Así informó la prensa del día en el que España amaneció republicana

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Portada de 'La Voz', el primer diario que dio la noticia de la proclamación de la II República.

Tal día como hoy, hace 85 años, España amaneció republicana. Los españoles aprovecharon las elecciones municipales del domingo, 12 de abril de 1931, para pronunciarse democráticamente en las urnas a favor de la conjunción republicano-socialista. Los trabajadores y la burguesía liberal emplearon el primer resquicio democrático (las elecciones locales) que les permitió la dictadura implantada en 1923 por el rey Alfonso XIII para manifestar su rechazo a aquel régimen de oprobio y recuperar la dignidad política, optando por la II República. Fue una jornada pacífica, de alegría popular en todo el país. Los periódicos, segunderos de la historia, la reflejaron con esperanza y alborozo. Los de tendencia monárquica, clerical y reaccionaria no ocultaron su pesadumbre, pero tuvieron que reconocer los resultados.

Fue La Voz, el único diario que salía los lunes, el primero en informar del gran triunfo republicano. “La jornada del domingo –decía el rotativo liberal madrileño-- fue triste para los caciques. Cierva se hundió en Murcia. Romanones, en Guadalájara. Bugallal, en Orense. García Prieto, en La Coruña. Don José Maestre, en Cartagena. Montes Jovellar, en Granada. Ventosa, en Santa Coloma de Farnés. Cambó, en Barcelona... Los feudos electorales se funden bajo las posaderas de los oligarcas fríamente contumaces, que, montados sobre ellos, continuaban a su modo la historia de España”. El periódico de capital vasco que fundara Nicolás María de Urgoiti en 1917 contaba cómo la sociedad civil había derribado de un solo empujón “el artilugio deleznable de la simulación política”, poniendo punto final a siete años de ostracismo.

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Portada de 'El Sol' el 14 de abril de 1936.

Su hermano mayor, El Sol, que salía por la mañana, editorializaba el martes, 14 de abril: “La voluntad de la nación, al adueñarse de los Ayuntamientos, crea realidades nuevas. ¿Quién podría oponérsele? Existen aún quienes imaginan, con torva tenacidad, que otra dictadura. Respondamos que ella desataría a las veinticuatro horas la guerra civil. Ya la dictadura se ha deshonrado lo bastante para que el solo conato de reincidencia constituya un crimen. Hasta la revolución, con sus conmociones devastadoras, es preferible a la dictadura. Quién intente de nuevo reinstaurarla incurrirá en delito de alta traición, y debe caer fulminado por las balas”.

El periódico informaba de los resultados electorales y de la reunión de los dirigentes socialistas y republicanos en casa de Niceto Alcalá Zamora. En ella participaron Miguel Maura, Álvaro de Albornoz y los socialistas Fernando de los Ríos y Fancisco Largo Caballero. Luego, en un comunicado que suscribían además Manuel Azaña, Alejandro Lerroux y Manuel Casares Quiroga manifestaban la decisión, “en nombre de esa España mayoritaria anhelante y juvenil”, de actuar con energía y presteza “a fin de dar inmediata efectividad a sus afanes, implantando la República”. Tanto Casares Quiroga como el socialista moderado Indalecio Prieto estaban acusados de conspiración y se hallaban expatriados en París.

Los dos periódicos, eminentemente informativos, de orientación liberal-progresista, gozaban de gran credibilidad y favor del público. La Voz llegó a ser el de mayor tirada bajo la dirección de Fabián Vidal (granadino, exiliado y muerto en México). Aunque no eran partidistas ni izquierdistas, la dictadura de Franco se los apropió en 1939 e incautó el edificio y las máquinas de la madrileña calle de Larra, 8, donde se confeccionaba La Voz y allí se editó durante décadas el Arriba, periódico del partido único de la dictadura, el llamado Movimiento Nacional.

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Portada del 'Heraldo de Madrid'.

El Heraldo, decano de la prensa liberal, titulaba en letras versales: “¡Viva España libre!” Y subtitulaba a ocho columnas: “El pueblo, mientras los ministros estudiaban una posible solución de la crisis, proclamó la república en numerosas ciudades y aldeas”. Y añadía: “Macià en Barcelona, al mediodía se hizo con el mando de la población. En Madrid, sobre las cuatro de la tarde, fue izada la bandera tricolor en el Palacio de Comunicaciones”. Se refería al edificio modernista y plateresco de la plaza de Cibeles, actual sede del Ayuntamiento.

Puesto que El Heraldo salía al atardecer para llegar por la mañana o al mediodía a provincias, pudo recoger la información sobre la división del gobierno que presidía el viejo almirante Juan Bautista Aznar. Algunos ministros como el contumaz Juan de la Cierva eran partidarios de resistir, aunque la confesión del ministro de Guerra, Dámaso Berenguer, de que el Ejército no le obedecía, y la opinión del conde de Romanones (Álvaro Figueroa, gran cacique de Guadalajara y propietario de las minas de la Unión, en Murcia) de que no había más salida que dar paso a la República, fueron determinantes. El rotativo ponía en boca de un ministro estas palabras: “El Consejo fue durísimo, se ha hablado de la abdicación del rey, y el presidente irá a Palacio a contar al rey lo que allí paso”. Fue Romanones quien comunicó a Alfonso XIII que debía abandonar el tono. Aun así, el rey optó por recibir uno a uno a todos los ministros el día 14 antes de abandonar el Palacio Real por una puerta secreta del Campo del Moro a las 21:00 horas, acompañado del ministro de Marina, José Rivera y Álvarez de Canedo.

El rotativo de la calle de Marqués de Cubas, 7 (donde ahora está el Banco de España), editorializaba: “Estamos frente a un momento histórico (...) y hemos de afrontarlo con serenidad digna, con serenidad que acredite al pueblo español de capacitado para asumir la grave responsabilidad de gobernarse y de liquidar con justicia el período infamante que precedió a este momento”. Atribuía el entusiasmo popular a los “ocho últimos años de arbitrariedad pretoriana” que con todos los recursos de la “fuerza ilegal” mantuvo amarrada a “una nación hambrienta de justicia y de ley”. Describía el ambiente en la capital: “Madrid entero, bajo un magnifico sol de primavera, presenta un aspecto de animación y júbilo extraordinarios. Las calles, materialmente invadidas por el pueblo –todas las clases sociales--, que vitorea con el mayor entusiasmo a la República. No se ve un guardia, como no sea urbano para mantener la circulación. Se forman grupos en que se preguntan unos a otros si es verdad que “se ha marchado”. (Cinco de la tarde)”.

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Portada de 'La libertad', el de mayor tirada de la época.

La Libertad, el diario de mayor tirada del momento, titulaba el 14 de abril a toda plana: “Cuarenta y cinco capitales y otros muchos nucleos importantes de población se pronuncian por la República”. Y advertía en un subtítulo: “Se impone el acatamiento a la voluntad nacional, única soberana”. Al día siguiente, con un dibujo de la abanderada republicana, obra de Rivero Gil vitoreando a la República, avanzaba la lista del Gobierno provisional, con Alcalá Zamora de presidente; Alejando Lerroux de ministro de Estado (Asuntos Exteriores); Manuel Azaña como ministro de Guerra (Defensa); Miguel Maura en Gobernación; Marcelino Domingo en Instrucción Pública (Educación); Santiago Casares Quiroga en Marina; Alvaro de Albornoz en Fomento; Diego Martínez Barrios en Comunicaciones y Ferrocarriles, y Nicolau D'Olwer en Economía. El PSOE, el gran triunfado de la jornada y miembro del pacto de San Sebastián con la derecha y la izquierda republicana, aportaba tres ministros: Francisco Largo Caballero (Trabajo), Fernando de los Rios (Gracia y Justicia) e Indalecio Prieto (Hacienda).

Solía insertar La Libertad unas coplillas en primera página a cargo del vate Luis de Tapia, y se dio la circunstancia de que cuando iba a la redacción, en la calle de San Roque, alguien le reconoció entre la gente que afluía hacia la Puerta del Sol, y al verse señalado como “poeta del pueblo” y rodeado por el personal no le quedó más remedio que sacar del bolsillo el original y recitar los ripios destinados a la edición: “¡Se fue! Por la carretera / marcha un rey a la frontera / Un día de primavera. / ¡Se fue entre finos olores / de los almendros en flores! / ¡Qué gran castigo, lectores! / Dejar a España en abril”.

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Portada del diario 'La nación'.

El diario de la noche La Nación, quizá el más isotérmico de la villa que dejaba de ser corte, situaba a los lectores con un término que habría de ser repetido ad nauseam 45 años después: "La transición". Su titulo de portada decía simplemente: "La transición del régimen monárquico al republicano" y destacaba lacónicamente, con una foto del gentío en la Puerta del Sol, que "la República se proclamó sin disturbios en varias provincias". En realidad se proclamó en toda España.

Por paradójico que parezca fue el periódico monárquico ABC el que mejor reflejó en imágenes la concentración del gentío en la Puerta del Sol la tarde del memorable 14 de abril. Su foto de portada, sin título, con decenas de miles de madrileños abarrotando la plaza para escuchar las palabras de proclamación de la República y la primera alocución del presidente Alcalá Zamora desde el balcón de la Casa de Correos fue la mejor expresión de la llegada pacífica del nuevo régimen.

El periódico fundado por Juan Ignacio Luca de Tena se mostró beligerante desde el primer momento, dejando a su izquierda al también monárquico El Imparcial, quien reconoció: “Nuestra derrota como monárquicos ha sido enorme” y consideró que “sería ridículo” no reconocer “el orden y la serenidad” con la que se ha implantado “el nuevo orden democrático”. Incluso El Debate, del clero conservador, asumió la nueva realidad y en un editorial titulado Ante un poder constituido pidió “el acatamiento activo” al nuevo Gobierno en consonancia con la doctrina del Papa León XIII en materia de sumisión de los católicos a los poderes de hecho.

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Portada del 'ABC' del 15 de abril del 36, solo con una imagen de la concentración en la Puerta del Sol.

El rotativo fundado por Ángel Herrera Oria con su grupo de propagandistas católicos entre los que estaba José María Gil Robles, que después sería presidente de la Confederación de Derechas Agrarias (CEDA), entendía que la Iglesia estaba por encima de los gobiernos y defendió este postulado frente a las invectivas de los monárquicos alfonsinos del ABC. Para El Debate –señala Cristina Barreiro en un estudio al respecto--, lo verdaderamente importante era la religión, los derechos de la Iglesia Católica, la patria, la autoridad, el orden, la familia y la propiedad; el régimen caído no era algo esencial en su ideario”.

Otro periódico ultracatólico y reaccionario, El Siglo, que se publicaba en Madrid con la estampita del Corazón de Jesús en la cabecera para que no quedara duda de qué pie cojeaba, consideró deplorable el resultado electoral y llamó a los ardientes católicos a cerrar filas contra el régimen recién nacido. Y La Correspondencia Militar, mintió directamente afirmando que por cada voto de las fuerzas republicanas había cuatro de las monárquicas y que las elecciones habían tenido un resultado bien distinto en las provincias y en Madrid.

En Barcelona, La Vanguardia, diario de la burguesía conservadora, informaba de la proclamación de la República catalana, con la constitución del Gobierno provisional presidido por Franscesc Maciá. Estas fueron sus palabras: “En nombre del pueblo de Cataluña proclamo el Estado catalán, bajo el régimen de una República catalana, que libremente y con toda cordialidad anhela y pide a los otros pueblos de España su colaboración en la creación de una Confederación de pueblos ibéricos y está dispuesta a lo que sea necesario para librarlos de la Monarquía borbónica. En este momento hacemos llegar nuestra voz a todos los Estados libres del mundo, en nombre de la Libertad, de la Justicia y de la Paz internacional”.

2 Comments
  1. Piedra says

    La II República española llegó pacíficamente, por voluntad del pueblo expresada en las urnas. Y también la República catalana. Jornadas memorables, ahogadas en sangre por la conspiración militar nazifascista cinco años después. A nosotros, los españoles, nos traicionaron siempre.

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