componenda mentirosa; intenta a veces el pobre desdecir a sus padres y maestros preguntando y esto ¿qué? Pero pronto deja de preguntar, porque le han servido en bandeja todo tipo de respuestas que pudieran tranquilizarlo y ponerle a hacerse un porvenir, o sea su dinero futuro. ¿En qué otra cosa consiste la Educación sino en acallar pronto cualquier pregunta viva? Y en cuanto a la Educación en el Dinero , ya se inicia en la Familia y se perfecciona en la Escuela Sociedad. (Cualquier acto social relevante en la vida de un niño del Régimen del Bienestar es Dinero, mueve Dinero, luce Dinero: Bautizos, Comuniones como Bodas... etc).

Hubo un tiempo ya muy viejo en el que quizá eso del dinero tenía una cara visible y un tacto más sensual: mordía el pirata con fruición la moneda y el avaro hundía con delectación sus dedos en los doblones de oro de su arcón, pero desde hace ya más de un siglo, desde que el dinero se hizo invisible e ideal, se divinizó y adquirió su Sumo Poder. Se podría decir que actualmente, y cada vez más, la esencia del dinero se ha reducido a su Pura Fe. Su carta de naturaleza, su existencia es por un lado su idealidad,  su espiritualidad y su invisibilidad: un vacío que se alimenta de FE y de su propia velocidad de circulación…Pero eso no-funcionaria por sí solo sin otro ingrediente “humanizador”, diríamos; tiene, a su vez, que apuntalarse con alguna herramienta común que predique su Realidad, no sólo desde los púlpitos de los sacerdotes: desde la Información constante a través de los Medios, sino desde abajo, que se haya somatizado entre la gente corriente lo de hablar del Dinero con naturalidad. No olvidemos que cuanto más amenazada de descubrirse su mentira (la propia Crisis podía haber sido un buen momento desvelador) más necesitado está el dinero de que se le sienta como algo real y humano y se hable de él, que se conjeture acerca de él, y no sólo en las tertulias de los Medios, en los Titulares de Prensa y Televisión,  por los expertos, los sacerdotes desde los templos sino la gente de a pié. Esa es la labor revitalizadora del muerto que hace la Información, la que alienta el cotarro. No olvidemos que Realidad es, en primer lugar, “aquello de lo que se habla”,  ese es el primer rasgo constitutivo de Realidad, y si el segundo es que la realidad “cuesta dinero”, pues resulta que él Dinero (cosa de las cosas) cumple, más que ninguna otra cosa, o idea, esas dos condiciones; y de manera tan primordial y cumplida que podría decirse del Dinero lo mismo que de Dios decía la  vieja Teología, que es la Realidad:  de las realidades: el ens realissimum.

Lo que pasas es que esto antes era algo disimulado y subterráneo, que vivíamos de la ilusión de que, además o por debajo del DINERO había cosas y casos que se escapaban a él, y ahora lo VEMOS claramente, con tanto descaro  que sería una de las pocas gracias de la CRISIS, el tratar de aprovecharlo para intentar cambiar algo:  Vivimos en un Mundo y una Realidad constituida por el DINERO y nosotros mismos somos dinero y así nos mueven y manejan, y que esto está tan dentro que ya nos movemos nosotros mismos tal cual se mueve y crece el dinero. Es esa FE la que nos mueve y nos salva. Y nos perdemos si esa FE decae, y a la vez se pierde el Mundo. ¡Ah! si de golpe nos diéramos cuenta que no sólo nos han ido fabricado desde Arriba por esa FE, sino que ahora mismo seguimos obedeciendo y colaborando desde abajo,  pidiendo que sean los sacerdotes de las altas Financias y la Alta Política, (los capirotes de turno que en cada momento haya plantado Capital y Estado), los Señores del Dinero, los que nos salven y nos arreglen la Economía y la Vida, que inventen un truquito más, lo que sea, para que la mentira siga funcionando, aunque sea prestarse entre ellos cromos y así tenernos entretenidos y consolados unos añitos más; si diéramos el paso de salirnos afuera y no entrar en el juego y gritar “¡el Rey va desnudo!”, otro gallo cantaría. No enteraros, no enterarnos de las razones domesticadas y hasta bien intencionadas de lo que Ellos dicen que pasa. Razonar desde afuera. Porque si oímos la Información entramos en la Realidad y todos sus realistas argumentos, para perfeccionar su mentira. No entrar en ello, cortar por lo sano lo enfermo. A otra cosa, mariposa: aprovechar la Catástrofe, para la Rotura. Para decir NO, no a la FE , al CRÉDITO que es como llaman ahora a la Fe.

Así que como el Dinero se sostiene por su Fe y por la Información, a lo mejor resulta que esta Crisis tan sonada no sea más que eso: SONADA: el modo que ha encontrado la Fe misma -quizá algo debilitada y entrada en inflación por su excesiva prepotencia- de trasfundirse de Información para superar la anemia. No hay más que ver que hasta el propio Papa, experto en la Fe, unos meses antes del destape de la Crisis tomó sus medidas y cambió las Acciones del Vaticano por oro de ley…(¡y no debemos negar que algo debe de saber él de las Cuentas de Dios! ).

(*) Isabel Escudero (Quintana de la Serena, Badajoz, 1944). Poeta, ensayista y profesora de la UNED. Entre sus últimas obras cabe citar Fiat umbra y Gorrión, migajas... (ambas en Pretextos, 2008) y Nunca se sabe (Pretextos, 2010).
10 Comments
  1. celine says

    Buen articulo apasionado, Isabel. La educación está bien orientada a no fallarle al sistema y menos aún al dinero. ¿Hay algo de académico, de amor por el conocimiento en el Plan Bolonia, por ejemplo? Poderoso caballero…

  2. mattilda says

    Aún siendo secreto a voces que en el mundo manda el dinero, parece ser que vivimos anestesiados dentro de la burbuja creada para nosotros.
    Como se pincha esa burbuja?

  3. Mara says

    Hace años que no leía un artículo tan profundo y brillante, tan explicativo de las claves del capitalismo

  4. Manuel says

    Como un soliloquio (para Sancho) del sabio caballero andante… lo he difundido por ahi, Isabel, a ver. Que la jaula de regreso al lugar del olvido sea liviana.

  5. Octavio says

    De acuerdo, Isabel, es la fe la que sostiene al sistema; pero se tiene fe y se colabora porque el sistema promete… y las promesas las cumple cada vez menos… Entonces, quizás sea la incapacidad creciente del sistema a cumplirlas lo que produzca, de golpe, el descreimiento y el vivir la vida por nosotros mismos. Por lo menos, como bien apuntas, sabemos cual esel camino…

  6. Javier says

    Sí, el dinero no puede ser un dinero en el que podamos confiar desde que no puede llevarse dentro de la boca como hacían los griegos con las ínfimas fracciones de plata acuñada y los piratas que nos recuerdas con el diente clavado en el oro.

    La fe como crédito (la esperanza convertida en lotería), avisos para recobrar la cordura.

    Esa canción que cantas
    del Conde Olinos

    (pura magia)

  7. Ran says

    Lo terrible es la identificcación de «democracia» y «mercado», estando la voluntad del «Dios mercado» por encima de la mal llamada «voluntad popular». Si no de que otra forma puede entenderse que un gobierno elegido supuestamente de forma democrática cambie el rumbo de su gobierno de los últimos siete años y tras una llamada del emperador Obama se olvide de todo lo prometido en su «programa electoral» que era lo que la gente votó, no el sucio y metiroso careto de quien peddía el voto.
    Democracia y mercado capitalista son tan incompatibles la monarquía absoluta de origen divino y la revolución francesa.
    !Ya es hora que rueden las todopoderosas y antidemocráticas cabezas del mercado capitalista para devolcer el sentido a la palabra Democracia!!!

  8. krollian says

    Dinero es una publicación de Miguel Brieva. Recomendable de todas todas…

  9. Curro el Viudo says

    No sé quién se sorprende del sistema actual. Desde finales del año pasado se está vendiendo en todos los países de habla inglesa un libro titulado: «PLUTOPOLITOCRACIA – THE REALITY OF MODERN DEMOCRACY, escrito por un gran especialita llamado Frederick Mahen Tampoe. En dicho libro se explica claramente, por adelantado, todo cuanto está ocurriendo y por ocurrir. Lo sé muy bien porque yo mismo he participado incluyendo un essay titulado: PERSONAL IMPRESSIONS: DEMOCRACY IN SPAIN. Pero estoy seguro de que dicho libro nunca se traducirá al español. La aristocracia de nuevo, que son los actuales políticos, no facilitarán que se haga, y los editores no se atreverán temiendo las consecuancias. Esa es mi opinión.

  10. madameparfait says

    Y tú, ¿no te cansas de repetir una y otra vez lo mismo? Ganando dinerillo por el camino, por supuesto…

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