Al mundo entero quiero dar

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Ramón Espinar con una bandeja en la que hay dos botellas de Coca-Cola.
Imagen difundida por numerosos usuarios de Twitter en la que se ve a Ramón Espinar con una bandeja en la que hay dos botellas de Coca-Cola.

Ramón Espinar ha protagonizado el mejor anuncio de Coca-cola desde Mad Men. Disculpen el spoiler pero quien no haya visto todavía el final de la gran teleserie de Matthew Weiner, debería dejar de leer aquí mismo. Tampoco es que muera nadie, pero el último capítulo culmina con aquel espectacular anuncio que la compañía de refrescos se marcó en 1971, una obra maestra del hippismo y del buen rollo donde la bebida sagrada escondía los dientes bajo un mensaje budista. Lucky Strike, Ford, American Airlines sólo eran pasos en el camino, peldaños para alcanzar la cumbre, el tótem sagrado del capitalismo: una bebida burbujeante, sin alcohol, que te promete el cielo detrás de cada trago y luego sólo te da eructos.

Nadie sabe de qué mierda está hecha exactamente la Coca-cola pero la tentación debe de ser acojonante, tanto como para que el portavoz de Podemos en la Cámara Alta pida doble ración en la cafetería del Senado el mismo día que se votaba en contra de la propuesta de su grupo para retirar la Coca-Cola de la cafetería como protesta por los trabajadores despedidos en una planta en Fuenlabrada. Hay una sentencia en firme del Tribunal Supremo para que readmita a los despedidos pero la directiva se la ha pasado por los cojones. Los cojones: he ahí uno de los ingredientes secretos de la fórmula.

Entonces va Espinar a la cafetería del Senado y pide dos Coca-Colas, también con dos cojones, y alguien le saca una foto, y de repente se hace famoso (más famoso incluso que aquel día que salió que había ganado treinta mil euros con la reventa de un piso protegido cuando Podemos sólo era un espermatozoide en el cojón izquierdo de Nicolás Maduro), y todo el mundo se pone a hablar de la Coca-Cola, y de lo poco consecuente que es Espinar, y de qué poca vergüenza, y qué risa tía Felisa, y qué cojones tiene. De hecho, es tan idiota y tan absurdo todo que uno empieza a sospechar que, en realidad, se trata de un plan maestro, una jugada magistral concebida por Echenique en su laboratorio, entre probetas y alambiques -Echenique, que siempre está ideando accidentes casuales y estrategias maquiavélicas, como Samuel L. Jackson en El protegido. En efecto, al poco, salía el líder supremo Pablo Iglesias reforzando esta hipótesis ante los micrófonos: "Que alguien pueda cometer un error, como ha pasado con Ramón, es una ocasión estupenda para decir: boicot a Coca-Cola. Esto permitirá a Ramón participar de manera más intensa en la campaña: no hay mal que por bien no venga”.

Sí, todo estaba calculado: la actuación de Espinar en la cafetería, con sus dos Coca-Colas (otro spot: dos mejor que una), era en realidad una operación de falsa bandera, una jugarreta destinada a llevar el boicot contra la compañía a otro nivel. Ahora nadie podrá pedir una botella en el bar o comprar unas latas en el supermercado sin la sospecha de estar siguiendo el juego a Podemos o estar haciendo un Ramón Espinar. Con el cierre de Mad Men a muchos se nos quedó una espectacular cara de pardillo pensando que a lo mejor la teleserie sólo era un anuncio de refrescos demasiado largo, que habían invertido siete años e ingentes cantidades de talento sólo para dar al mundo entero un mensaje de paz. Quizá la única manera racional de explicar la patochada de Espinar en la cafetería del Senado sea suponer que se trata de un anuncio del boicot, una manera muy sutil de decir: "No seas gilipollas, anda, no bebas Coca-Cola".

Daft Signz (YouTube)

2 Comments
  1. Millonarios Anonimos says

    Que se dejen de historias. Si has de invertir que sea para ganar pasta. Y para eso lo mejor es seguir a los ricos. Invierte como Rockefeller, el hombre más rico de la historia. Te lo contamos todo en millonarios anonimos. com Entra y descubre como se están posicionando los ricos

  2. ramón moreno palau says

    Lamentando la estupidez en que ha incurrido mi tocayo Ramón,no sere yo quien le de mas notoriedad a este desafortunado «incidente»

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