No es fácil para nadie andar estos días sobre las brasas del PP en Madrid. Por ahí resopla la pérdida de la mayoría absoluta (aunque, según las encuestas, parece que al PSOE el electorado ni siquiera le deja elegir entre susto y muerte…) y aunque no la perdieran, bueno, simplemente no hay PP ni hay Madrid para todos. Ni con la mejor voluntad caben Cristina Cifuentes, Ana Botella y Esperanza Aguirre en la misma alcaldía. A no ser que Mariano Rajoy quiera ponerse a jugar a Los ángeles de Charlie, ¿se acuerda alguien de lo grande que aquello era?: “Había una vez tres muchachitas que fueron a la academia de policía. Les asignaron misiones muy peligrosas. Pero yo las aparté de todo aquello y ahora trabajan para mí. Yo me llamo Charlie». Ignacio González podría hacer de Bosley.
Qué duda cabe que Cristina Cifuentes es la más rubia y la más políticamente sexy (bueno, y no políticamente, también). En un reciente desayuno informativo de Europa Press, tan masivamente seguido por gente importante que los coches oficiales llegaron a colapsar la Castellana, toreó con aplomo toda clase de preguntas, a cual más espinosa. En pleno segundo aniversario del 15-M, con la crisis y los movimientos sociales rugiendo por los esquinas, con el caso Bárcenas indignando no sólo a la oposición -“no me ponga en un compromiso”, llegó a espetarle Cifuentes al moderador, y no sonó tanto a “no me pregunte” como a “no me tire de la lengua”- , con la archidelicada reforma del aborto a medio camino de la mesa del Consejo de Ministros y el cajón, la delegada del gobierno supo dar una imagen desacomplejada y todoterreno. Atacó sin cortarse al PSOE por los desahucios exprés y por aquellos aspectos de la última reforma del aborto que chirrían incluso a las sensibilidades más abiertas (menores de edad abortando sin consentimiento ni conocimiento de los padres, barra libre para la píldora del día después). No dudó en agradecer el apoyo y el “cariño” de María Dolores de Cospedal, quien la presentó con entusiasmo, a la vez que descartaba convertir esto en un cheque en blanco para la alcaldía.
Esperanza Aguirre sería sin duda el ángel de Charlie más cerebral o más curado de espantos, pero que intimida más de lo que “pone” –sobre todo a la dirección de su partido…-, mientras que Ana Botella, la única morena de la terna, así sea con mechas, podría quedar en el si es no es intermedio, si Madrid 2020 no lo impide.
¿Quién ganará, cómo, cuándo y por qué? Es pronto para decirlo, y a mí tampoco es que me quite el sueño. Pero viéndolas a las tres en acción sí se me ha ocurrido una cosa, y es que las mujeres del PP, en general, comunican bastante mejor que la mayoría de los hombres de su partido. Arriesgan más. Demuestran mejor su sufrimiento político.
Ese desparpajo de Cristina Cifuentes diciendo: “El gobierno está haciendo lo que hay que hacer, lo único que se puede hacer… y lo explica como sabe o como puede”.
Oyes, Charlie.
¡Qué estupidez!
Entre marujonas anda el juego.