Sobre el espantajo `rojopardista´ y algunas cuestiones juveniles

  • Hay un intento de dibujar una “brecha generacional” que coloca a “los viejos”como una especie de reducto anacrónico destinado a ser erradicado por una generación de izquierda “millenial”
  • Hay a quien podría darle por calificar de fascista a quien emplea la manipulación del lenguaje y de la gente para lanzarla contra personas que han abierto un debate político importante

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Por el colectivo “Punto Rojo” Asociación Jaén Ciudad Habitable

Mucho se escribe en estos días sobre debates encendidos. De todo se puede leer con paciencia, pero algunas veces hay que decir “basta”. De entre las muchas cosas sobre que se han escrito a partir de un artículo firmado por Julio Anguita, Manuel Monereo y Héctor Illueca en Cuartopoder.es, las hay de las que, aunque se quiera, no se pueden dejar pasar, como el intento de dibujar una “brecha generacional” que coloca a “los viejos” (las personas mencionadas) como una especie de reducto anacrónico e inadaptado destinado a ser erradicado por una generación de izquierda “millenial”, preñada de las virtudes propias de su tiempo.

Ya basta de adular a las generaciones jóvenes para usarlas como masa de maniobra. No es la primera vez ni será la última. Ocurrió ya con el Brexit, cuando se quiso que una parte de la juventud, depositaria forzosa de esencias cosmopolitas, focalizara su rabia en la cerrazón de generaciones que (se llegó a decir) habían tenido la desfachatez de votar sobre algo cuyas consecuencias no iban a vivir. Solo porque no habían votado “lo que debían”. A la hora de la propaganda no importó nunca la otra cara, humillante, de la deslumbrante movilidad europea.

Decenas de miles de jóvenes han abandonado España, Italia, Grecia y Portugal en los últimos años. El Consejo de la Juventud calcula que si no se frena la tendencia en España, supondrá una pérdida de 57.000 millones de euros para el país entre 2014 y 2024. ¿No hay hueco para hablar de eso en medio de tanta diarrea verbal? De quienes se quedan, uno de cada tres están en paro; de quienes trabajan, una parte importante encadena contratos de menos de una semana y muchos y muchas se libran de la pobreza solo gracias al apoyo de generaciones cuyas sensibilidades se nos anima a despreciar desde esa mítica flexibilidad existencial que hemos mamado y que nos hace más adaptables al “maremágnun del presente y sus incertidumbres”.

De la mano de las exigencias para formar parte de la Comunidad Europea y de la división internacional del trabajo que conllevaba, contamos 30 años en un proceso progresivo de precarización que alumbra una ausencia total de certidumbres. Importará poco porque los jóvenes (a pesar de lo que dicen los datos sobre aumento de casos de depresión y ansiedad) no conocemos los miedos. El anhelo de seguridad no es más que ese monstruo que anida en las almas de viejos, de cuya decrepitud se alimentan el fascismo y el “rojopardismo”. Eso dicen algunos.

El actual jefe de Estado francés (núcleo del eje globalista y “antipopulista” del que participa nuestro presidente) encontró ya soluciones a la situación de paro juvenil en la uberización de la economía. Conoce pocos límites la manipulación de las palabras. La esclavitud puede vestirse de empleabilidad y de libertad, sea de “movilidad” o de esa que se pronuncia en lengua global, la de los free-lancers que nunca se jubilarán dignamente (ni falta que hace porque las conquistas sociales que liquida el ordoliberalismo son recuerdos de los nostálgicos de grandes relatos).

A los jóvenes (parece como si al llamarnos “millenials” nos redujéramos, por arte de magia, a una cosa más funcional) se nos induce a que, armados de una falsa autoestima reforzada por aduladores de todo tipo, marchemos contra los perdedores y contra quienes, en minoría, muchas veces e incluso ridiculizados, intentaron: 1) ya en los 90, repeler los cantos de sirena que nos han conducido lentamente hasta donde estamos; y 2) más recientemente, acompañar a los jóvenes objetivamente, es decir, sin hacer la pelota con fines mezquinos.

Hay a quien podría darle por calificar de fascista a quien emplea la manipulación del lenguaje y de la gente para lanzarla contra personas que han abierto un debate político importante (y nada menos, pero tampoco nada más) acusándolas de decir cosas que no han dicho, de ser cosas que no son (algún sonrojo debería producirse al pronunciar según qué calificativos) y aprovechar el jaleo para ajustar cuentas con una tradición de republicanismo y defensa de derechos sociales que es propia, precisamente, de las constituciones antifascistas de posguerra. Podría ser, aprovechando que se dice de todo, pero seguro que no aportaría mucho al debate. Quienes quieran debatir honestamente (se puede) bien harían en repudiar determinadas manifestaciones y reclamar, con fuerza, que no se utilice a la juventud como masa de maniobra para que construya orgullosa las bases de su propia derrota. Nunca más.

3 Comments
  1. florentino del Amo Antolin says

    La cultura de las divisiones, es tan antigua en política, como la vida misma. Siempre se presenta a la juventud, como esa cosa verde, sin hacer… Cuando los que peinamos canas, sabemos cual importante es el motor nuevo y los amalgamas con otros periodos de vida, esperiencia, posos de lucha obrera… ¡ Ese entronque, fué, es ha sido y será, el combustible y la manivela que muevan los caballos de esa potencia imparable de caminar juntos !.
    Hace años sembraron de drogas el norte peninsular, crearon dependientes; ahora son más sibilinos, sois turistas cual trotamundos, los mejores preparados… ¡ Pero muy lejos de casa y sin poder participar en mejorar esta sociedad, con ideas y unos votos necesarios e imprescindibles… Vuestro combustible, incombustible !.

    1. migstor says

      Sí, yo creo que la misma policía que repartía droja paga con dinero de Soros a los fascistas y cosmopolitas para que se metan –con lenguaje manipulador– con Monereo y Anguita y los separen de la juventú y les azuzen a la gente. Porque todo el mundo sabe que quién tenga el atrevimiento de rebatir con engañosas palabras a los amados líderes son fascistas, globalistas, amigos de Uber y de la clase capitalista y del arroz con cosas.

      Y han drogado a Iglesias para que ponga al presidente globalista ese alto amigo del otro facha francés en la Moncloa; a Errejón le han puesto droja para que diga que el Régimen del 78 es superguay un día sí y otro también y a Carmena, Calvo y Rita Maestre drojados todos para que defenestren a Sánchez Mato, traicionen el programa y le regalen el norte de Madrid al BBVA y ADIF. A Espinar no le han drogao. Es que es así de fábrica, pobre.

      También impiden, con su magia globalista, que Podemos defienda con firmeza un proceso constituyente, la república, la renta básica, la derogación inmediata de la ley mordaza, de la reforma laboral y del concordato. Las flipadas del peronismo y la socialdemocracia es también la droja de la policía. Lo de lo nacional popular eso no, eso es güeno.

      También los manejos de la policía impiden que se cree una cultura de formación y debate potentes y democráticos en la militancia, por lo visto.
      PIO-LET y Paco Frutos de comisario político, copón. Ah espera, que ese está ocupado en lo otro nacional popular pero sección rojigualda. Pues Santiago Armesilla.

      A tope con la patria. Unidad de destino en lo universal. Co-pón.

  2. migstor says

    Cuartopoder «se os ha borrado» un comentario. Será que no se entendía bien. O demasiado..

    «Hay a quien podría darle por calificar de
    fascista a quien emplea la manipulación del lenguaje y de la gente para
    lanzarla contra personas que han abierto un debate político importante»

    Dicen estos poetas.

    Hay a quien podría darle por calificar de ESTALINISTAS a quienes llaman fascistas a quienes rebaten a sus amados líderes –de forma argumentada y educada y precisamente al llamado de un debate público explícito– y lo acompañan de apelativos de oscuros ecos genocidas , como «cosmopolitas», que es como los secuaces de Stalin descalificaban a los que mandaban a la zanja o a Siberia . A la mayoría de los mejores bolcheviques incluída, por cierto.

    Mientras los autores a los que defendeis de forma tan hooligan le hacen el caldo gordo a Salvini copiando las majaradas a la desesperada de sus amigos italianos que aquí no pintan nada (es allí donde han pulverizado la izquierda hasta los cimientos con sus errores de decenios y no tienen dónde rascar), el Podemos de vuestros admirados diputados como Monereo ha renunciado a la mayor parte de la letra y el espíritu de su programa inicial; apoya en el parlamento a vuestro presidente , el del núcleo del eje globalista y “antipopulista” , en Madrid a Carmena que regala Madrid al gran capital y a la banca ; y dentro de Podemos usan el plebiscitarismo y el bonapartismo y fuera lo mismo juegan al peronismo que a la socialdemocracia, según sopla. No se rebaten las posiciones de Anguita y a Monereo por viejos, se les rebate por lo que dicen y seguro que hay mucho que discutir, pero no con la fatwa . Guardaos el piolet; los que rebaten con argumentos a vuestros referentes actúan con honra, vosotros dais vergüenza ajena.

    Sinceramente, estoy en desacuerdo en muchas posiciones de algunas réplicas a Monereo, Anguita e Illuecas, pero en las contrarréplicas de éstos hay poco argumento y mucho victimismo. En cuanto a vuestro libelo… se califica solo.

    No rebatis ningun argumento, sólo acudís al juicio de valor y el ad-hominem. Decía Monereo que juzgar por las intenciones es de totalitarios. Por lo visto sólo sí se critica a los liberal-fascistas italianos que os gustan.

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