España, Casado y la paradoja de la (no) xenofobia

  • ¿Acaso los españoles somos moralmente superiores a los franceses, holandeses, italianos, británicos, estadounidenses, húngaros, alemanes…?
  • En Francia, por ejemplo, Jean Marie Le Pen logró desde 1988 estabilizarse entorno al 15% de voto en elecciones presidenciales llegando en 2002 a la segunda vuelta con un 16.9%

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España es el único país donde no hemos respondido a la crisis con un auge de la xenofobia”. Esta frase tan optimista para nuestro pueblo la hemos pronunciado muchos sin reparar en que encierra una cierta paradoja: que puede ser una expresión de xenofobia. ¿Acaso los españoles somos moralmente superiores a los franceses, holandeses, italianos, británicos, estadounidenses, húngaros, alemanes…? O existe una razón más o menos mezquina por la que en nuestro país no se haya dado ese auge o al presumir de que sólo los españoles no hemos padecido un auge de la xenofobia, del populismo de derechas, de la extrema derecha estaríamos, de hecho, manifestando un cierto supremacismo español.

Más allá de lo divertida que es cualquier paradoja, conviene resolverla para saber si el intento de Pablo Casado de salvar la crisis del PP convirtiéndolo en el partido que encarne en España ese exitoso mal está condenado al fracaso o no.

Una de las explicaciones que nos hemos dado (creo que con cierto optimismo) es que el 15M (y después Podemos como concreción política del 15M) blindó a España frente a la xenofobia. Seguramente hay algo de cierto en ello: el 15M organizó en 2011 el malestar frente a la crisis económica e institucional y sirvió como referencia para quien estuviera indignado. El chivo expiatorio pasaban a ser las élites políticas y económicas (los políticos corruptos, el bipartidismo, la banca, los constructores… lo que se llamó la casta) de la mano de una difusa propuesta claramente emancipadora: radical, democrática e incluso puritana en lo político y difusamente igualitarista en lo económico.

Es probable que esto tenga una parte de cierto pero no explica, por ejemplo, por qué antes de la crisis tampoco cuajó la xenofobia. En Francia, por ejemplo, Jean Marie Le Pen logró desde 1988 estabilizarse entorno al 15% de voto en elecciones presidenciales llegando en 2002 a la segunda vuelta con un 16.9%. Antes de que empezara la crisis económica, Zapatero emprendió la última gran regularización de inmigrantes (2005) y vivió la crisis de los cayucos (2006). La enfurecida oposición del PP de Rajoy en aquella legislatura arremetía contra el gobierno de Zapatero con menos escrúpulos aún de los que insinúa la del PP de Casado (fueron los años de las manifestaciones y el recurso contra el matrimonio homosexual, la recogida de firmas y el recurso contra el Estatut de Catalunya, la teoría de la conspiración sobre el 11M y el usted traiciona a las víctimas con el que el PP quiso convertir al PSOE en parte de ETA) pero, aunque también se opuso a la regularización, o no quiso o no logró hacer de la xenofobia un pilar político y tampoco surgió ningún partido relevante con ese discurso como eje. Y eso no lo explica ni el 15M ni Podemos.

¿Qué singularidad ha tenido España en el centro de su política que no han tenido otros países en los que sí ha emergido la xenofobia? Su problema territorial y, especialmente, la catalanofobia: para qué íbamos a odiar a los extranjeros pudiendo odiar a los catalanes. Mientras en otros sitios emergía Le Pen aquí boicoteábamos productos catalanes.

Un dato relevante es que en aquellos años en el único lugar de España donde cuajó la xenofobia fue en Cataluña: recordemos a la Plataforma per Catalunya de Josep Anglada que tuvo bastante éxito en las elecciones municipales (67 concejales en 2011, al borde de entrar en el Parlament con tres escaños en 2010) o que los ayuntamientos de Badalona y Vic los ganaron fuerzas tradicionales (el PP y CiU respectivamente) con discursos nítidamente xenófobos. Obviamente en Cataluña no podía cuajar el anticatalanismo. Pero cuando en Cataluña emergió el independentismo también desapareció la xenofobia tradicional de la política catalana: en las primeras elecciones municipales tras el inicio del Procés, en 2015, Plataforma per Catalunya perdió el 90% de su peso y pasó a la misma irrelevancia que tienen partidos como ése en el resto de España. Cabe achacarlo al 15M (que sin duda tuvo muchísimo peso en las elecciones de 2015 a través de las candidaturas Guanyem) pero también a que el Procés permitió que en Cataluña los sectores más conservadores y autoritarios del nacionalismo replicaran la catalanofobia española con cierta hispanofobia acomodable discretamente en el nuevo panorama.

No es casual la actual desubicación de Albert Rivera. Su partido había demostrado ser el llamado a encauzar en España ese populismo de derechas capitalizando los sentimientos anticatalanes excitados en toda España (en su campaña interna se reclamaba portavoz de la España de los balcones) por el proceso independentista. Casado tiene dos opciones: disputar con Ciudadanos el anticatalanismo o conseguir cambiar el centro de las iras populares de corte autoritario hacia los inmigrantes.

Si el gobierno de Pedro Sánchez consigue cierta distensión en el conflicto catalán (algo que ni los tribunales ni Puigdemont le pondrán fácil), no dudemos de que Casado intentará que España pierda una de las señas de identidad que nos hacía sentirnos tan (quizás ingenua pero sin duda legítimamente) orgullosos. No somos moralmente superiores por ser españoles: quien denuncia el buenismo está anunciando su apuesta por algún tipo de malvadismo, sólo tiene que encontrar el que le sea más fértil.

6 Comments
  1. Ggs says

    Una vez mas articulo lamentable y sectario. Los unicos xenofobos en España son los independentistas supremacistas catalanes y vascos que odian a los Españoles y a los catalanes y vascos que no piensan como ellos. Los españoles no odian a catalanes y vascos, son ellos los que odian, agreden, mienten y señalan a los que no piensan como ellos, el resto nos limitamos a defendernos.

    1. Sobreira says

      Lo curioso, lo triste es que no son los únicos xenófobos, si es que lo es cualquiera, y afirmar lo contrario es mentir.
      Lo curioso, lo triste es que se está hablando de R y se salga con C.
      Lo curioso, lo triste es hacerse la víctima.
      Lo curioso, lo triste es sólo hacer crítica y no autocrítica. Si no ha visto supremacismo en los últimos cinco años en todas partes, hágaselo mirar.

      Yo no soy catalán y, aunque simpatice con su causa, no pretendo su independencia: lo que no voy a hacer es ir a decirles lo que deben hacer, sentir, querer y votar, ni tener rabietas antidistúrbicas por que no coinciden conmigo. No voy a ser yo quien defienda la idea política dogmática de la unidad de España, porque el sentir periférico (y digo de todas las periferias, de Asturias a Canarias) es que estamos hartos de los centralistas, infames, zafios, insidioso, irrespetuosos, corruptos pero charramangueros (chapuceros), falaces, simplones y simplistas de la extrema derecha, de que nos metan en guerras y de que tomen decisiones importantes y hablen por todos.
      Yo me siento ni odiado, ni agredido, ni mentido, ni señalado por vascos ni catalanes: si siento eso es por causa de la ignorancia arrogante y pagada de si. Desde Fraga, el nivel intelectual de la derecha no hace más que bajar.
      Por otra parte, discrepo de la idea de Hugo: si en España no hay extrema derecha es porque está integrada en el PP.

  2. Joan López says

    Los asuntos serios y problemáticos han de afrontarlos personas formadas y libres de cualquier tendencia interesada. Todo aquel que se enrede en los orígenes del asunto, mirando por aquí y por allá buscando las causas y sin proponer soluciones no hace más que agravar la cuestión. En la gran mayoría de los comentarios leídos nadie aporta ningún tipo de salidas airosas, todo son reproches de que si tú tal y yo cual. Pérdida solemne de tiempo. De los charlatanes que adornan este articulo –el Casado y el Rivera– no me creo absolutamente nada. Son máquinas de mentir, de desfigurar la realidad y de adaptarla a su credo sin más legitimidad de porque les da la gana. Porque creen que quienes les escuchan son idiotas. Y no es el caso. Idiotas cada vez quedan menos, sólo ellos se mantienen en ese nivel intelectual. Se las dan de sabelotodo y los hechos demuestran que no alcanzan ni de lejos semejante altitud mental. Un caso claro del síndrome de Hybris, que afecta a todo aquel que tiene como base filosófica la ignorancia supina. ¡Que baje Dios y nos libre de ellos!

    1. Ggs says

      Es imposible solucionar un problema si no lo atajas desde el origen del mismo. La solucion de los indepes en Cataluña, por ejemplo, pasa por hacerles abrir los ojos con verdades por lo que han sido adoctrinados con mentiras. Los que mas mienten y tergiversan la realidad son los naZionalistas catalanes. I se ve que en Cataluña hay casi dos millones de idiotas xenofobos y supremacistaa que se lo creen.

      1. Joan López says

        Gran verdad, es muy difícil solucionar un problema si no lo atajas al principio. Pero, señor, como resulta que éste del hablamos no fue atajado en su momento hoy nos hallamos en la tesitura de buscar soluciones como sea, prescindiendo de consideraciones filosóficas como la suya. Debería haber sido como usted dice, pero no lo fue; y los resultados los tenemos delante de las narices sin que nadie, insisto, abra vía alguna de entendimiento. Ante un hecho consumado se ha de actuar mirando hacia adelante y con el estado de las cosas a día de hoy, no lamentándose de lo que es y de lo que pudo haber sido. Con malos actores la obra teatral está condenada al fracaso.

  3. ninja45 says

    La derechona postfranquista tienen una amplia representación en la abogacía del
    Estado de Desecho, el Tribunal de Cuentas, la Audiencia Nacional, la Fiscalía que
    «afina» en manos de la extrema derecha de Vox, el Tribunal Inconstitucional
    anclado en la época de Franco y un Tribunal Supremo totalmente politizado. Tratar
    con ellos en general y con un ultranacionalista español en particular, es lo más
    parecido a tratar con un depredador salvaje que sólo quiere cazar y dominar un
    territorio. No estamos diciendo que sean intrinsicamente salvajes, lo que decimos
    es que si han incorporado unos mecanismos mentales particulares a su vida, es
    porqué tienen una falta de evolución a escala de conciencia individual, incluso
    una falta de evolución espiritual. Una vez que asumes como piensa esta gente, te
    das cuenta de que es absurdo esperar que nunca cumplan con los acuerdos
    establecidos. Y además hemos de añadir otra característica, esta sí, bastante
    específica de los unionistas españoles y es su mentalidad grupal y de seguimiento
    de «un caudillo o líder de la manada». Fijaros bien en lo ocurrido en los últimos
    meses. Lo hemos visto aquí en Cataluña, donde miles de ellos han estado
    silenciosos y escondidos durante años, sin decir ni «mu», incapaces de dar la cara
    y de defender sus posturas mirando a los ojos de sus interlocutores. En cambio,
    cuando el poder represivo del estado español se ha desatado sobre los catalanes
    que fuimos a votar el 1-O y miles de policías y guardias civiles invadieron el
    país y empezaron a apalear gente indefensa, los falangistas se envalentonaron y
    salieron de sus madrigueras como ratas. Algunos, la mayoría, a manifestarse por
    las calles con la rojigualda, cargados de prepotencia y chuleria española, y otros,
    los mas «ultras» (y cada vez son más), a agredir, siempre en grupo, a personas
    aisladas e indefensas. Si me pegan, me divorcio. Som República !!*!!

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