Del 'clan de la tortilla' al 'susanato' en el PSOE

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De izquierda a derecha, Rodríguez de la Borbolla, Chaves, González, Susana Díaz y Griñán, en una imagen del 2 de abril del año pasado. / Efe

La victoria inapelable de Susana Díaz Pacheco en las elecciones andaluzas del domingo, en las que mantuvo los 47 diputados de hace tres años y recuperó la mayoría que el PP de Javier Arenas había arrebatado al PSOE-A de José Antonio Griñán, permite afirmar que la eventual recuperación del PSOE tendrá acento andaluz. De puertas adentro muchos se preguntan si del clan de la tortilla habrá que pasar al susanato para ganar al PP de Mariano Rajoy y retomar la política socialdemócrata.

En el último lustro el PSOE solo gana elecciones en Andalucía. Con el declive del zapaterismo en 2010, el centenario partido de la izquierda reformista que fundara Pablo Iglesias (el de la imprenta) y recuperaran en 1974 para la causa de la restauración democrática aquellos jóvenes sevillanos del famoso clan de la tortilla, solo ha conseguido salvar los muebles en Asturias con el volátil apoyo de Rosa Díez. Los socialistas han ido de derrota en derrota y han dejado de ser alternativa en solitario, al tiempo que el peso de Andalucía ha ido creciendo, sin que se pueda descartar la decisión de Díaz de optar a la presidencia del Gobierno en las primarias de junio frente a Pedro Sánchez Pérez-Castejón.

Si en la política como en el teatro alguien se debe ocupar de las escenas que han de venir, conviene fijarse en la última entrevista concedida por Felipe González a El País durante la campaña andaluza. En ella deja muy claro que Díaz posee una "indiscutible capacidad de liderazgo" y coloca un escalón por debajo al nuevo dirigente socialista, el madrileño Sánchez, elegido por primera vez con el voto directo de la mayoría de los militantes en las urnas, y del que señala que "le falta recorrido sin ninguna duda". De lo que no hay duda es que Sánchez conquistó la secretaría general del PSOE frente a su competidor interno, Eduardo Madina, gracias al respaldo de Díaz y al apoyo abrumador de los militantes andaluces.

Aunque el procedimiento del voto directo que reclamó precisamente Madina, con el visto bueno del secretario general saliente, Alfredo Pérez Rubalcaba, fue novedoso en la cultura de los congresos del PSOE, el resultado confirmó la creciente importancia del sur frente al estancamiento, cuando no el retroceso en votos y afiliados de casi todas las federaciones. Ese peso andaluz en la balanza socialista sorprendió únicamente a los defectivos de entendimiento, pues ya se demostró decisivo en el 38º congreso para relevar a José Luis Rodríguez Zapatero como secretario general. De no haber sido porque los chavistas --seguidores de Manuel Chaves y de su máximo colaborador, Gaspar Zarrías-- escoraron el voto hacia Rubalcaba, el candidato preferido por González --ganó por 22 votos--, la exministra catalana Carme Chacón, que contaba con el respaldo de Griñán y Díaz, se habría alzado claramente con el triunfo.

Quiere decirse que con todos sus errores con nombre propio --Joaquín Almunia y José Bono frente a Josep Borrel y a Zapatero, respectivamente--, la influencia del jefe del clan de la tortilla y máximo referente del socialismo gradual y la socialdemocracia de mercado, González, sigue presente en un PSOE cada vez más reducido al feudo andaluz. Es como si, parafraseando a Albert Camus, se resistieran a renunciar a su tiempo aunque hayan transcurrido 41 años desde que Manuel del Valle, que luego fue alcalde de Sevilla, hizo la famosa foto del clan en los pinares de Oromana, en Alcalá de Guadaira (Sevilla). En ella aparece González, sentado, pelando una naranja junto a Chaves con el pelo largo, Luis Yañez cuerpo a tierra, su compañera Carmeli Hermosín, Miguel Ángel del Pino, Ana Navarro, Pablo Juliá, José Rodríguez de la Borbolla, Isabel Pozuelo, Carmen Romero y Alfonso Guerra.

De aquel grupo encabezado por Felipe y Guerra saldría la nueva dirección del PSOE en el Congreso de Suresnes, un barrio de París, donde la mayoría de los 300 delegados reunidos en el teatro Jean Villar en representación de 3.597 afiliados (más de mil en el exterior) aceptaron la juventud y la labia del duo sevillano. En la letra pequeña quedaron los cabildeos y negociaciones con los vascos Enrique Múgica, que procedía del PCE, y Nicolás Redondo, que actuaba de hecho como secretario general del partido en el interior y para que no hubiera duda de que aceptaba el llamado pacto del Betis, él mismo propuso a González. Y quedó también la derrota de los madrileños, encabezados por Pablo Castellano, al que tildaban de socialdemócrata redomado, mucho más que el ya fallecido Miguel Boyer.

Desde entonces --de aquello hace 40 años y 7 meses--, la dirección federal del PSOE siempre ha funcionado bajo la influencia directa o el oráculo del coautor de la transición sin ruptura con los poderes y estamentos de la dictadura. Hoy casi todos los de la foto de la tortilla, que ni siquiera comieron tortilla, están "jubilosamente jubilados". Sólo Chaves, imputado con su amigo y sucesor en la presidencia de la Junta, Griñán, por los EREs fraudulentos, sigue siendo diputado. González, divorciado de Romero hace una década, ha dejado los cargos de consejero del Parque de Doñana (2012) y de Gas Natural-Iberdrola (2014) --la multinacional que pretende instalar una estación gasística en Doñana-- y ha adquirido la nacionalidad colombiana. Romero, Yañez, Hermosín y los demás han desaparecido de la escena política. Y Guerra, que dejó el escaño de diputado por Sevilla en diciembre pasado después de 37 años, inaugura mañana como presidente de la Fundación Pablo Iglesias la exposición Todo Centelles del gran reportero de la Guerra Civil Agustí Centelles, en la sevillana y evocadora calle del Triunfo.

Pero ni el inexorable paso del tiempo ni el inevitable relevo generacional han supuesto la renuncia de González a ejercer su influencia para que el liderazgo del partido se ejerza con acento andaluz. A nadie se le escapa que Díaz ha derrotado a Mariano Rajoy --el presidente del Gobierno y del PP ha protagonizado 8 actos en la precampaña y la campaña andaluza y ha enviado a casi todos sus ministros a apoyar al candidato Juan Manuel Moreno Bonilla--, y si él madrileño Sánchez Perez-Castejón no obtiene un resultado decoroso en las autonómicas y locales de mayo, su liderazgo saldrá mal parado. Y esto, en un momento de devaluación del euro, reducción del precio del crudo e incipiente recuperación económica tras el fracaso y el daño social de las políticas de ajuste duro impuesto por la Troika, es algo que González y la líder del sur no van a desaprovechar.

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