El odio a la democracia

9
nube_populismo
Imagen: Felipe Gomes (Flickr)

Para Javier Álvarez
desde la pasión común

El título es el de un conocido libro de Jacques Rancière, que me servirá para fundamentar alguna de las opiniones de este artículo y, de camino, contribuir a la difusión de un autor que siempre merece la pena leerse y discutir con él. Vayamos al asunto. Todo vuelve y no siempre para mejor: vuelven el racismo y la xenofobia -¿cuándo se fueron?-; retornan la derecha extrema y la otra; los tan cacareados populismos lo hacen en su versión más ultra y, por decirlo de alguna manera, la izquierda desaparece como tal en casi todas partes, lo que va quedando son los Renzi, los Sánchez, los Hollande y la pobre figura de Corbyn. Puestos a volver, llega –y con qué fuerza- lo que podríamos llamar la “ingobernabilidad de las democracias” en esta fase de crisis de la globalización y de la Unión Europea. El “eterno retorno de lo peor” viene para quedarse y, mientras, algunos sueñan con la estabilidad. 

Lo de la “ingobernabilidad” tiene una vieja historia. Comenzó como un informe de la Trilateral y se convirtió en el inicio, en la señal inequívoca, de la contraofensiva de los poderes económicos fuertes que se llamó y llamamos neoliberalismo. El tema se podría explicar hoy así: los pueblos cada vez votan peor; es necesario, de nuevo, limitar nuestras escuálidas, sufrientes y débiles democracias. Lo del Brexit ha ido mucho más allá de lo esperable: todos contra la mayoría de los británicos que han votado por la salida de la Unión Europea, todos criminalizando a unos trabajadores “atrasados”, pegados a su territorio, unas capas medias nostálgicas de sus viejos “privilegios imperiales” e incapaces de entender el carácter progresivo e inevitable de la globalización capitalista, representada mejor que nadie por  la  Unión Europea, eso sí, bajo hegemonía de un Estado Nacional que ejerce -y de qué manera- plenamente su soberanía. Pedro Sánchez fue más lejos que nadie; simplemente, defendió, con la altura de miras que le es propia, que se suspendieran los referéndums.

La gente vota mal. Desde el referéndum francés sobre Maastricht la UE no ha ganado ninguno, en más de veinte años, en los diversos Estados que han usado este instrumento democrático para legitimar los procesos de integración que suponían y suponen cesiones importantes de soberanía, con consecuencias –las personas son cada vez más conscientes de ello- extremadamente negativas para sus derechos sociales, laborales y sindicales y, más allá, para su seguridad colectiva como miembros de una comunidad democrática. Hay que subrayar que el único país que rompió esta tendencia fue –no por casualidad- España diciendo sí al nonato Tratado Constitucional Europeo. Ha pasado mucha agua bajo los puentes; después de la crisis económico-social dramáticamente vivida, los españoles y las españolas son, con mucho, uno de los pueblos más críticos con este tipo de construcción europea.

El lector avezado tomará nota de que lo que realmente aparece es una contradicción cada vez más evidente entre la democracia, en cualquiera de sus acepciones, y un capitalismo financiarizado especializado en degradar derechos sociales y políticos, depredar recursos no renovables del planeta y generador de crisis recurrentes que acaban siempre pagando los trabajadores y trabajadoras, las mujeres, los jóvenes, es decir, las mayorías sociales. El fantasma que nos recorre es tan viejo como este capitalismo: las mayorías son incapaces de entender, incapaces de aceptar y asumir los sacrificios de un mundo que se abre a la libre circulación de capitales, a un mercado autorregulado cada vez más omnipresente y a un esfuerzo titánico de las élites por transformar sociedades arcaicas en sociedades de mercado a la altura de un tiempo histórico transnacional.

Liberalismo y democracia han sido contradictorios siempre, antagónicos durante mucho tiempo y cíclicamente conflictuales. La verdadera democracia liberal es la censitaria, la de los que saben, los cultos, los propietarios, los hombres libres no dependientes, las élites dirigentes. La tentación es siempre la misma: democracias limitadas, restringidas y contra mayoritarias. Hacer todo lo posible para que las poblaciones decidan lo que tienen que decidir; mejor dicho, que decidan lo que digan las élites y que acepten su dirección y dominio. La UE es el mecanismo perfecto: sustrae a la soberanía popular el control sobre la economía, despolitiza la política y somete a la ciudadanía al férreo control de los grupos de poder económicos bajo la clara y diáfana hegemonía del capitalismo monopolista financiero.

La segunda globalización va camino de parecerse cada vez más a la primera: crisis sociales recurrentes, agudización de los conflictos geopolíticos y político-militares, dominio sin hegemonía de la potencia dominante y financiarización sin límites y sin control alguno. Es la sensación general de que se camina sin dirección hacia lo peor y que la megamáquina del capital organiza su trayectoria desde su propia dinámica, desde su propia lógica interna, guiada por la incesante, urgente y dramática necesidad de acumular. Lo nuevo es la crisis ecológico-social del planeta y lo viejo que emerge es la guerra como forma suprema de definir las crisis y las correlaciones de fuerza.

La sociedades no se suicidan y los Estados tampoco. Habrá respuestas y serán duras, muy duras. Lo que se abre es un conflicto estructural entre las élites cosmopolitas del capital empeñadas en la globalización neoliberal, en la profundización de la Unión Europea y unas poblaciones que ven cómo día a día pierden derechos, se restringen sus libertades, se desintegra su sentido de pertenencia y acaban viviendo un mundo sin autoestima y sin identidad. La “derecha” y la “izquierda” institucional son parte de estas élites cosmopolitas; su verdadero problema son sus pueblos, a los que no entienden y desprecian, incapaces de ponerse en su lugar y defenderlos. En un momento que las poblaciones necesitan seguridad, orden, bienestar, derechos, libertades, no tiene quien las represente, mejor dicho, sí lo tienen, las derechas nacionalistas o los populismos de derechas.

Lo que está en juego es muy grande y determinará el futuro. Frente al cosmopolitismo de las élites económicas, políticas y mediáticas -la trama que nos gobierna y manipula- cabe otra alternativa diferente y antagónica a los populismos de derechas. Me refiero a una nueva alianza, un nuevo bloque histórico construido desde lo nacional-popular, desde las mayorías sociales en torno a la defensa de la independencia y de la soberanía popular, la democracia económica y social y el Estado federal. El desafío de Unidos Podemos es enorme: o construir una nueva alianza nacional-popular democrático-plebeya o terminar en los escombros de una izquierda incapaz de representar los intereses populares. La batalla final, para provocar un poco, será entre el populismo de derechas y el populismo de izquierdas. En medio no hay nada.

9 Comments
  1. ificrates says

    En los 90 hubo una gran crisis en sudamérica, la izquierda lo aprovechó y tomó el poder.
    Aquí en Europa la izquierda ha llegado al poder en Grecia, en Portugal a medias, en Suecia los socialdemócratas gobiernan con los comunistas, en Dinamarca, en Turingia…
    Y aquí en España hemos recuperado la tranversalidad de los años 90, una idea fracasada, con frutos vanos y el leninismo rancio y desfasado con su estructura jerarquizada y vertical, inadecuados al anarquismo libertarios del 15M y con Belen Esteban de Megalider, nos hemos dado un TORTASSO.

    Si IU no se hubiese inmolado, para salvar el culo podemita, habría sido un CASTAÑAZO.

    Todo nacionalismo de izquierdas acaba convertido en derecha, ejemplos hay muchos, ERC, y su aprobación de las pistolas tasser, el BNG en Galicia, ICAN en Canarias…

    La izquierda populista, manipuladora, usuaria de la doblez, que te ha dado un pesebre Manuel, no cambiará nada, como no lo cambió Dalema, ni Román Rodríguez.

    Lo que hay que hacer es recuperar la idea de una Europa común, la idea internacionalista, con una Europa auténticamente democrática, con un presidente y un gobierno electo, en votación directa como recogen los derechos humanos desde 1948. No atrincherarnos en soberanias y nacionalidades con los horizontes estrechos de un mejillón.

    Un artículo propio de alguien que ha perdido la convicción en las ideas internacionalistas, pacifistas, de izquierda, que defiende su pesebre, con bajura de miras, estrechez de horizontes y sin exponer una causa efecto entre el corolario y la exposición. Una nulidad oratoria.

    El sueldo que durante tantos años te pagó IU fue dinero desperdiciado en un tonto inútil para todo, salvo para citar a gente que no ha leido jamás.

  2. Amara says

    Ificrates, tú para haber leído siempre, gastas demasiada tinta en insultar, sentenciar y poco en argumentar. Nos has iluminado a todas con tu exabrupto, pero nos hemos quedado esperando el argumento.

  3. Volare says

    Ánimo Manolo, muchos confiamos en tí para que la izquierda no descarrile. Creo que se debe ser más específico con el cosmopolitanismo de la élites…pues el enemigo está en casa y sus ansias de poder son ilimitadas. Cuídese de algunas…personas.

  4. Saulo says

    Es posible que los no «ilustrados» recurramos menos a las citas de grandes pensadores y mas a las vivencias de la calle, para cambiar algo no es necesario los grandes pensadores basta con el BOE y este va con el poder, hay que conquistar dicho poder y a continuacion usar el BOE. lo demas vendra despues.

  5. benicadell says

    Monereo todo lo que dice esta muy bien pero se ha olvidado decir que hay que hacerlo sin extremismos y a extremismos me refiero a que no es hora de referéndum , no es hora de hablar de republica, no es hora de los antitaurinos, no es hora de quitar crucifijos etc cuando lo importante es llegar al poder y gobernar. Sin poder y sin templanza todo lo demás queda en agua de borrajas y encima pierden más votos pues la derecha nos ha metido en el rincón que le ha apetecido. Polariza y vencerás. Pero no, seguid sacando pecho y gritando que eso os encanta.

  6. kike says

    te felicito manolo desde vzla completamente de acuerdo contigo ,hay mucho que aprender de america latina ,un fuerte abrazo

  7. kike says

    te felicito manolo,desde vzla,completamente de acuerdo contigo hasta la victoria siempre

  8. Mig says

    Ifícrates eres patético, sólo un bilioso obsesionado. Das pena. 😉

    No hables en primera persona del plural. Se te ve el plumero.

Leave A Reply