‘Hasta el último hombre’: vuelve el loco Mel con una estupenda película

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Cartelera de 'Hasta el último hombre', de Mel Gibson. / DeAPlaneta
Cartelera de 'Hasta el último hombre', de Mel Gibson. / DeAPlaneta.com

Al pirado de Mel Gibson no se le dan bien las relaciones públicas. Para el (triste) recuerdo quedan sus exabruptos contra su ex (“Si te violase una manada de negros, te lo merecerías. Voy a ir allí, y voy a prender fuego a la casa, pero primero me la vas a chupar”), los judíos (“Los putos judíos sois los culpables de todas las guerras de la Humanidad”), un crítico (“Quiero matarle, quiero sus intestinos en un palo, quiero matar a su perro”) y el famoso guionista Joe Eszterhas (“Tú ganas dinero, yo no. Yo trabajo para pagar a una sucia zorra comepollas, ¿qué coño has estado haciendo? ¿dónde está el guión?”).

En la prensa española el primero en recibir, con tocamientos, al loco Mel ha sido Juan Manuel de Prada, que en un viril artículo, y sin ver la película, ha arremetido contra los que se han metido con Mel con estos términos: “Preparaos, patulea, porque vuelve Gibson y os va a partir la jeta a pollazos”. A sus detractores los ha llamado, en su lenguaje decimonónico, “boquimuelles de la corrección política”, “moderaditos de corazón duro y polla blanda”, “mequetrefes”, “masas cretinizadas”, “mingafrías”, “eunucos” y “bueyes capones”. Tracatrá.

Debo reconocer que el loco Mel es uno de esos liberales conservadores de Hollywood que me caen bien. Tan bien como el cascarrabias John Ford o el tacaño (eso dicen) Clint Eastwood. Ford podía hacer películas progresistas a favor del obrero (como Las uvas de la ira o ¡Qué verde era mi valle!) y un documental a favor de entrar en Vietnam y quedarse tan pancho. Eastwood se opuso a esa guerra y a las de Irak y Afganistán, defiende los derechos de las mujeres y los gays y siempre puso verde a George W. Bush. Su lema: no te metas en mi vida, que yo no me meteré en la tuya.

El loco Mel comparó las acciones de guerra de Bush con las de los mayas de su magnífica Apocalypto y felicitó a Michael Moore por su Oscar. Me encantaría que los fachas españoles, toda esa panda de meapilas, fuesen así, pero no caerá esa breva.

Va, sí, me centro. Hasta el último hombre es una buena peli. Ha merecido la pena esperar nada menos que una década para que el loco Mel se ponga detrás de la cámara. Avalada por los National Board of Review, para los que es una las diez mejores películas del 2016, los Critics Choice Awards (7 nominaciones) y los Satellite Awards (9 nominaciones), es una de las películas del año, sin lugar a dudas. Si la academia de Hollywood es justa, y pocas veces lo es, esta película debería estar nominada a los Oscar a Mejor Película, Director, Fotografía, Montaje, Efectos Especiales (poco hay digital en ella), Sonido y Actor Protagonista (2017 va a ser el año de Andrew Garfield, también protagonista de Silencio, la nueva peli de Martin Scosese)

Hasta el último hombre narra la curiosa historia de Desmond Doss, médico militar que participó en la carnicería que fue la Batalla de Okinawa (II Guerra Mundial) y fue el primer objetor de conciencia en la historia de los EEUU en lograr la Medalla de Honor del Congreso. Se negó, por conciencia personal y religiosa, a empuñar un arma ante el enemigo, lo que le llevó hasta un consejo de guerra.

La película está dividida en tres bloques muy diferenciados: el que habla de la infancia, juventud y enamoramiento de Doss, el de su reclutamiento y, finalmente, su participación en la Batalla de Okinawa. 12.000 soldados murieron allí o fueron dados por desaparecidos. Fue la batalla más atroz en la que participaron los americanos en el Pacífico. Esta tercera parte es lo mejor, con diferencia, de toda la película. Sólo por este segmento merece la pena verla. La primera parte es algo almibarada y la segunda previsible, pero la tercera es la leche. Y en ningún momento es una película mediocre o patriotera. Todo lo contrario; la patria pone muchas zancadillas al protagonista y devasta la vida de su padre, veterano de la I Guerra Mundial.

En este encargo (no es un proyecto personal), el loco Mel ha conseguido lo que mejor sabe hacer: devolverle a Hollywood el cine épico que ha sabido hacer durante años, un cine de buen pulso narrativo y escenas de batalla memorables y que están a la altura del arranque de esa película tan desequilibrada que es Salvad al soldado Ryan, de Steven Spielberg. Y, por supuesto, supera con creces a esa aburridísima película de Clint Eastwood llamada Cartas desde Iwo Jima.

El guión de Hasta el último hombre fue reescrito por Randall Wallace (Braveheart), sobre todo en la parte bélica, el segundo y tercer acto. También incidió en sus pinceladas religiosas, expuestas sin rubor pero que no lastran la película.

Hasta el último hombre no es un Cimino, ni un Coppola, ni un Kubrick, ni un Ford, pero es una película que recupera la épica de las películas de la II Guerra Mundial, películas de vidas ejemplares, hazañas bélicas y valientes tipos de una pieza. Al que no le vaya ese cine, que no la vea porque le va a horrorizar.

¿Tiene defectos? Sí, algunos. Los enumero: el protagonista es demasiado plano (es un chico sin defectos, de infancia difícil pero resolutivo y patriota), el cargante rollo cristiano sobra (esa escena con la Biblia...) y la parte “de amor” es precipitada y almibarada.

Pero sólo por las escenas de batalla (no coman mucho antes de verla porque el loco Mel vuelve a las tripas y a la sangre, como en La pasión de Cristo o Apocalypto) deben ir a verla porque son espectaculares. Y háganlo en una pantalla de cine, por favor. ¡No esperen a bajársela por la cara!

Postdata: Quedo a la espera de un cineasta con tacto, valor y talento que refleje el otro lado de la Batalla de Okinawa, lugar donde los japoneses y los americanos violaron a miles de mujeres. Más de 10.000 violaciones sólo en el bando norteamericano ¡y en sólo tres meses! ¡Por los soldados del mundo libre! La mayoría de las pobres que se quedaron preñadas abortaron antes de que sus familiares regresaran y los pocos recién nacidos engendrados por los estadounidenses fueron ahogados. Sí, es otra película. Y mucho más dura, cruda y real que Hasta el último hombre. Una película que a el loco Mel, seguramente, no le interesaría tanto.

DeAPlaneta (YouTube)

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